jueves, 9 de junio de 2011

SE QUE ERES GAY

Me llamo Rai tengo 28 años y esto ocurrió cuando tenía 19. Yo era un chaval tímido, medía 1.80 y pesaba unos 75 Kgs., desde hacía tiempo sabía que mi pasión eran los hombres, pero los hombres tipo "machomen", es decir, fuertotes, nada delgaduchos y con mucho vello.
Jose Antonio tenía en aquél entonces 20 años, medía sobre 1,86 y era fuerte, pero no con músculos fibrados, sino fuerte porque sí. Además, estaba muy bien desarrollado para su edad. Yo en la playa había tenido la ocasión de verle en bañador y la verdad es que me moría por su cuerpo enteramente recubierto de vello. Es moreno, siempre lleva la barba de dos o tres días, lo que lo hace muy atractivo. El único problema es que era él que llevaba más tiempo con la novia en nuestra pandilla, además era el típico chulito machista, en definitiva todo un hombre.
Una tarde habíamos quedado toda la pandilla pero nadie apareció excepto nosotros, por lo que decidimos irnos a mi casa a merendar y jugar un rato al videojuego.
Mientras merendabamos pusimos la tele, y a eso que salío una película con escenas de cama, pero nada porno, casi no se vió nada, el caso es que empezó a decirme que con su novia no conseguía nada, que era de la típica que pensaba que debía llegar virgen al matrimonio.
Empezó a comentarme sus fantasías y empecé a ver como un hermoso bulto iba apareciendo en su entrepierna. Yo intentaba disimular, pero iba creciendo sin cesar.
De pronto me dijo:
-Rai, somos amigos desde pequeños y me he dado cuenta de que te van los tíos, he notado como me miras, así que te propongo pasar una tarde de diversión, así yo me quito el calentón y tu haces realidad tus sueños.
Yo me quedé de piedra, le dije que no, que a mí me iban las tías, pero entonces él empezó a manosearse el paquete, y mi excitación iba aumentando.
Me dijo: Vamos, no te lo pienses más, agachate y libérala.
Entonces accedí y como un loco me arrodillé y liberé aquel trozo de carne que tanto había ansiado poseer. Cuando bajé la cremallera y el calzoncillo, salió disparada aquella hermosa pieza que debía medir unos 22 cms, coronada por una espeza capa de vellos.
Mamé y mamé, pero me dijo que no se quería correr tan pronto, así, que dejé descansar para que se le bajara un poco los ánimos, aproveché entonces para lamer cada centímetro de su cuerpo que tan estudiado tenía.
Empecé por la boca, su lengua se enlazó con la mía, y así estuvimos un buen rato, luego empecé a bajar, le arranqué la camisa y vi su pecho peludo, mamé sus tetillas, que con el roce de mi lengua se habían puesto tiesas, luego seguí el cordón de pelos que llevaba justamente hasta su ombligo, allí me quedé un buen rato, para después volver a subir y levantarle los brazos, ante mí había unas axilas pobladas del más negro pelo, las cuales lamí sin cesar.
Le quité los deportes, los calcetines, y empecé a mamar los dedos de los pies, tenía unos pies enormes (calzaba el 48), luego subí por sus piernas, grandes y peludas, hasta que de nuevo llegué a su polla, no sin antes deternerme en sus hermosos huevos, primero uno y después otro, lo único que no pude mamar fue su culo, me dijo que ahí estaba prohibido, aunque me harté de magrearlo mientras mamaba su polla.
Él empezó a follarme en la boca, era magnífico sentir el golpe de sus cojones en mi cara.
Me dijo que me desnudara que quería partirme en dos, empezó a meterme primero un dedo, luego dos, incluso me dilaté tanto que llegó a meterme tres de sus enormes dedos.
Entonces me abrió las piernas y sin ninguna compasión me dió una arremetida de forma que grité de dolor y pasión a la vez, mis sueños se estaban haciendo realidad.
Así estuvo un buen rato, hasta que me dijo que estaba un poco cansado que trabajara yo un poco. Así que se sentó, yo me senté sobre él y empecé a cabalgar, arriba, abajo, a la vez que nos fundíamos en un beso o mientras yo magreaba su lindo pecho velludo.
Cuando nos hartamos de esta posición, nos fuimos a la cocina, me tumbé bocarriba, puse mis piernas sobre sus hombros y empezó a bombear de una forma extrema, notaba como su ritmo se aceleraba, estaba claro, llegaba el momento, y dando un grito impresionante, se corrió dentro de mí, os aseguro que es una sensación única, notar como los chorros de leche salen y corren por tu culo.
Cuando terminó de correrse, me dijo que le limpiara la polla, así que eso hice, se la dejé reluciente, mientras saboreaba su rico jugo.
De pronto me dijo, eres un puto, te mereces una meada, así que empezó a mearse en mi cara, fue una experiencia que nunca se me había pasado por mi imaginación, pero he de decir que me volvió loco, sentir ese chorro a presión calentito.
Cuando terminó me dijo, aún no estoy satisfecho, así que de nuevo nos fuimos al salón, él se tumbó, me dijo recorre mi cuerpo y detente en mi polla, y ordeñala hasta que encuentres premio, así lo hice, y su segunda corrida fue aún mejor, para asegurarse de que no se escapaba nada me agarró la cabeza de modo que tuve que tragar.
Nos vestimos, y no hemos vuelto a hablar del tema. Hoy día tengo mi novia y soy muy feliz, aunque todavía me pajeo pensando en aquella tarde.

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