miércoles, 31 de agosto de 2011

NOCHE DE TRAGOS Y SEXO

Soy alto como de 1.79, ojos cafés claros, cabello castaño oscuro, algo gordo pero tampoco demasiado, piel trigueña tirando a blanco. Esta historia es algo que me sucedió con un compañero del colegio.
Me encontraba una tarde en el colegio haciendo un examen ya que había faltado toda una semana y me encontraba algo atrasado. Mi compañero también lo estaba presentando, él es muy guapo, va al gimnasio y tiene muy buen cuerpo, quiero aclarar que no soy gay sino que quería probar el sexo con un hombre y parece ser que mi compañero también porque él es muy masculino y no se le a escuchado nada sobre la homosexualidad.
Bueno, él siempre me ha tratado muy bien aunque no somos muy amigos y siempre hemos guardado nuestras distancias. Pero esa tarde, algo muy raro pasó, apenas llegué al colegio él vino directo hacia mí, quería hablarme; yo me extrañé mucho pero esa tarde hablamos demasiado hasta me invitó a su casa pero yo, por desconfianza, no acepté, se me hacía bastante raro todo. Durante toda la semana seguimos hablando como si nada.
El fin de semana, todo el salón se reunía en una fiesta de despedida ya que era nuestro ultimo año, esa noche me divertí mucho y bebí demasiado así que no podía llegar a mi casa en ese estado. Mis amigos empezaron a preguntarse en qué casa podía quedarme y el personaje me ofreció la suya, llamé a mis padres para decirles que me iba a quedar en lo de un amigo y no me pusieron problema, así que me embarqué hacia la casa de él.
Apenas llegamos, noté que sus padres no se encontraban y decidí preguntarle, me dijo que estaba en la finca, nos sentamos en la sala y luego él fue a la cocina a prepararme algo para que se me bajara la borrachera, me dio un café bien cargado y al ratito me bajó la borrachera.
Me propuso que nos metiéramos al jacuzzí del patio y yo accedí sin ningún problema, pero le dije que yo no tenia pantaloneta para meterme al jacuzzi y me dijo que no había problema, que me metiera en bóxer, que a él no le iba a incomodar y que también se iba a meter en bóxer. Entonces, empecé a quitarme la ropa y vi que él tenía algo de dificultad con la camisa así que le pregunté si necesitaba ayuda y me dijo que si. Empecé a ayudarlo con la camisa, y al estar quitándosela comencé a acariciarle el cuerpo (y si que tenía un buen cuerpo, muy marcado y masculino), y se me empezó a parar mi pija e hice lo imposible para que no se me notara. Al terminar de quitarle la camisa me preguntó si quería ayudarlo a quitarse el pantalón, yo estaba tan excitado que dije que si. Se lo empecé a desabrochar y se lo bajé lentamente, tenía un bóxer blanco muy ajustado al cuerpo y se le notaba todo el paquete y que lo tenía bien parado.
Él me dijo que se encontraba bastante excitado y que se quería hacer una paja, sino me molestaba; yo le dije que para nada y que yo también me la quería hacer, así que empezamos la faena. Se quitó totalmente el bóxer y pude ver su deliciosa verga erecta y eso me acabó de excitar hasta el punto máximo así que también me quité el bóxer y me empecé a masturbar.
Lo que más me impresionó fue que él me preguntara si quería ayudarlo, por supuesto accedí. Tomé su verga con mis dos manos y empecé un movimiento rítmico de arriba hacia abajo, su pija era largo como de por lo menos unos 18cm, grueso y muy venoso, yo estaba que estallaba de lo excitado que me encontraba, al igual que él que emitía unos gemidos muy deliciosos para mis oídos.
Mientras yo lo masturbaba, él movía las caderas de manera muy sensual, se movía hacia los lados y en forma de círculos, decía que se encontraba demasiado caliente y que estaba que se venía. Yo, en cambio, le hacia la paja cada vez más fuerte y rápido, su verga se encontraba bastante caliente, sentía como si quemara mi mano. De repente, empecé a sentir que él ya estaba llegando a su fin ya que se sentía como si algo fuera a hacer erupción y empezó a mover su cadera con mas rapidez hasta que vi cómo su leche salió como si fuera un disparo que llegó bien lejos. Al haber terminado mi labor con su verga, me dijo que ahora él estaba en deuda conmigo y que me iba a pagar bastante bien, yo le pregunté y cómo iba a hacerlo y me contestó que me haría morir del placer mas erótico y delicioso que me pudiera imaginar.
Sonreí y él me miró de la forma más profunda que en toda mi vida me habían mirado, sus ojos me recorrieron todo el cuerpo y fueron esos ojos los que me dominaron ya que yo hacía todo lo que ellos, me ordenaban. Primero que todo, sus ojos me ordenaron que me acostara a un lado del jacuzzi, yo realmente me moví por inercia, me acosté (me encontraba totalmente desnudo) y él me comenzó a lamer el cuello, luego bajó a mi pecho, luego saltó hacia mis pies y me los comenzó a besar y empezó a subir por mis piernas hasta que llegó a mi pija, lo tomó con sus dos manos, lo miró con esa mirada penetrante con la que me hipnotizó, lo besó y comenzó a succionar.
El tenía la boca como una aspiradora ya que sentía que me quería absorber la vida, yo me retorcía de placer mientras que él continuaba y continuaba mamando. Tomó un movimiento rítmico y con él extrajo toda mi vida por medio de mi verga, hacía un movimiento con la cabeza que me enloquecía. Llegué a un punto en el que sentía que la verga me iba a estallar, yo creía que mi cuerpo no iba a dar para más sin saber lo que continuaba. Esos pocos minutos que para mí fueron siglos, terminaron en un orgasmo en el que sentí que me iba a desmayar. Pero lo más impresionante estaba por venir.
Al terminar de mamármela, se limpio la cara ya que me había venido en su boca y algo de semen se había resbalado por sus labios. Luego de haberme practicado esa espectacular mamada, me susurró al oído que lo mejor estaba por venir. Me puso de espaldas y me empezó a practicar un espectacular beso negro en el que sentí cómo mi ano se dilataba del todo, adecuando el terreno para la penetración, hasta tal punto que me introdujo tres dedos. Al haber terminado de acariciar y lamer mi culito, sacó un condón y se lo puso, enseguida sentí cómo la cabeza de su pija se posó en toda la línea de mi culo, y cómo él comenzaba a empujar su verga dentro de mi ano, sentí un dolor inmenso, creí que me iba a partir en dos pero a la vez era el dolor más placentero que jamás en mi vida había sentido.
Después, entre los dos comenzamos un movimiento rítmico hacia delante y hacía atrás, y no sé cómo él terminó arrodillado y yo en cuatro patas estilo puta, pero fue lo mas magnifico que había sentido, mi pija se encontraba totalmente erecto y cuando sentí que él se iba a venir, yo sentí lo mismo y lo más sorprendente era que no me había tocado para nada el pené (se podrán imaginar cual era el tamaño de mi excitación) y los dos nos vinimos al mismo tiempo. Luego, él sacó su verga de mi culo pero yo le dije que quería más, me miró asustado pero no me dijo que no.
Lo senté en una silla del patio y mi lengua lo empezó a recorrer. Empecé por el cuello y fui bajando hasta llegar a sus pectorales los cuales los tiene muy bien marcados y me detuve a lamer y chupar sus tetillas, se las lamí hasta el cansancio, tenían un sabor a macho que me derretía, pero lo mejor estuvo por venir, seguí bajando hasta que llegué a su verga, lo bese, lo lamí, lo chupé y le hice infinidad de cosas pero no me lo metí a la boca, luego fue mi mirada la que lo hipnotizo, y mi mirada le dio la orden de que se levantara y él, muy obedientemente, lo hizo. Apoyó sus manos en el espaldar de la silla, quedando parado pero con su culo en pompa hacia mí, lo cogí por la espalda y empecé a acariciar todo su hermoso cuerpo, mis manos recorrían ese pecho y ese abdomen que estaban súper bien formados, luego mis manos se posaron en su verga mientras que el mío cada vez se iba enderezando más y se iba dirigiendo hacia el culo de él.
Por un momento, mis manos dejaron de tocar ese fabuloso cuerpo y me fui arrodillando y mi boca se posó en todo su culo que empecé a mamar con todas las ansias del mundo, él, mientras tanto, gemía de placer. Luego mis dedos se fueron dirigiendo hacía su culo, primero introduje el dedo corazón, luego el dedo índice y por último el dedo anular, su culo ya se encontraba totalmente dilatado y se estaba acercando la cúspide de nuestro acto de placer y lujuria que toda pareja gay desearía hacer.
El sacó un condón y se lo puso en la boca, yo ya de pie, se lo quité con mi boca y nuestras lenguas se rozaron, yo me quité el condón de la boca para seguir besando a ese hombre que por más de mucho tiempo me tuvo cautivado, después de un largo beso, llegó la hora de la acción, le susurre al oído que se tuviera de donde pudiera y que se prepara para lo que venia. Me puse el condón, acerque mi pija hacia su culo que ya se encontraba bastante dilatado y empecé un movimiento rítmico hacia delante y hacia atrás.
Luego de haberme venido y de tener el mejor sexo de mi vida, él me preguntó si yo quería tener algo serio con él, le dije que no, pero que nos siguiéramos viendo para ver qué pasaba entre nosotros dos. Así nos seguimos viendo durante mucho tiempo y teniendo las mejores relaciones que ustedes se puedan imaginar, pero lamentablemente, él se mudó con su familia a otra ciudad y ahora sólo nos podemos ver en vacaciones pero aún así tenemos las mejores relaciones.

domingo, 28 de agosto de 2011

DENTRO DE MI

Pude vivir mi experiencia como siempre quise que pasara. Soy casado y secretamente bisexual. Siempre supe que era bisexual pero recién me animé a tener contacto con alguien de mi mismo sexo a los 34 años, hasta ese momento solo fantaseaba con tener contacto con un hombre y buscaba algún momento de soledad para poder masturbarme introduciéndome objetos en el ano. Solía publicar avisos en páginas de bisexuales o gays pero nunca contestaba a las respuestas que recibía porque, generalmente, me respondían con mensajes groseros y chabacanos de supuestos super machos que ostentaban sobre sus dotes y de como me romperían el traste.
Hasta que una vez recibí un mensaje bastante bien escrito, respetuoso con lo que yo pedía en el anuncio y me resultó inspirador. Con lo cual le envié una respuesta en la que le decía que me había interesado su propuesta y que me gustaría iniciar una conversación vía mail para conocernos un poco antes de vernos en persona.
Me respondió que le parecía buena idea y avanzamos en un cruce de correos donde hablabamos de nuestras experiencias y sobre la posibilidad de encontrarnos algún día. Finalmente, ya convencido de que me iba a encontrar con alguien que tenía las mismas inquietudes que yo le propuse conocernos. Coordinamos el día, la hora y el lugar y finalmente nos conocimos.
Gabriel era un tipo de contextura normal, masculino en su forma de hablar y actuar, y podría decir que me resultó físicamente agradable. Tomamos un café y charlamos un rato largo hasta que me preguntó si me parecía que podíamos avanzar, le respondí que sí y sin más nos fuimos del bar hasta su auto para ir a algún hotel discreto.
Debo reconocer que estaba bastante nervioso, aunque de algún modo sentía que lo conocía desde hacía mucho tiempo. Yo no era su primera experiencia y sí le dije que él me iba a hacer debutar con un hombre. Se mostró comprensivo y actuaba con naturalidad, de modo que yo me sintiera muy contenido.
Llegamos a la habitación, y se me acercó por detrás mientras yo dejaba mi saco en una silla, me tomó de la cintura y me acercó a su cuerpo, apoyando mis nalgas en su miembro. Fue una muy agradable sensación que de alguna me hizo estremecer. Pegué mi espalda a su pecho y lo dejé hacer. Me besó el cuello con ternura, y me abrazó pasándome sus manos por el pecho en una firme y deliciosa caricia, yo me iba entregando poco a poco, calmando mis nervios y ansiedades con cada beso y con el contacto de sus manos. Me hizo girar sobre mis talones y quedé frente a él, me miraba dulcemente a lo ojos, acerqué mis labios hasta tocar los suyos, nos besamos lentamente, lo que me hizo sentir muy bien, sus brazos me rodeaban y me acaricaba las espalda y las nalgas, mi respiración se iba agitando y mis manos recorrían su cuerpo, sentía profundos deseos de que me hiciera gozar como si fuera una mujer. Sentía su miembro rígido contra mi vientre. Llevé una mano a su entrepierna y le acaricié su pene sobre el pantalón. Me gustaba sentir que estaba erecto por mi. Con seguridad en sus actos fue quitándome la ropa, deteniédose para besar mis tetillas, eso me ecxita terriblemente, sentía la lengua de Gabriel alrededor de mis pezones y me hacía gemir estremecido.
Cuando finalmente estuvimos los dos desnudos, me arrodillé para llevarme su miembro a la boca, sin ninguna destreza, más bien torpemente le chupé su glande y le rodeé el tronco con los labios introduciéndome todo su pene en la boca y subí y bajé por toda su extensión, saboreando mi primera experiencia, sintiendo que Gabriel disfrutaba con lo que yo hacía, mientras me hacía caricias en el pelo. Me pidió que fuéramos a la cama, me acarició todo el cuerpo, sentí su contacto en cada centímetro de mi piel, finalmente llevó sus dedos hasta mi orificio, intentó introducirme un dedo pero mi tensión era tal que no lo logró. Me puso boca abajo y me lamió el agujerito, logrando que yo gozara como nunca al sentir su lengua húmeda haciendo que mis deseos de ser penetrado me impulsaran a pedirle que por favor lo haga.
Quería sentir su cuerpo dentro mío, quería que me hiciera su mujer, no podía esperar más, estaba agitado, jadeando diciéndole por favor metémela, no me hagas desear más, quiero sentirte adentro, quiero ser tuyo. Mientras movía mis caderas, gozando de su lengua sentí como se acomodaba detrás mío y me apoyaba su glande en la entrada de mi cuerpo, su gran seguridad y su ternura mezcladas hicieron que la penetración fuera maravillosa, lentamente, con poco ardor, firmemente avanzaba hasta que todo su miembro entró en mi, dándome tiempo, haciendo que gozara con cada centímetro de su hombría. Despacito y con ritmo, comenzó a entrar y a salir de mi. Estaba e el cielo. Me sentía totalmente satisfecho de haber esperado a hasta conocerlo, era la experiencia que siempre quise tener.
Su miembro, llenaba todo mi conducto, lo sentía avanzar y retroceder, haciendo que todo mi cuerpo temblara de placer, totalmente transpirado y ardiendo por mi. Su ritmo se aceleró, cuando yo ya estaba acabando y sentí como él se vaciaba en un suspiro interminable, con sus manos aprisionando mis caderas, y cayendo sobre mi cuerpo permitiéndome sentir su agitado corazón sobre mi espalda.
Nos dimos un beso, lleno de ternura y de agradecimiento de mi parte por haberme hecho gozar como nunca lo había logrado.
A partir de ahí tuve varias experiencias más con él, y siempre disfrute sentirlo dentro de mí.

jueves, 25 de agosto de 2011

EL REPARTIDOR DE PIZZAS

Vivo solo en un pequeño apartamento de una congestionada ciudad, ese es mi lugar de refugio sobre todo luego de largas horas de trabajo en la oficina, cuando llego a mi casa estoy exhausto, sin ganas de hacer absolutamente nada. Por lo tanto normalmente llamo a servicios de “comida express” ya que no me dan ánimos de cocinar, eso solamente lo hago los fines de semana que me queda un poco más de tiempo.
Mi nombre es Nicolas, un joven que emigró del campo a la ciudad para forjarse un futuro, y hasta el momento lo he logrado. Tengo el cabello rizado, lo uso corto, de color negro. Soy blanco, me gusta usar siempre un poco de barba, velludo sobre todo en el pecho y las piernas, delgado, atractivo. Me encantan los hombres, soy gay desde que tengo conocimiento, pero muy masculino sobre todo por la forma como fui formado en el campo, perdí la virginidad en un granero con el capataz de la finca de mi padre, él tenía 34 años y es del único hombre que me he enamorado en mi vida.
En cuanto a mis partes íntimas mi verga mide 19 centímetros, no soy circuncidado, pero la cabeza de mi picha queda completamente al descubierto cuando estoy erecto, no es delgada, pero tampoco muy gruesa, me gusta rasurarme, pero dejándome un poco de pelitos alrededor de mi miembro, mis huevos son medianos, no tengo un culo muy grande aún así me han dicho que tengo unas buenas nalgas. Actualmente cuento con 26 años y aunque tengo muchos amigos, me encanta pasar solo en mi casa viendo televisión o leyendo.
Normalmente soy muy reservado con mi vida privada, si se me presenta la oportunidad de salir con alguien y tener sexo con esa persona lo hago, pero nunca ando buscando en la calle con quien acostarme. Pero ese día fue algo diferente, amanecí súper templado, es más, me desperté por la gran erección que tenía. Tomé mi verga y me la froté, estaba muy excitado, me masturbé con mucha energía y ganas, tanto así, que hasta me metí en el culo dos dedos de mi mano izquierda, ¡claro! La explosión de semen fue tremenda, salió leche a tal presión que me llené desde el mentón hasta el pecho y estómago. Debo confesar que me encanta el sabor de mi semen, lo tomé con mi mano y lo llevé a la boca, de esa manera pensé que ya quedaban satisfechos mis deseos de ese día.
Pero no fue así, durante todo el día en la oficina pasé excitado, con esos fuertes deseos de tener sexo, recordando las cogidas que me daba Armando (el capataz de mi padre), además de las mamadas que nos hacíamos el uno al otro, disfrutando en más de una oportunidad del poder saborear y tragar toda nuestra leche hasta la última gota; recordaba también las veces que yo le metía mi verga en su peludo culo, me parecía escuchar sus gemidos y sentir sus movimientos, viniendo a mi mente las imágenes de cuando se regaba abundantemente sobre mí.
Por fin cayó la noche, llegué a mi casa a eso de las 7, lo único que deseaba era darme un baño, volverme a masturbar para ver si se me calmaba mi deseo, comer algo, tal vez pizza, y luego acostarme y descansar.
Llamé para pedir una pizza y me indicaron que tardarían cerca de 30 minutos, por lo tanto me daba tiempo suficiente de tomar una ducha antes de que llegara. Así fue, me duché con agua caliente, eso me relajó bastante, cerré la llave, en ese momento escuché que llamaban a la puerta, de seguro era el repartidor, aunque no había pasado aún el tiempo que dijeron, probablemente se habían adelantado. Medio me sequé, me puse una toalla a la cintura y abrí la puerta.
El repartidor era un jovencito de unos 20 años, con uniforme amarillo y verde que lo hacía ver muy atractivo, apenas para cumplir con algún tipo de fantasía sexual; un poco más bajo que yo, como de 1.70 de estatura; de buen cuerpo, bien rasurado, su rostro era muy lindo. Con lo excitado que había pasado yo todo el día, el ver a ese joven fue como el último empujón que necesitaba para desenfrenarme.
Llevaba un broche en su uniforme con su nombre impreso, se llamaba Allan. Yo le dije: “Hola Allan, como ves estoy saliendo del baño, si quieres pasas mientras voy por el dinero”, el muchacho pasó quedándose de pie con la pizza en su mano, cerré la puerta y me dirigí a mi habitación, yo continuaba con la toalla en mi cintura, y noté como sus ojos se fijaban en mi cuerpo, caminé hasta mi pieza y busqué el dinero, cuando regresé tomé la pizza y le pagué. Mientras lo hacía traté de hacer conversación para retenerlo un poco más en mi apartamento.
Si tengo un defecto o virtud es que soy muy directo en cuanto a lo que quiero, y aunque soy muy reservado si un hombre me gusta se lo digo sin ninguna pena ateniéndome a las consecuencias que mi confesión me pueda traer. Fue así como le dije a Allan: “Eres muy guapo… me imagino que muchos clientes tratan de seducirte cuando llegas a entregar pedidos”, el muchacho se sonrojó y contestó que sí, algunas veces han tratado de sobrepasarse con él, pero que siempre había podido salir bien librado de la situación. Entonces le dije que si fuera yo no dejaría que se fuera sin antes no haber probado algo de él.
El muchacho se puso algo nervioso, en ese momento estaba buscando el dinero para darme el cambio de mi compra; notando que aunque se ponía nervioso no le molestaban mis halagos, me animé y le propuse que si le gustaría ganarse un dinero extra, él me miró mostrándome esos preciosos ojos color miel con una gran incógnita reflejada en su rostro, “puede ser, no me caería mal un dinero extra, pero que favor necesita que le haga” me dijo; lo pensé por unos segundos y luego continué con mi propuesta “lo único que deseo es poder ver tu verga, acariciarla y pegarle una buena mamada hasta que te riegues en mi cara, tú no tienes que hacer nada más que regarte y disfrutar, ¿te parece?”.
Allan se quedó mudo, sus manos temblaban, puse la pizza en la mesa, me solté la toalla y quedé completamente desnudo frente a él yo estaba con mi pija durísima, sus ojos recorrieron mi cuerpo y con voz quebradiza me dijo que estaba bien, pero que él no haría absolutamente nada, ni me tocaría. Por supuesto que yo le contesté que estaba de acuerdo. Era muy notorio que era un jovencito que se había mantenido virgen, tímido e inseguro de sí mismo.
Comencé a desabrochar su cinturón, Allan continuaba inmóvil, temblaba como un conejo, eso me ponía aún más caliente, de mi verga ya salían gotitas de lubricación de lo excitado que estaba, luego solté el botón de su pantalón y bajé la cremallera, estaba completamente erecto, podía sentir su duro riel mientras le rozaba el pantalón, se lo bajé hasta las rodillas, quedando únicamente con su ropa interior, un calzoncillo azul que le quedaba ajustadito, su verga se repintaba deliciosamente, sus piernas eran gruesas, musculosas, velludas, le tomé las nalgas eran firmes y de buen tamaño, luego procedí a bajarle lentamente su ropa interior. Allan temblaba cada vez más, de seguro era su primera vez, y yo tenía el privilegio de ser su maestro.
¡Ufff!!! Tenía una verga riquísima circuncidada, de unos 17 centímetros, con cierta inclinación hacia la derecha, sus huevos apretaditos y llenos de pelitos. Le pasé mi lengua a todo lo largo de su riel, luego marqué con la punta de mi lengua toda la figura de su glande, podía escuchar su respiración, era agitada, eso me excitaba increíblemente, abrí mi boca y me metí todo ese pedazo de carne mamándolo apasionadamente, mientras con mis manos acariciaba sus huevos y nalgas.
Tomaba su riel con mi mano y se lo frotaba, yo sentía que en cualquier momento se regaba, pero quería disfrutarlo aún más. Le dije que se sentara en el pequeño sofá, aproveché y le quité completamente el pantalón y su ropa interior, quedando solamente en calcetines, luego le desabroché su camisa, con la excusa de que era para que no se le arrugara, así pude contemplar su pecho y bien formado tórax, era un hermoso ejemplar de hombre joven. Le acaricié todo el cuerpo sin que el opusiera algún tipo de resistencia, luego le pasé mi lengua por su pecho, mordiendo cada tetilla delicadamente, me di cuenta que eso lo excitaba aun más, porque dejaba salir algunos gemidos de placer que no podía contener.
Lo tenía completamente bajo mi control, así que quise ir un poco más allá, y le dije: “Allan… déjame chuparte el culito, te prometo que lo único que voy a hacer es pasarte mi lengüita y mamártelo, vas a ver que te va a gustar, déjame no te vas a arrepentir”, el muchacho estaba entregado a mis deseos, no lo dejé responder y lo fui colocando de tal manera que el ojo de su culo quedara a mi disposición. Lo puse de rodillas en el sofá, le di un par de nalgadas y abrí con mis manos sus nalgas quedando su rosado culito a la vista, pasé mi lengua por todo su culo, con mi mano agarraba su verga que estaba empapada de la lubricación; sin lugar a dudas lo estaba disfrutando.
La punta de mi lengua jugaba en aquel rosado agujero, tratando de penetrar todo lo que podía, Allan se quejaba y gemía ahora más libremente; “te gusta, te gusta que te mame el culo? Allan, estás riquísimo tienes una verga y un culo deliciosos. Me encanta mamarte todo” le decía para seguirlo excitando con mis palabras. “¿Quieres que continúe?” su respuesta era poca, pero lo decía todo: “¡ahhhh! ¡Uffff! ¡Que rico! Siii, siii sigue… no pares… sigue”
“Quiero que me hagas tuyo Allan, deseo que metas todo tu riel en mi culo y que te riegues dentro mío, yo te dije que tú no ibas a hacer nada más que regarte, pero deseo que me cojas todo, que me penetres, que me hagas tuyo” le dije sin saber cual iba a ser su respuesta.“No sé como hacerlo, es mi primera vez” me dijo un poco apenado, “por eso no te preocupes, yo te enseño, yo seré tu maestro, pero hazme tuyo” le dije con una sonrisa, feliz porque seguía aceptando mis propuestas. Fue así como lo llevé hasta mi habitación y lo acosté poniéndolo boca arriba, con toda su verga a mi disposición. Iba a proceder a llenar de crema su pene cuando me dijo: “Sabes, me gustas mucho, tienes un cuerpo muy lindo… me… me… gustaría mamar tu pija” creí que me iba a regar con solo escuchar sus palabras; complacientemente me acerqué de rodillas a su cara y él de medio lado levantando un poco su rostro metió todo lo que pudo mi verga en su húmeda boca; “disfrútalo, pasa tu lengüita por toda la cabeza de mi verga, mama, mama con confianza, ¡siiii! ¡Ahhh! Así, aprendes rápido Allan. Lo haces muy bien” le decía mientras lo dirigía en sus primeras lecciones de mamador.
Luego tomé su mano y la puse en mis huevos para que los acariciara, él aceptando la invitación comenzó a acariciarlos y apretarlos, y tomando confianza acarició también mi culo, pecho y espalda. El alumno iba aprendiendo muy rápido, ya sus nervios eran mínimos y su entrega en la cama era cada vez mayor. A tal punto que agarraba con su mano mi verga y la sobaba mientras su boca seguía haciendo maravillas en mi verg.
Ya la entrega era total, me moría por probar su boca y sentir su lengua juguetear con la mía, morder sus carnosos labios y besar todo su rostro; me acosté sobre él, pecho con pecho, nuestras vergas estaban unidas, pegadas por su restos de saliva y nuestros líquidos pre seminales; me apoyaba en mis manos de tal manera que nuestros rostros quedaban muy cerca, podía sentir su respiración en mi cara, Allan cerró sus ojos, como imaginando lo que estaba por ocurrir, sus labios se mantenían un poco abiertos, yo acerqué los míos, y dejé que mi lengua se abriera espacio en su dulce boca, su respuesta fue inmediata, nos besamos apasionadamente, en ocasiones con gran ternura, por ratos con agresivo placer. Le dije: “Allan, deseo sentirte dentro de mí, estoy listo para que me penetres, para que me metas todo tu pene en mi culo”.
Tomé la crema y penetré un poco mi culo con mis propios dedos, cuando Allan vio lo que estaba haciendo, acercó su mano a mi ano, y uno de sus dedos se abrió espacio en mi agujero junto con los dos míos, era como tener una verga en mi culo. Nuestros dedos entraban y salían de mi agujero dilatando y preparando mi culo para la entrada de su dura verga.
Luego llené de crema el pene de Allan, ubiqué su punta en mi agujero, y lentamente fui introduciéndolo hasta la raíz misma, por fin lo tenía muy dentro de mí, mis movimientos eran planificados para darle placer a mi joven amante, apretaba mi culo para que él sintiera lo más rico posible en su dura pija, la sacaba y la metía a mi antojo, en lo personal esa es la posición que más me gusta porque tengo control pleno de la situación.
Allan jadeaba, el sudor cubría su rostro y pecho, su agitada respiración me indicaba que ya estaba a punto de regarse, de llenarme el culo de su deliciosa leche; apuré mis movimientos mientras sobaba mi verga, de repente sentí como Allan me embestía con gran fuerza, levantaba sus caderas penetrándome violentamente, podía sentir su tibia leche en mi culo, cada embestida era un chorro de semen que salía de su verga a gran presión, en ese mismo momento de mi pene salían grandes chorros de leche que se derramaba en el pecho de Allan, múltiples gotas de espeso líquido blanco caían por su cuerpo, esto parecía que lo excitaba más, ya que con cada chorro se semen que salía de mí y caía sobre él, sus embestidas eran más y más fuertes.
Los dos quedamos rendidos, agotados, bañados en sudor, “nunca creí que fuera tan rico, que lo disfrutara tanto, siempre quise hacerlo, pero tenía mucho temor y además nunca había encontrado la persona indicada. Alguien que me gustara mucho y me diera seguridad” me dijo mientras yo sacaba su aún duro riel de mi culo; “pues estoy para servirte y enseñarte aún más placeres que puedes explorar” le dije, ya que lo había disfrutado tanto que no quería que fuera un polvo de una noche únicamente, sinceramente deseaba que la experiencia se repitiera muchas veces más.
Me presenté, porque aún no lo había hecho “mi nombre es Nicolas” le dije entre risas, luego nos duchamos entre abrazos, caricias y besos, y reiteradas promesas de volvernos a ver muy pronto, cosa que ocurrió más rápido de lo que yo pensaba.

lunes, 22 de agosto de 2011

MI PRIMERA VEZ

Ahí me encontraba yo, completamente desnudo sobre la cama de ese hotel que horas antes me era desconocido, mi cuerpo todavía mantenía las pruebas de lo que había sido una noche de sexo y lujuria jamás vivida. Mi culo percibía un leve dolor, y el semen seco en los vellos de mi pecho y estómago era testigo del placer inmenso disfrutado horas antes. A corta distancia escuchaba el sonido de la ducha que me indicaba que él todavía se encontraba en la habitación, y en mi mente los recuerdos y las imágenes de lo acontecido acrecentaban mis ansias de que todo se volviera a repetir, como con voluntad propia mi pija sufrió una fuerte erección, cerrando mis ojos comencé a acariciarme y a recordar todo lo ocurrido…
A mis 18 años nunca había experimentado el estar con alguien de mi mismo sexo, a pesar de que solo el hecho de pensarlo me excitaba en gran manera, y cada noche me masturbaba pensando en diferentes hombres y nombres que llegaban a mi mente, pero solo como una fantasía sin cumplir. Ese viernes tomé el autobús como siempre a las 7 de la mañana, a los cinco minutos como era costumbre, abordó el bus aquel guapo joven, unos años mayor que yo, de cabello claro, piel bronceada, alto y de buen cuerpo, con una sexy sonrisa; una vez más dirigió su mirada hacia mí y yo ruborizado bajé la vista sin saber como corresponderle. Pero ese día fue diferente, algo en mí me retaba a hablarle, a romper el hielo, a vencer mis más profundos miedos. Y así fue, los dos nos bajamos en el mismo lugar y caminamos a pocos metros de distancia el uno del otro, él más adelante que yo.
Apuré el paso y lo alcancé, tartamudeando le pregunté si lo podía acompañar, de todas maneras seguíamos la misma ruta siempre. Me volvió a ver con su hermosa sonrisa, yo casi me derrito en el lugar, y me dijo: “claro, para mí sería un placer, así podemos platicar un rato”. Su aceptación liberó un poco los nervios que sentía, y tuve más seguridad para conversar y hacerle algunas preguntas. Su nombre era Alberto, yo me presenté: “Hola, soy Enrique, y siempre había querido hablarte, pero no me atrevía”; “lo mismo me pasaba a mí” respondió. Así caminamos por unos diez minutos hasta que llegó el momento de separarnos: “bueno, es hora de separarnos, espero poderte volver a ver pronto” me dijo; yo feliz le dije que claro, que después del trabajo todas las noches las tenía libres, insinuándole con ello que estaba dispuesto a verlo cuando él quisiera. Fue en ese momento que inició todo, de forma muy cortés y con algo de nervios que se notaban, me hizo la invitación tan esperada: “si quieres nos podemos ver hoy en la noche, yo puedo pasar por ti si no te molesta”; mi corazón palpitaba a mil, las manos me sudaban, mi sueño se estaba volviendo realidad, mis fantasías cobraban vida, en segundos pasaron por mi mente todas las pajas pasadas dedicadas a Alberto, sentía como mi verga cobraba vida he iba humedeciendo mi ropa interior; me cubrí como pude para que no lo notara, y respondí: “me encantaría”; nos pusimos de acuerdo. Y con gran ansiedad esperé que llegara la noche.
A las ocho en punto, según lo planeado se detuvo un auto frente a mi casa era él; abrí la puerta y salí para recibirlo; bajó la ventanilla del conductor que era completamente oscura, sonrió, me guiñó un ojo y me dijo: “¿estás listo, para disfrutar una hermosa noche?”; no dije nada, solamente le devolví la sonrisa y rápidamente me monté en el auto. La luz dentro del auto estaba encendida, y pude verlo, iba con un vaqueros ajustadito, unos zapatos café, y una camisa color naranja claro que acentuaba el color de su piel y cabello. Alberto notó mi mirada, y con una pequeña carcajada apagó la luz diciendo: “mejor apago la luz antes de que me desnudes con tus ojos”, me ruboricé y bajé mi cabeza, el tomó con su mano mi mentón y me dijo: “era un chiste, la verdad no me molestaría si me desnudaras en este preciso momento, pero quiero que esta noche sea especial para los dos”. Todo dentro de mi era confuso, sentimientos de deseo y nervios, ansias por experimentar lo no vivido, un placer extraño por lo prohibido; en ese momento el tomó mi mano con fuerza y me acarició los brazos, y continuó “¿sabes? Me encantan los vellos de tus brazos, siempre me han gustado, desde el primer momento en que te vi”, abrió el primer botón de mi camisa, y dejó ver los vellos de mi pecho diciendo: “y los pelitos de tu pecho me han servido de inspiración para vivir increíbles experiencias nocturnas en mi habitación”, tomó con sus dos manos mi rostro y me besó. Fue un beso lleno de pasión y ternura, mi primer beso a un hombre. Encendió el auto, y me llevó a un hotel lejos de la ciudad.
Durante el camino íbamos charlando, y de vez en cuando nos acariciábamos las manos; llegamos a un hermoso hotel, que conocía por nombre, pero nunca había podido estar en él ya que era muy exclusivo y caro. Alberto se dirigió a mí: “espero que disfrutes lo que he planeado para ti, primero iremos a cenar”, y me llevó al restaurante del hotel; bebimos un delicioso vino y comimos algo de mariscos y ensalada. En realidad la velada era como sacada de un libro de cuentos. Nos mirábamos a los ojos, nos rozábamos las manos, y por debajo de la mesa, nuestros pies tenían encuentros clandestinos, que excitaban todo mi cuerpo. Pero lo mejor estaba por venir… Me dijo: “¿te gustaría pasar la noche conmigo?”, yo me quedé mudo, de verdad que lo deseaba, pero me daba mucho miedo, no sabía como actuar y él se veía muy seguro y experimentado. Pero al fin respondí: “¡claro!, de verdad que lo deseo”. Llegamos al cuarto piso del hotel, la habitación número siete, él abrió la puerta y me dejó pasar, mis pies apenas que me sostenían, todo temblaba fuera y dentro de mí, cerró la puerta, me tomó entre sus brazos y me besó, dulce y apasionadamente. Nuestras lenguas se entrelazaban, nuestras bocas disfrutaban cada uno de los besos, que de forma obligatoria excitaban nuestros penes que se apretujaban cada vez que nuestros cuerpos se unían en un abrazo.
Yo estaba inmóvil, Alberto comenzó a soltar uno a uno los botones de mi camisa, besando cada espacio que quedaba desnudo de mi pecho, con suavidad quitó mi camisa pasando su lengua por todo mi cuello, llegando hasta mis tetillas las cuales mordía tiernamente, ya para ese entonces dentro de mi pantalón había un charco inevitable de líquido pre seminal. Regresó a mi cara, besándome y pasando su lengua por mis orejas cuello, labios; mientras sus manos soltaban mi cinturón y bajaba mi pantalón quedando mi bóxer ajustado al descubierto, Alberto se inclinaba y seguía besando mi pecho, acariciaba mi espalda y llegó a mis nalgas las cuales tomaba firmemente, y comenzó a acariciar mi pija por encima de mi ropa interior, tenía que esforzarme para no regarme, en ese momento el placer era inmenso. Acariciaba mi verga a todo lo largo de él, luego se puso de rodillas y a pasar su lengua por encima de mi ropa interior, yo gemía de placer, la vergüenza y el temor iban quedando a un lado y me dejaba llevar por lo rico del momento.
Tomó mi bóxer y lo empezó a bajar, y así quedé completamente desnudo delante de él, dijo: “¡que delicia! ¡Está todo mojadito!” y pasó su lengua por toda la cabeza de mi verga, con su mano derecha la tomó y la frotó lentamente, yo sentía que ya me regaba en su cara; y notándolo me dijo: “si quieres te riegas en mi cara, tenemos toda la noche para disfrutar”. Y se introdujo toda mi pija en su boca, mamando y succionando con gran maestría, debo recordarles que era mi primera vez, por lo tanto lo que vivía era únisco y nuevo.
No pude más, y en un estallido de placer tuve uno de los orgasmos más grandes de mi vida, no sé cuántos chorros de semen salieron de mi, pero sí sé que Alberto disfrutó cada uno de ellos, tomaba mi leche, la saboreaba, gemía de placer mientras acariciaba su paquete; me di cuenta lo egoísta que había sido, yo ni siquiera lo había tocado. Dejándome guiar por mis instintos sexuales, lo tomé de la mano, lo besé llenando mi boca de mi propio semen; y lo llevé hacia la cama. Una vez ahí traté de imitar los movimientos que minutos antes él había hecho conmigo. Quité su camisa, su pecho era bien formado, sin llegar a ser un adonis, pero era delicioso, de su ombligo salía una línea de pelitos que me dirigían hacia su verga, los besaba y lamía, solté su cinturón y le bajé el pantalón, llevaba un bóxer ajustado de color blanco, su picha se repintaba y se podía notar que estaba bien mojadito; era la primera vez que tendría una pija que no fuera la mía en mis manos, le bajé el bóxer, y ahí estaba, imponente, erguida, dura como piedra. Era tal el placer que experimentaba al verlo que mi verga estaba igual de dura. La tomé en mis manos, era muy similar a la mía, unos 18 centímetros, eso sí más gruesa y blanca. Abrí mi boca y la introduje, y lo empecé a mamar, tenía la boca llena de saliva que se confundía con su pre semen, Alberto se quejaba y gemía de placer, yo lo mamaba como todo un profesional, a pesar de que nunca lo había hecho en mi vida.
Lo masturbaba, él retorciéndose en la cama decía: “papi, que rico, quieres que me riegue en tu boquita, que te llene de leche toda la boca”. Yo le dije que sí que deseaba tomarme toda su lechita, mientras él hablaba yo le acariciaba y sobaba más fuerte su rica verga, y gimió muy fuerte mientras de su pija salía gran cantidad de semen que pringaba mi cara por completo, una buena parte cayó en mi boca, era demasiada y salía con gran presión. Me tomó en sus brazos, y me besó tomando él de su propia leche, y lamió toda mi cara. Que placer más delicioso sentía, puso su cabeza en mi pecho y descansamos un rato.
No sé cuantos minutos dormimos, me despertó el sentir que Alberto una vez más estaba prendido de mi verga mamándola con gran pasión, yo acariciaba su cabeza, sus cabellos se enredaban entre mis dedos; tomó un frasquito que sacó de no sé donde, era una especie de gel, embarró sus dedos y comenzó a jugar con mi culo, “¡ahhhhhh!; ¡que rico!” exclamé, sus dedos hacían movimientos circulares en mi ano, y luego introdujo un dedo, luego, a medida que me iba dilatando mas, me introdujo dos y hasta tres dedos, la sensación era increíble. Me volvió a ver con ternura y me dijo: “quiero penetrarte, meterte toda mi verga, sentirme dentro de ti”, eso me dio escalofrío, una parte de mi deseaba tenerlo todo dentro mío, pero otra parte temblaba del miedo de que ese gran riel rompiera mi pequeño culo; “lo haré suavemente, te lo prometo" no te miento, te va a doler, pero pasará pronto y vas a ver que disfrutarás, es una gran sensación”, sus palabras me tranquilizaron y asentí con la cabeza; levantó mis pies, puso la punta de su duro pene en mi culito, y presionó, yo sentí como entraba su cabeza en mi culo; el dolor era fuerte y agudo, creí que me había rasgado en dos, a decir verdad no sentía placer; lentamente introdujo la mitad de su verga yo gemía, pero del dolor; se detuvo para que yo tomara aliento; luego terminó de meter todo su pija dentro de mí.
Sentía que mi corazón iba a reventar, luego un beso suyo me calmó un poco. Después de unos minutos, el dolor fue cesando, y pude experimentar un placer nuevo, Alberto se movía suavemente, metía y sacaba su verga, estimulando mi próstata, yo estaba muy excitado, me besaba, tomaba mi pene entre sus manos, y con gran armonía me masturbaba mientras movía su cintura, podía sentir sus huevos golpear mis nalgas; llegó el momento que ya no podía más, y le dije que debía de regarme, no había terminado de decirle cuando de mi pija salió gran cantidad de leche, que cubrió mi pecho y estómago, casi al mismo tiempo pude ver a Alberto estremecerse y con movimientos fuertes eyaculó dentro de mí, de alguna manera sentía su tibia leche en mi culo; se acostó sobre mí y quedamos exhaustos unidos por mi semen, me besó, yo limpié con la mano el sudor de su frente, nos quedamos un rato en la cama y luego fuimos a darnos un baño. Parecía que el deseo y la pasión se encendían a cada instante, era increíble la atracción sexual que había entre los dos, nos metimos al baño juntos, nos enjabonamos y acariciamos, cada caricia era un estímulo nuevo a continuar nuestro desenfreno, nos besábamos a cada instante, y otra vez nuestros penes estaban a mil, Alberto tomaba las dos pichas con su mano, sobándolas al mismo tiempo, el jabón confabulaba poniendo un elemento extra de sensación estimulante y especial. “Me toca a mí” dijo Alberto.
Nos quitamos el jabón del cuerpo y así empapados nos tiramos a la cama, yo estaba boca arriba, lentamente Alberto fue acercando su rosado culito a mi cara, casi se sentaba sobre mi rostro, tenía un culo firme y redondo cubierto por un suave y delicado vello rubio, por puro instinto, saqué mi lengua a todo lo que podía, y comencé a lamer su culo, “que delicia” pensaba en mis adentros, mi lengua jugueteaba con ese cerrado agujero, con mis manos le abría las nalgas para que mi lengua tuviera mejor acceso, cada mamada que le daba era un gemido nuevo en él, de verdad que se notaba excitado. Alberto dijo: “es el momento de sentir tu pija en mi culo, quiero sentir que soy tuyo, y que me la metes toda”, puso lubricante en mi verga, y luego en su propio agujero, que estaba empapado de mi saliva, una sensación fuera de este mundo sentía mientras mi pija se iba introduciendo en su culo, y luego de un solo se sentó gritando de placer; ¡ahhhh! No dejó nada afuera, era demasiado para un principiante, pensé. Sus movimientos eran perfectos, para arriba y abajo, circulares, mi verga se sentía muy bien acogida dentro de ese tibio culito.
Yo podía ver su pene completamente erecto, su rostro reflejaba el placer que estaba experimentando, como pude tomé el ritmo de sus movimientos y yo también comencé a moverme, Alberto acariciaba mi pecho, pellizcaba mis tetillas, yo hacía lo mismo con su cuerpo, tal parecía que el placer era interminable. Él no tuvo necesidad de masturbarse, cuando me di cuenta apuró sus movimientos, sentía como su ano se cerraba y apretaba mi verga, eso me excitó aún más, luego su verga reventó en semen, sin ni siquiera tocarse, llenó mi pecho de su leche, ya no tan abundante como antes, pero si una buena cantidad, gemía y gritaba del placer, al rato yo hice lo mismo, y le llené el culo de mi semen, con cuatro fuertes golpes introduje mi pija hasta la raíz, mientras descargaba toda la leche que aún quedaba en mis huevos; está de más decirles que terminamos agotados; caímos rendidos en la cama, fundidos en un fuerte abrazo...
Y ahora me encuentro aquí, en la cama del hotel, excitado por todo lo que he experimentado, esperando que mi gran amor salga de la ducha para continuar disfrutando del placer más inmenso, hasta donde nuestros cuerpos resistan.

viernes, 19 de agosto de 2011

JUEGO DE BARRIO

Mi primera vez fue un evento casual. Sin pensarlo cai en sus redes. Me enseño a disfrutar la vida Gay desde mi lado pasivo, sumiso y complaciente.
Han pasado algunos años de mi primera vez, tenia 17 años, era un chico normal, me encontraba terminando mi bachillerato en un buen colegio en el norte de la ciudad de Bogota; habia tenido 2 novias con las que logre tener relaciones sexuales por lo que ya no era virgen, mis amigos eran muchachos de barrio de estrato alto con los que rumbeaba y nos divertiamos.
Fisicamente estaba bien, media 1,67 mts, pesaba cerca de 61 kilos, ojos verdosos, cabello negro, poco vello mas bien lampiño, buen cuerpo en especial mis piernas y mi trasero, hacia deporte frecuentemente. Tenia buena suerte con las mujeres, no era un chico corpulento, mas bien delgado, pero, bien formado y sensual.
Un domingo en la mañana, a eso de las 11 a.m. estaba en una de las calles de mi barrio con unos amigos chutando un balon, en una de esas veces que lo hice lo mande al balcon de una casa desocupada. Todos nosotros sabiamos que los dueños de esa casa vivian de ahi a casi 2 cuadras, fuimos alli en ese momento pero no encontramos a nadie. Mis amigos me responsabilizaron para reclamar el balon. Cosa que hice a eso de las 2 de la tarde, despues de asearme, almorzar y de que mis padres salieran con mi hermana y hermano a dar una vuelta dominical por la sabana y yo me despidiera de ellos argumentando que estaria estudiando para un examen.
Al llegar a la vivienda de la familia dueña de la casa desocupada me abrio un chico de unos 24 años, se llamaba Miguel, le explique que el balon habia caido en ese balcon, que yo lo habia tirado accidentalmente y que le pedia el favor de ayudarme a recuperarlo.
Él se mostro un poco disgustado, me dijo que estaba ocupado estudiando para un parcial de la U. Que ademas no habia nadie mas en ese momento para ayudarme. Me toco insistir y luego de varios minutos de titubeo me dijo que me ayudaria a coger el balon. Bien, esperame un poco iremos juntos, tardo cerca de 5 minutos, salio de sudadera deportiva, camiseta, tenis y con una mochila no muy llena. Al preguntarle que para que la mochila, me dijo que luego seguia por ahi mismo para el gimnasio.
Caminamos cerca de 2 cuadras, en el camino me preguntaba a cerca de mi novia, que si tenia, que si era linda, que si habia tenido ya relaciones con ella, cosa que no parecio raro, pues, con mis amigos se hacian las mismas preguntas.
Al llegar a la casa desocupada abrio y entramos, cerro la puerta y me dijo que subieramos a la segunda planta donde habia caido el balon, la casa era grande, era muy bonita ademas, me conto que sus padres la tenian en venta y que estaba muy proximo a cerrarse un negocio. Durante este trayecto él se mantenia detras de mi, me decia por donde seguir, yo veia que me miraba un poco raro, pero, ni sospecha de lo que tramaba. Llegamos a la alcoba principal, abrio la puerta y me dijo que ese era el balcon que lo abriera y cogiera el balon, él se quedo afuera del cuarto, cuando volvi a cerrar el balcon y dirigirme hacia la puerta me di cuenta que se habia quitado la camiseta, me dijo que tenia calor.
Tenia un abdomen liso, buenos pectorales y brazos, velludo, cabello negro, ojos cafes, trigueño, lo vi muy atletico y atractivo, cosa que me impacto, pues, nunca habia detallado un hombre de esa forma y menos tan cerca y proximo a mi. Me dijo: bueno Felipe, es hora de que me pagues el favor.
Yo le dije: pero que dices, como que te pague, con que? Él me mira burlon y cuando pretendia pasar la puerta del cuarto que custodiaba me cogio del cuello con una llave de su fuerte brazo y me pego contra la pared de la alcoba, yo trate de safarme y defenderme, pero indiscutible era mas fuerte y mas alto que yo. Al ponerme contra la pared senti su verga pegada a mi trasero, senti como su otra mano me manoseaba todo y como su lengua recorria mi cuello, mis oidos y mi cara. Me susurraba al oido cosas como: estas muy rico, me gustas, quiero que seas mio, quiero verte desnudo para mi.
Yo no podia safarme. Luego senti, que con su mano libre me solto mis jeans y metio su mano entre mi ropa interior, tenia susto, pero senti como mi verga se empezo a parar, él me la cogio libremente, ademas me pegaba la suya y me movia como penetrandome, su boca no dejaba de recorrer mi nuca y mis oidos, tampoco paraba de decirme palabras cada vez mas directas, calientes y sucias: ¡ asi putita, muestrame como se te para la verga, dejame sentir como gimes, quiero que seas miaaaa, quiero sentir tu piel, quiero poseerte. Yo no aguante mas, deje de luchar lo poco que resisti, cerre los ojos y empece a gemir y a respirar fuerte y lleno de deseo, ahora queria que me manoseara todo, queria sentirlo, queria que me desnudara, cosa que ya tenia muy adelante, pues, mis jeans y mi ropa interior estaban en mis tobillos, el sintio que me le entregaba y me solto del cuello, inmediatamente me quito la camiseta y se quito su sudadera.
Yo estaba contra la pared, ya totalmente desnudo, él tambien. Sus manos me recorrian todo me metia un dedo a mi boca, pellizcaba mis tetillas, me daba palmadas en mi trasero, me abrio las piernas y me hizo levantar las manos contra la pared, durante todo el tiempo no dejaba de hablarme, de decirme cosas calientes, y asi me dominaba, me sentia transportado, sentia que se apoderaba de mi, que sus palabras me llegaban a lo mas hondo de mi ser. Me sentia dominado, sometido, y queria mas. Lo deseaba, lo necesitaba.
Su verga media cerca de 18 cms. y muy gruesa, la sentia entre mis piernas chocando contra mis bolas, él se movia acompasadamente como mostrandome como se penetraba, sus manos me recorrian todo. Su lengua empezo a recorrerme la espalda por toda la columna. Ahora sus manos me cogian de ambas caderas y me pegaba mas hacia él. Luego fue arrodillandose y con su lengua empezo a recorrerme todo mi culito, sus manos me abrian el hoyo, me hizo doblarme mas, sin despegar las manos de la pared y con las piernas abiertas estaba a su antojo, a su disposicion. Yo gemia, me movia al sentir su lengua recorriendo mi culo.
Luego su mano cogio mi verga que estaba a mil, media menos que la de él, solo 14 cms y era mas delgada, senti como volteo y metio su cabeza entre mis piernas y luego vi como desaparecia toda mi verga en su boca, sus manos seguian en mis nalgas haciendome mover contra él y mi verga entraba y salia de su boca yo no podia mas, me tenia volando con los ojos cerrados, respiraba fuerte y gemia loquito de placer.
Sigue, mamamelo, chupamelo, dale, me quiero venir. Él sintio que estaba proximo a terminar e inmediatamente saco mi verga de su boca y con una mano me agarro la base de mis bolas, fue como si parase una avalancha. Mi descarga se devolvio, no quiero que te vengas todavia putita rica, no te he dado permiso para que sueltes esa lechita, lo haras mas tarde, ok.
Ahora te toca a ti mamar, se paro y se recosto contra la pared, me hizo arrodillar ante su verga con una mano se la cogio, con su otra agarro mi cabello y me dijo:¡ abre la boca¡ Obedeci, cerre los ojos y luego senti una cosa caliente y jugosa en mi boca, él seguia llevando el ritmo de sacar y meter, aunque me sentia algo raro por mi primera mamada, empece a sentir placer, luego con mis manos lo cogi de sus caderas y yo mismo comence a manejar el ritmo. Luego con una mano cogi su verga, mientras seguia chapandole y dandole lengua en su cabezota, producia gorgoteos al chaparselo y sacarmelo al mismo tiempo, luego sin pensarlo pase mi lengua por sus bolas, empece a chuparselas suavemente, mientras con mi mano le seguia moviendo su vergota.
Su ritmo era cada vez mas fuerte, asi putita sigue asi, lo haces rico sabia que eras una perrita caliente, si dame lengua, metelo en tu boca, me quiero venir, deje de chupar sus bolas, me lo meti en mi boca, le di tres o cuatro mamadas mas y luego senti sus manos cogerme mi cabeza y su verga meterse casi en mi garganta ya siiiiiiiiiii. Senti un liquido caliente en mi boca y mi garganta, tuve que empezar a tragar para no ahogarme, pues no podia retirar mi boca de su verga, me tenia agarrado, chupatela toda no dejes caer ni una gota de leche. Yo tragaba y tragaba, sentia su leche caliente y espesa bajar por mi garganta, mi boca seguia llena. Senti que me soltaba, pude respirar y tragar mejor, ahora le pasaba mi lengua limpiandole todo rastro de semen.
La comisura de mis labios dejaron ver ese liquido blanco y él con un dedo me lo limpio y me lo hizo limpiar tambien con mi lengua, asi nenita rica, limpiame la verga chupate toda la lechita, es tuya. Pasate la lengua por tus labios, eso asi. Tienes una boquita mamadora, sabia que eras caliente, lo supe desde que te vi, por eso estas aca, para que me demuestres lo putita que eres.
Se arrodillo junto a mi, me beso tiernamente y luego me dio lengua como tratando de revisar si todavia tenia leche sin tragarme.
Mi hizo acostar al lado de él, me dijo que mientras yo le insistia para que le ayude a coger el balon él lo habia planeado todo, desde que abrio la puerta le guste y que no podia dejar de pasar la oportunidad que se le habia dado de hacerme suyo y que todavia faltaba mas.
Me dijo que revisara la mochila. Me pare, fui por la mochila que estaba a la entraba de la alcoba principal donde estabamos, llegue nuevamente al lado de Miguel, me sente y abri su cierre, alli habia un pote con una crema lubricante con sabor de fresa, condones y unas tanguitas femeninas, negras de seda con unos encajes con adornitos de floresitas.
¿Y esto es para que? pregunte medio alarmado, medio burlon. Pues ya te dije que todavia falta mas y me cogio de un costado y me tiro a la alfombra junto a él. Me empezo a besar a lengüetearme las tetillas, quiero que seas mia, quiero cogerte por ese culito rico. Quiero hacerte llegar, quiero poseerte, quiero que seas mi nenita hoy toda la tarde, quiero verte con esas tanguitas, quiero ver a mi nenita entregada a su papi. Era extraño, nunca me habian hablado asi en toda mi vida, ni yo lo habia hecho, pero me sentia transportado, me sentia poseido, me sentia entregado, era como entrar en un trance en el que mis fuerzas desaparecian.
Inmediatamente mi verga se puso dura de nuevo, senti su mano apoderarse ella y lentamente empezo a movermela, sus labios se movian entre mis tetillas y mi boca. Me puso otra vez a mil, sentia mis bolas reventar de lo cargadas que estaban, sentia que me explotaba, me solto de nuevo presintiendo mi llegada. Se paro, ven ricura, quiero mostrarte la casa. Me sorprendi, no entendi esa invitacion, vi como se ponia su sudadera, de su mochila saco las tanguitas negras y me las entrego. Pontelas quiero verte con ellas, no dije nada, estaba tan sometido y tan caliente que solo pude acatar su solicitud. Las tanguitas se sentian delicadas, la tela de seda acariciaba mi partes intimas, se senti raro pero a gusto, la parte de adelante apenas pudo ocultar una parte de mi verga que estaba toda dura, mis nalgas resaltaban con la pequeña tela negra. Te ves preciosa, volteate, gira para verte fueron sus palabras, me senti halagado con sus palabras y su mirada lujuriosa. Gire lentamente, luego me dijo,vete hasta el balcon y te devuelves lentamente, asi lo hice, sentia su mirada en mi culo. Tienes un culo muy rico, todito sera mio, ahora ven hacia mi, eso es, mira esa verguita toda parada. Efectivamente mi verga se salia por un costado de las tanguitas, muestrame esa lengua mamadora, pasatela por los labios, le obedeci sin rechistar. Estaba gobernado por él, su mirada y sus palabras me derritan todo cuando me hablaba, me cogio de la mano y me dio en beso en la boca, mientras su mano se apoderaba de mi culo, quiero mostrarte la casa, ponte tu camiseta solamente.
Él estaba de sudadera y al ponerme la camiseta que era un poco larga quede como con un vestido y ropa interior de mujer, me hizo nuevamente modelarle y salimos, en la segunda planta habia otras 3 habitaciones, un estudio y una salita de estar, bajamos a la planta baja, durante el trayecto sus manos no se quedan quietas, unas veces las sentia en mis nalgas otras veces en mi verga, en mi cintura, en mi cara mientras me besaba, en fin, todo el trayecto me hablaba y me manoseaba, mi verga permanecia dura. Él recorrido era tormentoso, erotico y morboso pero sobre todo era la dominacion total, me hacia sentir de su propiedad, de que podia pedirme lo que quisiera sabiendo que lo obedeceria, recorrimos toda la planta baja de la casa hasta que terminamos en un salon amplio en el que funcionaba la sala de la casa, tambien estaba alfombrado y como puede sentirla era una alfombra mas tupida, mas suave que la que conoci y senti en la habitacion principal.
Me empezo a besar apasionadamente, locamente, senti su verga nuevamente en toda su plenitud, habia transcurrido cerca de una hora desde que entre a esa casa con Miguel. Se despojo de su sudadera y se acosto en la alfombra boca arriba y me dijo que me desnudara y me atrajo hacia él, le tire mis tanguitas y se sobo con ellas la cara y su verga. Eso produjo mas erotismo, me acoste encima suyo, sentia su piel, sus pectorales formados, sus manos aferradas a mis caderas, senti que nuestras vergas se rozaban, que rico sentirte Felipe, que rico saber que te gusto, saber que eres mio, que me obedeces, que me complaceras en todo lo que yo quiera, esas palabras me retumbaban en mi cabeza.
Me gustaba que se dijera que era suyo, de su propiedad, nuevamente nos besabamos, nos entrelazamos con brazos y piernas y rodamos apasionadamente por la alfombra. Estando yo encima me dijo: mamamelo ricura, comete esa verga, y sin pensarlo dos veces empece a bajar con mi boca por todo su cuerpo, inicialmente me apodere de sus tetillas como el antes me lo habia hecho, inmediatamente senti un gemido y supe que le gustaba. Mi lengua recorria esa zona gustosamente, aprovechaba para mordisquearlo, mientras que con una mano preparaba la otra tetilla, le daba lengua y mordisqueaba morbosamente, no dejaba de decirme cosas. Asi putita, lo haces rico. Chupame esas tetitas, son tuyas, muerdeme. Mi otra mano cogio su verga, empece a moverla como todo un experto. Lentamente pase por su ombligo hasta llegar a su verga, por un momento me deleite mirandola goloso, ganoso, para luego llevarmela como un caramelo a mi boca. Ahora sabia mejor como hacerlo, con una mano lo cogia de la base, mientras mi boca se encargaba de subir y bajar en su rica verga. A veces lo sacaba del todo y me apoderaba de sus bolas, les daba lengua, les dejaba caer mi saliva para luego limpiarlas con mis labios y lengua, mientras mi mano seguia moviendosela ritmicamente.
Lo miraba a los ojos y veia como lo disfrutaba, se sentia complacido y eso me llenaba de orgullo para seguirselo haciendo. Estaba otra vez proximo a venirse, por lo que me dijo que parara.
Sueltamelo que me vengo, obedeci. Ve por la mochila, traemela. Quiero poseerte, se me abrieron los ojos.
Senti que mi culo estrecharse de susto y de placer. Me pare para ir a la segunda planta por la mochila, pero me dijo: ponte primero la tanguita nenita. Lo hice y sali por la mochila, no demore 2 minutos y ya estaba nuevamente ante Miguel.
Le entregue la mochila, él sentado y recostado contra una pared la abrio y saco el pote de crema y un condon, me hizo acostar a su lado. Me fue quitando las tanguitas lentamente, mientras me pasaba su lengua por mi verga, ahora veras que lo rico cuando dentro de ti esta mi verga que tanto te gusta. Se arrodillo entre mis piernas, las cuales puso en sus hombros, unto sus dedos de crema y la puso abundantemente en mi culo, lo masajeo, con una mano me sobaba la verga, con la otra sentia como un dedo intentaba abrirse paso por mi culo virgen.
No tarde mucho en sentir no solo el primero, si no el segundo dedo dentro de mi, solo sentia ya el mete y saca y como seguia dilatandomelo. Mi dolor habia desaparecido, me dijo que esa crema era de sabor de fresa y que ademas era como un anestesiador que rapidamente desaparecia. Cogio su verga, la puso en la entrada de mi culo y empezo su recorrido de penetracion. Sentia algo extraño, esa sensacion de todas formas me asustaba, asi lo sabia por lo que sus manos no se quedan quietas, una seguia moviendome la verga, la otra seguia dandome dedo en la boca y pellizcandome las tetillas.
Sus palabras tampoco dejaban espacio al silencio, si rico, que culito estrechito, es mio todito, asi te queria ver nenita, eso putita rica, abrelo, deja que entreeee. Lentamente, pero sin titubear lo llevo hasta el fondo, senti sus testiculos pegar contra mis nalgas, senti toda su verga gruesa y larga dentro de mi. Nuevamente hacia lo que queria conmigo, habia desvirgado mi culito.
Su movimiento de mete y saca fue creciendo lentamente, al principio lo sacaba un poquito solamente, pero despues de cortos minutos su movimiento era largo y rapido. Yo ya sentia placer, lo sentia dentro de mi, veia como su cuerpo se llenaba de sudor, como caian sus gotas en mi cara y en mi abdomen mientras mis piernas estaban encima de sus hombros y me las llevaba mas hacia mi cabeza. Sus manos estaban ahora apoyadas en la alfombra, cerraba mis ojos, estaba volando, me sentia penetrado, poseido, dominado. Y ese macho sudoroso, musculoso y dominante me hacia suyo o como decia él, SUYA.
Sentia que explotaba, estaba proximo a venirme por primera vez en toda la tarde. Eso es, sigue asi, eres mi putita, eres mia, eres mi nenita. Quiero que te vengas, quiero sentir tu leche, eso fue como la orden para que me pudiera venir, cosa que inmediatamente obedeci, mi verga empezo a disparar leche entre los dos. Él inmediatamente saco su verga de mi culo, le quito el condon y empezo tambien a votarse, si, si, te baño con mi leche, siiiiiii., me vengo, yo tambien Migueeelll. yo tambiennnn papi, soy tuya, tu putita. Si nenita, eres mia, mi putita.
Su descarga me llego hasta mi cara y luego cayo en mi pecho, estomago y tambien en mi verga y mis bolas; nuestros semen se mezclaron y el olor era riquisimo, cogio su verga y me la paso por la mia, veia como recogia nuestro semen mezclado con la cabezota de su verga, luego me dijo: ¡limpiamela con tu boca, chupate la leche!
Me incline un poco y le pase inicialmente mi lengua, luego me la meti en la boca y la limpie todita, no quedo un solo rastro de semen, me encantaba su sabor, inclusive, mis dedos recogieron un poco de semen de su pecho y tambien me lo lleve a la boca. Ya me sentia como un experto en esas degustaciones, era super.
Dormitamos cerca de 30 minutos uno al lado del otro. Fue la llegada mas espectacular que habia tenido en mi vida, a su vez era mi primera culeada, era la primera vez, y que primera vez.
Luego de ese tiempo y de haber pasado cerca de 3 horas con Miguel recogiendo un balon por un juego de barrio, mi vida habia cambiado, habia descubierto el placer gay, habia descubierto mi naturaleza sumisa, complaciente y obediente. Habia descubierto a Miguel. A partir de ahi y por espacio de 2 meses, tiempo que duro la venta de esa casa, Miguel me poseia minimo 1 vez por semana, lo normal era 2 veces, aunque hubo semanas de casi todos los dias.
Recorrimos todas la habitaciones y salones, inclusive lo hicimos en la bañera en donde me enseño otras cosas. Me gustaba que me dijera cosas calientes y morbosas por telefono y que me ordenara a que dia y a que hora tenia que estar en la casa desocupada, de ese barrio del norte de Bogota y ahi ser la putita que tanto calentaba a Miguel.

martes, 16 de agosto de 2011

UN POLICIA ME CLAVO

Con un policía motorizado esto paso hace 1 año, mido 1.82 76kg, varonil delgado pero atlético armónico, pelo negro, blanco, ojos cafe, vello en pierna, torso lampiño con un finísimo vello que hace camino por mi torso, soy varonil y de 25 años. El otro día iba en mi carro sobre la minerva, vivo, en Guadalajara y al llegar a la glorieta de la minerva vi a unos policías en motocicleta, volteé a verlos y me quedé mirando a uno en particular porque se veía bastante corpulento, además me llamó mucho la atención.
Se puso el siga, avancé y el policía que estaba observando arrancó su moto, se emparejó conmigo, volteo a verlo, en su motocicleta harley con sus botas hasta la rodilla y su chamarra de piel y me dijo que me orillara, la verdad esto me asustó y me detuve, era un tipo como de 1.80 una voz muy cachonda, varonil y con un paquetote entre las piernas que de solo imaginármelo hizo que se me pusiera dura la verga.
Me dice que me había pasado el alto, yo le dije que no me había dado cuenta, pero que pues cómo lo podíamos arreglar, y lo que nunca me imaginé me dijo que si tenía un lugar donde arreglar el asunto, a solas. Me lo dijo de una manera muy tosca que además me encantó (en ese tiempo estaba cuidando la casa de una tía en la colonia americana.
Así que sin dudarlo le dije que sí, y me dijo que le enseñara el camino porque no tenía mucho tiempo, y quería resolver esto. Dimos la vuelta y lo traía atrás de mí en su motocicleta, eso si que empezó a excitarme porque empecé a imaginarme lo rico que sería coger con este hombre. Empecé a preocuparme porque fuera una trampa o algo así pero eso solo traía más emoción al asunto, llegamos a la casa y me bajé del coche para abrir el portón, metí el carro y luego él metió su moto a la cochera de la casa. Pasé a un lado de él cerré el portón de la cochera y cuando paso junto a él, me agarra del brazo con sus enormes manos con guantes de piel y me dice: apúrate güey que no tengo toda la noche para cogerte. Eso si que me prendió!!! se iba a bajar de la moto y no pude aguantarme, le agarré el paquete que traía entre las piernas, y me dijo: siente lo que te voy a meter cabrón.
En ese momento sentí que se empezó a hinchar esa vergota. Lo vi directamente a los ojos, eran de color oscuro. Se baja de la motocicleta y me preguntó que si no había nadie en la casa, y le contesté que no. Entonces entramos a la sala a oscuras y le dije que si quería subir a alguna de las recamaras, no me contestó solo sentí como me agarró por atrás y empezó a morderme la oreja eso me excitó todavía más.
Nos acercamos a uno de los sillones y se quitó el cinturón en el que traía su pistola y lo dejó en el sillón, después se quitó la chamarra y el chaleco antibalas, y me dice que quiere si quiero que me coja con su chamarra puesta, por supuesto, que le dije que sí. Se vuelve a poner su chamarra se sube el cierre y me dice: desvístete cabrón, te voy a coger bien rico. Empecé a quitarme la ropa y ya no aguantaba, quedé completamente desnudo, él estaba viéndome y me dice: ¡qué culito! ¡me gustan peludos como tú!; me sienta en uno de los sillones, se baja el cierre y me dice sácala tú. Meto la mano en su bragueta y me encuentro un miembro duro como el acero, lo saco y medía como 19 cm y grueso que apenas podía rodearlo completo con mi mano. Entonces ya no pude aguantar y empecé a mamárselo. Era la verga más rica que había probado hasta ese momento, entraba y salía de mi boca cuando me la metía sentía que me llegaba hasta la garganta, de repente oigo como empieza a jadear. Sube una de sus botas a la mesa de centro, esto me excito mucho más.Le desabrocho el cinturón y empiezo a bajarle los pantalones y su bikini, estaban bien entallados, riquísimo. Empecé a mamarle los huevos, jadeaba cada vez más! Esto me excitaba cada vez más también a mí, me volví a meter su vergota en la boca y sentí como estaba lubricando ya, igual que yo. Empieza a jadear cada vez más fuerte y de repente me vuelve a sacar su verga de la boca y se viene encima de mí.
Fue riquísimo sentir su semen caliente en mi cara, me acerqué a su verga y se la empecé a agarrar hacia mi cara y termino de venirse en mi boca se sentía riquísimo. Me paro y voy hacia la cocina a lavarme la cara y escupir el semen que traía en la boca, cuando regreso a la sala ese cabrón estaba con sus botas, chamarra, casco y guantes puestos (se había quitado su uniforme), dejando ver su cuerpo apiñonado, formado como de gimnasio, con pelo por todos lados y entonces me dice: ¿tienes condones? yo pensé ¡sÍ! le dije que me esperara y subí corriendo a la recamara en la que me estaba quedando, abrí el closet y tomé el lubricante, unos condones que tenía en un cajón, me puse mis botas vaqueras y mis chaparreras de piel.
Bajé al descanso de la escalera, le dije que si quería subir a la recámara, sube las escaleras y entra conmigo a la recámara, me empieza a tocar las nalgas con su mano cubierta por su guante de piel, sentía riquísimo, le doy el lubricante y lo pone sobre uno de sus dedos y sin avisarme me lo mete por el culo, solo alcancé a agarrarme de la puerta del closet, riquísimo, al principio me dolía y luego me empezó a gustar más, y volteo a ver al espejo que estaba en la pared y no lo podía creer, ver a ese animalazo metiéndome un dedo por atrás, además pude ver como ya tenía otra vez el miembro completamente erecto.Volteo y le digo: ¡métemela ya!! (ya no podía aguantar tenía ganas de tener ese pedazote de carne dentro), y me sacó de un tirón el dedo del trasero. Caminamos hacia la cama, le puse el condón y se lo llené de lubricante, pensé: si me la mete sin lubricante me va a partir en dos. Nos pusimos en los pies de la cama y subí una le las botas a la cama, él se acercó a mí por atrás jalándosela, sentí como me ponía su glande en la entrada de mi ano y poco a poco me la fue metiendo, fue riquísimo sentía como se iba dilatando poco a poco mi ano, y el me decía: ¡qué culito tan apretado tienes güey! empezó a meter y sacar y cuando la metía era un poco más, cada vez más, yo empecé a gemir por lo mucho que estaba gozando y empecé a decirle ¡cógeme más! ¡métemela toda cabrón! y él empezó a metérmela más y más poco a poco mi ano se iba dilatando más cada vez y empecé a gozar el tener ese leño dentro completito, como también él estaba bien excitado empezó a moverse más rápido cada vez y más duro, sentí que me iba a partir en dos, fue cuando la saco de golpe y retiro el condón, me sorprendí y me dijo, tengo mas de un mes sin venirme y quiero toda esa leche la pruebe tu culito rico, tomo un poco mas de lubricante se embarro la verga y cuando yo quería salirme de ahí porque no quería que me cojiera sin condón, me toma de la cintura y me la mete de golpe, me quería salir de ahí, pero me tenia mas agarrado que al principio, sentía sus huevos pegar en mi culo, y me empujaba tan fuerte que terminé de rodillas con las piernas completamente abiertas sobre la cama.
Entonces él subió una de sus botas a la cama, la agarré con mi mano esto era lo más rico que había probado en mi vida, me pone las manos en la cintura jalándome hacia su abdomen, empujándome, yo pensé que rico coge. Con una de mis manos toqué sus huevos que estaban bien hinchados listos para reventar y el cabrón empezó a gemir otra vez. Empezó a respirar mucho más fuerte, los dos estábamos bañados en sudor cuando empieza a jalarme más fuerte hacia su abdomen sentía que en cualquier momento iba a reventar, entonces pasó lo mejor de todo.Se vino y empezó a pegarme en las nalgas con su abdomen bien rico. Entraba y salía entonces yo tampoco pude aguantar más, reventé como nunca, fue lo más rico que había sentido ni siquiera tuve que tocarme la verga solita sacó todo lo que había que sacar. Terminamos los dos llenos de sudor, me sacó su leño, y mi culo dilatado empezó a derramar lentamente su semen, sacó un montón de leche no lo podía creer, y me dice: ¡ya está arreglado, no te voy a dar tu multa! ¡Coges rico cabrón quede tirado en la cama, pero mi culo sacaba aun leche, que lo veo y vi que se quito la chamarra, quedando en botas casco y guantes, su verga aun parada quería culo!
Así que me dijo que aun no terminaba, que aun tenia leche en sus huevos, con la verga paradísima, rozo su glande entre mis nalgas usando su semen como lubricante, me la metió de golpe tanto que su pelvis hizo un sonido fuerte, grite y me apago el grito con una mano, la sacaba hasta la punta y me la enterraba totalmente, vi el reloj y eran las 4:54.
Después de cojerme y jalarme los pelos y hombros para ensartármela mas, me la saca, me levanta y me dice que me va a coger por toda la casa, me llevo a las escaleras y me puso frente a estas, me empezó a dar sosteniéndose por el barandal, mientras yo me agarraba de los barrotes, apoyo sus pies en el barandal y prácticamente mis nalgas saltaban de la cojidota que me metía, este animal semental, me la saca y tumba al suelo y me la clava directamente, sentí la punta de su pija casi perforar mi intestino y grite, empecé a querer arrastrarme para poder hacer que no la clavara tanto, me estaba masajeando directamente mi próstata que me vine cuando me arrastraba, pero aun no terminaba.
Asi que el ver el eso, me dijo a donde crees que vas pinche cabrón si aun no te termino de coger, me levanto y me llevo al baño, frente al espejo veía a este enorme policía cojerme, todo velludo y con pectorales muy definidos, me la saca de nuevo y me hinca para que se la mamara, su cuerpo sudaba muchísimo sus pelos ya pegados en su cuerpo, y el aun con el casco, mi boca engullía toda su verga, durante un buen rato de mamar, me quita y me pone de espaldas en el suelo de baño, sube mis piernas a sus hombros y me la deja ir completa, escuchaba el rechinar de sus botas cuando me cojia porque se apoyaba en estas para cojerme duro, subí mis brazos para apoyarme en la base de la taza, porque este semental no paraba en su vaivén, mis gemidos y los suyo se escuchaban por toda la casa, sentí como me empecé a venir y mi leche cayo a mi abdomen, él al ver eso, tomo todo mi semen y lo puso en su mano izquierda enguantada, me la saco, la verdad arroje bastante leche.
Me llevo al pasillo me inclino y con la mano llena de mi semen me embarro en el culo mas lubricante cabron para cojerte mas rico, mas? pregunte jadeando, y como salmo, me la metió despacio y de un empujón me la enterró los dos parados en el pasillo, me tomo de los hombros y mordía mi cuello, en eso que siento que su verga se pone durísima, me toma de la cadera y me enterró varias veces su verga, sentí su leche entrar de nuevo, yo estaba desfallecido y ambos caímos de lado en la alfombra del pasillo, sin sacarme la verga, me abrazo y seguía bombeando, quedamos jadeando, segundos después vi a su cuerpo velludo bañado en sudor de sexo como respiraba hondo, vi en el reloj del pasillo la hora, 5:14, paso una hora cojiendome sin parar!
Todo quedo quieto y me logre zafar lentamente de sus brazos y verga, él quedo tendido en el pasillo, me levante y fui al baño mis piernas escurrían su semen, era machismo y mezclado con mi sudor estaba prácticamente bañado, me lave la cara e incline frente al espejo, de reojo vi al policía levantarse entro al baño y no me dejo voltear solo me dijo mira nomás este culito aun tiene fuerzas, vamos a dejarlo cansadon para que ni levantarse pueda, dicho esto con sus manos me tomo las piernas y las subió, sentí algo tibio en mis nalgas, estaba reuniendo todo mi sudor y su semen, sentí húmedo y muy lubricado el ano, sentí su verga y me empezó a coger de nuevo, mis piernas temblaron al sentir entrar, me clavó así por un buen rato, de igual manera ambos bañados de sudor, me la saco me dijo, tienes azotea? le dije que si me pidió lo llevara, no sabia a que se refería, pero cruzamos el pasillo y vi el reloj de nuevo 5:25, subimos por una peque!Llegamos a la azotea, rodeada de bardas medianas que de la cintura abajo no se veía nada, veía así la ciudad y la tarde nublada, sin decir agua va me puso contra una barda y me empezó a coger de nuevo, mi culo se estremeció que se cerro del golpe de verga que me dio, me tuve que sostener de las cuerdas para tender mi culo horizontal y sus manos en mi cadera me empezó a dar una culeada tremenda, mis gritos se perdían en el espacio abierto, y su culeada, el sonido de su pelvis con mi culo hacia eco entre las paredes, gemidos, golpeteo, grito, cojida se escucho por toda la azotea, me llevo a la lavadora y me puso sobre de esta con el culo al aire, ahí volvió a cojerme mientras me empezó a masturbar, mis piernas no aguantaban mas, me vine de nuevo y él de nuevo me tomo la leche y me la puso en el culo.
Nos metimos, yo jadeaba profundamente, pasamos el pasillo y vi el reloj de nuevo 5:45, bajamos a la sala y arrojándome sobre el brazo del sofá quedo de nuevo mi culo expuesto, mis piernas se alegraron cuando por fin pudieron descansar menos mi culo que embistió de una manera casi brutal masajeando mi próstata, él ya sudaba en exageración y yo también, me arremetía con tantas ganas que incluso cuando escuche el crujir del sofá le dije que lo íbamos a romper, segundos después me la saco, me tambalee, me dijo que donde mas me quería coger, tambaleando porque mis piernas no podían mas, me dirigí a la recamara principal, ahí me quede exhausto, el llego y de ladito me empezó a coger, levantando mi pierna, su verga entro solita y mi culo aun apretaba, me puso piernas al hombro y me recargo contra el closet, me seguía cojiendo y yo sorprendido de su aguante, me llevo así cargando y cojiendo al otro cuarto, donde me cojio en la cama y también recargado tras la puerta, de súbito, me saco la verga y caí al suelo, boca arriba, ahí empezó a masturbarse sobre de mi y arrojo su leche me cayo en piernas, abdomen, pecho sentía el calor de su semen con el fresco aire sobre mi piel caliente, se sentó en la cama sin dejarse la verga menear, jadeando se acostó, poco después me levante y le vi ahí dormido, totalmente bañado en sudor su cuerpo velludo con los vellos pegados a su piel del sudor.
Me dirigí a la cocina porque me estaba deshidratando, sentí como su semen escurría hacia abajo lentamente, llegue al refrigerador y abriéndolo me tome una lata de jugo, aun mi corazón latía, saque jamón, mayonesa, crema y mostaza en frasco de plástico, jitomate y lechuga para hacer unos emparedados para ambos por el hambre y sed que tenia, los deje en la mesa, una mesa familiar de 6 personas de madera pesada, cuando sentí en mi espalda sus vellos mojados, mi culito se estremeció porque no sabia yo si quería coger o comer, sus guantes empezaron a acariciar mi frente embarrándome el semen y sudor, prácticamente estaba totalmente mi cuerpo lubricado, me inclino a la mesa y me dio un faje tan rico que pronto mi vientre sintió la dureza de su verga, me empezó a coger lentamente metiéndola despacio, mi culo se empezaba ya a cerrar y su verga se encargo de abrirla de nuevo, cada cojida me hacia salir liquido preseminal de mi, ya dura verga, momentos después me empezó a coger de nuevo.
Me subió totalmente a la mesa, yo sorprendido me encontré en medio de los frascos de plástico de mayonesa, crema y mostaza, de la lechuga y jitomates que apenas caí en la mesa, él se subió abrió mis piernas y me empezó a coger, se agarraba del borde de la mesa para cogerme y yo de los laterales para que no cayéramos, mi cuerpo se estremecía, sentí como mi verga se frotaba en la mesa, mi cuerpo entre el sudor y su semen anterior hizo resbaladizo la superficie, llego un momento de la cojida que su casco cayo al suelo, sentí sudor de su frente en mi nuca, sus brazos alrededor mio, su verga entrar y salir rápidamente por mi culo, sus piernas entre las mías, mi culo moviéndose al compás de él.
Él gemía como desesperado yo empecé a gritar porque se me venia otra eyaculacion, de pronto me vine entre gritos severos, escuche como una bota se le caía, sus brazos fuertes hacía tensión y me empezó a dar como no me había cojido esa vez, tan duro, cuando sentí de nuevo un trallazo de leche golpear mis entrañas, y luego otro y otro cada vez mas duros y profundos, yo me venia de igual intensidad así que, sudor, semen, gritos y gemidos sobre la mesa termino por acabar con las fuerzas de mi cuerpo, una arremetida mas y sentí caliente mi culo, de pronto nos callamos, solo jadeábamos, hubo silencio.
Minutos después desperté cuando él salía de mi, al salir su verga empezó muy despacio a salir su semen, tomo una toalla para manos y se seco el sudor, yo solo escuchaba como recogía su casco, su bota y se dirigía a la sala, momentos después apareció vestido con su uniforme, ahí supe que se llama Eduardo, tiene 39 años, policía comandante, me empezó a acariciar lentamente el cuerpo ya sin guantes, y me dijo que jamás en su vida había pasado por semejante sexo, que siempre había querido coger así, pero que sus policías y compañeros nunca le aguantaron su intensidad, gire mi cabeza y mi cuerpo adolorido apenas sonreí, los ojos entrecerrados, me dio un beso tan tierno que contrasto con la cojida brutal que me dio, dijo, ya pasan de las 7, me tengo que ir a reportar, te dejo mis datos porque quiero seguir viéndote, si me llamas daré por entendido que deseas que sigamos viéndonos, se disculpo por la manera tan brutal (y deliciosa!) de cojerme, pero que hace mucho que no cojia, que también podía coger con cariño y ternura, que estaba sano y que nunca había cojido sin condón, que le disculpara que no tenia de que preocuparme, pero que era mucho tiempo sin coger, que nunca se había encontrado con un culito tan varonil y riquísimo en su vida, me dio un beso en la frente cuando de su radio se escucho que le llamaban, se retiro y contesto con códigos, lo escuche salir de la casa, cerro la puerta, tomo su moto y solo escuche como el portón se cerraba.
Entonces ahí quede tirado, en silencio, con el tic tac del reloj , me preocupaba lo de la cojida sin condón, pero por no decir que fue a fuerzas y ya mi cuerpo no tenia fuerzas, solo quería descansar, me dolía con un dolor rico, mi culo y piernas, la mayonesa en el piso, al igual que la mostaza, las hojas de lechuga en la mesa y suelo, la crema a un lado mío, el jitomate algunos los habíamos aplastado, otros en el suelo, ahí quede bañado en sudor, nuestros espermas sobre la mesa, el refrigerador entre abierto dejaba salir un fresco aire.
Ahí quede sobre la mesa, con mayonesa, mostaza, hojas de lechuga, jamón y algunos jitomates en el suelo, el frasco de crema, sudor, semen y mi cuerpo exhausto mientras mi culo salía lentamente el semen de ese motociclista policíaco. Me temblaban las rodillas e inmediatamente me dormí sobre la mesa hasta ya entrada la noche pude despertar.
Fuimos amantes por casi 8 meses antes de el irse a radicar a Cancún, pero esa tarde jamás la olvidare, solo espero a alguien de la igual fuerza y fogosidad con que éste policía me clavo.

sábado, 13 de agosto de 2011

SOLDADITO DE PLOMO

En aquel extrañísimo bar grande y muy iluminado, podían tomarse los aperitivos mejor elegidos del sur. Tomamos algunos platos exquisitos de Andalucía a modo de cena ligera acompañados por vino. Nos habíamos reunido cuatro amigos para comenzar el fin de semana pero sin ningún plan. Me acompañaban Alonso, Rodrigo y Teresa y pensamos en ir un poco más tarde a una disco hasta el amanecer, pero, aparte de que aquel lugar era muy conocido por todos ellos, la casualidad hizo el resto. Se levantó Teresa sin decir nada y se dirigió hacia la puerta con su paso corto y con rapidez. En ese momento entraban tres personas más a las que yo no conocía. Eran dos chicas y un chico vestido con el uniforme blanco e impecable de la marina. Hablaron alguna cosa y se besaron con mucha alegría. Una de las chicas se fue hacia otra mesa y el soldado y la otra chica vinieron con Teresa y les ofrecimos un asiento.
El soldado era fuerte pero no muy alto ni musculoso y no dejaba de sonreír. La chica, que parecía tener más amistad con Teresa y Alonso, se encargó de presentarnos. Eran Maribel y José. Este chico acababa de llegar del sur e insistía en que tenía que ir a su casa a quitarse el uniforme, no quería tener problemas, pero su casa estaba lejos y tardaría mucho tiempo en volver, así que le ofrecí mi casa e incluso mi ropa, para cambiarse. Podríamos ir en el coche y volver en pocos minutos y podría dejar allí su macuto (petate) y recogerlo cuando se fuera a su casa.
- ¿De dónde eres? le pregunté; no tienes acento de aquí.
- No, sonrió, soy de San Fernando, por eso me he metido en la marina, pero me dijeron que me darían unos días de descanso y resulta que se trata de destinarme a El Ferrol durante una buena temporada.
- ¿A El Ferro? exclamé. ¡Eso está en la otra punta de España!
- Sí, tio se arrascó la frente levantando un poco la visera de su gorra, me parece que me han hecho una putada, pero aquí no puede uno hacer nada, sino cumplir las órdenes.
- ¡Vamos!, mi casa está muy cerca de aquí en coche le dije; mientras vamos y volvemos pueden ellos tomarse otra copa.
Nos levantamos y dijimos los planes; salimos del bar y le quité el petate de sus manos echándomelo al hombro:
- Tú ya has cargado con él muchas horas, le dije; déjame que te lo lleve un poco hasta el coche.
No me contestó, sino que, inclinando la cabeza hacia un lado, me miró y me sonrió. Pusimos el petate en el maletero y entramos en el coche. En pocos minutos le dije que ya estábamos en casa. - Si hubiese tenido que ir a mi casa, me dijo, todavía no habríamos comenzado el trayecto. Vives cerca. Te agradezco lo que haces porque debo quitarme el uniforme para salir (lo sé, le dije) y mi novia no quiere problemas con esto.
La palabra «novia» me dejó mudo; borró de mi cabeza alguna esperanza que tenía de acercarme un poco más a José. Maribel ya lo había cazado; era su presa. Un chico educado, marino, de rasgos suaves, pelo claro (y corto) y sonrisa casi constante. «Otra vez será», pensé. Chicos hay muchos.
Subimos a mi apartamento por las escaleras, pues vivo en la primera planta y, al entrar, apoyé el petate en el sofá y observé que entró a las otras partes de mi pequeño piso con curiosidad y sin decir nada. Cuando salió, me dijo que le gustaba mi vivienda y que le gustaría tener una así para él.
- Ya la tendrás, José le dije, no tengas prisas para eso, pero cámbiate pronto para no hacer esperar a los otros.
- ¡Vale! hizo una pausa sin moverse. ¿Te importaría que me diese una ducha antes de ponerme la ropa de calle? Soy un aprovechado, ¿verdad?
- No, en absoluto le dije, creo que es mejor que pasemos al dormitorio y te asees un poco antes de cambiarte. (Entramos en el dormitorio) Yo te espero aquí sentado (le señalé la cama).
Comenzó a quitarse el uniforme y sentí que me iba quedando paralizado. Aflojó el cuello, se quitó la corbata y abrió con rapidez la camisa dejando su pecho a la vista. Mientras se quitaba los zapatos de un pie con el otro, se aflojó el cinturón y comenzó a desabrochar botones (el uniforme de marino tiene muchos botones). Tiró hacia debajo de los pantalones y los soltó con cuidado sobre la cama. Llevaba calzoncillos rojos de color oscuro en forma de slips muy ajustados y tiró de ellos hasta quitárselos y arrojarlos a una silla. Sin decir nada, entró en el baño, encendió la luz y se duchó en poco tiempo.
Yo seguía sentado en la cama como hipnotizado viendo aquello. Era lógico que José hiciese las cosas así. En el cuartel nadie anda pensando en timideces a la hora de desnudarse.
Al salir de la ducha, le vi mirar a un lado y otro y comprendí que no había toalla.
- Espera, chaval. Te daré una toalla para secarte que es bien grande y muy suave.
Al poner la toalla delante de él, rocé sin querer su vientre y no hizo gesto ninguno. La deslió y se secó. La dejó luego sobre la banqueta y tomando el peine del lavabo, se puso a peinarse un poco el flequillo. Yo seguía allí, en pie, mirándole asustado. De pronto, se volvió y se dirigió hacia mí, me tomó por la cintura y me dijo:
- Voy a salir, guapo; tengo que ponerme la ropa.
No me había dado cuenta de que estaba impidiéndole el paso en la puerta y me eché a un lado. Siguió desnudo buscando sus cosas y poniéndolas en la cama hasta que notó que yo lo miraba asustado. Quizá pensó que yo no quería que estuviese desnudo y corrió a ponerse los calzoncillos y, para evitar aquella situación, me miró y sonrió: «No tardo nada».
Cuando volvimos al bar, me extrañó que se sentase a mi lado habiendo sitio junto a su novia. Ella estuvo mirándonos desde entonces con un gesto poco amistoso.
- Tío, me dijo José, no me han dicho tu nombre. No me gusta hablar con desconocidos.
- Lo siento, dije, debe haber sido cosa mía. Me llamo David Kamen. En realidad soy británico, pero he vivido toda mi vida aquí.
- ¡Me gusta!
- ¿Qué? le pregunté extrañado. ¿Qué te gusta?
- Esta comida y este vino, se echó a reír; pero tu nombre es de artista.
Seguimos hablando mucho, tanto, que casi parecía que no estábamos incluidos en aquella reunión. Cuando tomamos algunas copas más, puso su mano en mi pierna, inclinó la cabeza y me dijo:
- Me encanta tu apartamento, David. Me gustaría mucho tener uno así para mí, pero además, hacía pausas entre sus frases, no creas que soy tonto. No me asusta, pero sé que me miras.
Me dejó de hielo. Yo había intentado por todos los medios que no notase nada en mí, pero invitarlo a mi apartamento, mirarle desnudo durante la ducha, aquel roce en su cuerpo, le habían impulsado tal vez a tomarme por la cintura para pedirme paso en vez de decírmelo sin más.
Salimos del bar y seguíamos sin planes para la noche. Maribel se puso a su lado y yo me fui con Teresa a cotillear un poco de todo. De pronto, José se echó en un coche y me pareció que vomitaba. Me asustó verlo así, pero me es imposible acercarme a alguien que vomita y me retiré. Cuando se encontró mejor, pidió un cigarrillo y le di uno de los míos. Estaba sudando.
- No preocuparos dijo, siempre que bebo vino me pasan estas cosas.
- ¿Quieres que te llevemos a casa? preguntó Teresa; tengo el coche aquí cerca.
- No, no, dejad esas ideas, contestó mirando hacia otro lado. ¿Pensáis meterme en un coche y llevarme hasta allí? Me vais a matar.
- Quizá podríamos llevarte un rato a casa de David, dijo Rodrigo; está cerca. Cuando se te pase, nos iremos por ahí.
- No quiero darle más la coña a David, se ha portado muy bien conmigo y no quiero estropearle la noche.
- ¡Eh, tío? le dije. ¿De qué coña hablas? Te podrías refrescar un poco y tomar un caldito caliente para hacer el cuerpo. Además, te has puesto la camisa llena de tinto y hueles a vómito.
- ¿Te importaría dejarme una camisa? me dijo acercándose y sonriendo. ¡No voy a ir por ahí con esta!
- Creo que tenemos la misma talla, tío le dije, y yo tengo camisas de muchos estilos. Elige la que creas que más te gusta.
- ¡Bueno! exclamó Maribel con desagrado, ahora tendremos que esperaros en un sitio mientras «el borrachín» se cambia de camisa.
- ¡Mira tía! se encaró José a Maribel, haré lo que me salga de los cojones ¿Te enteras? No vas a amargarme una semana que tengo antes de irme al otro puto extremo de España. No te aguanto. Vete a esperar a donde te salga del coño.
Todos los presentes nos quedamos callados y bajamos la cabeza. José, se volvió y se fue por la calle hablando solo:
- ¡Estoy ya hasta los huevos! iba diciendo. ¡No hagas esto, no mires así, no me gusta esa ropa…! ¡Búscate a otro gilipollas que obedezca tus órdenes, que yo ya tengo demasiados imbéciles dándome órdenes!
Maribel puso un gesto muy extraño, como si fuese a llorar, y se dio la vuelta y se fue en sentido contrario.
José, inclinando la cabeza y sonriendo, volvió a mirarme, se acercó a mí y parecía que iba a decirme algo al oído. Olía a vómito y yo no soportaba la situación, pero aguanté la respiración para oírle:
- ¿Te importa que me vaya contigo a tu casa? Los presentes nos miraron extrañados y él se volvió con la mano en el vientre:
- No sé qué me pasa, dijo, pero siempre que bebo vino tinto acabo vomitando y con muy mal cuerpo. Preferiría no salir esta noche, pero no quiero joderos los planes y que tengáis que estar llevándome a mi casa. ¡Creo que voy a vomitar otra vez!
Sólo Teresa se acercó a él, que se había retirado de nosotros, y le dijo que le llevaría a casa, que debería descansar toda la semana antes de partir para El Ferrol, pero, según me dijo luego José, le propuso que me pidiese quedarse en mi casa.
- Sí, Tere, sí le contestó José disimuladamente; sé que a David le da mucho asco que vomite y quizá no le agrade la idea, pero es falso; ya no tengo nauseas.
- Lo sé, cariño, lo sé antes de que me lo dijeras, le dijo ella. ¿Te crees que soy tonta? Si yo fuera tú, me iría ahora mismo con David. ¡Disfruta! Maribel te tiene demasiado tiempo a su lado. Hazme caso. Diré que te encuentras muy mal y no vas a salir. Y a David le diré lo contrario, que estás bien pero que prefieres quedarte en su casa.
Teresa era una chica que conocía demasiado bien a José. Sabía que Maribel era una tía muy dominante y lo quería abarcar a toda costa, pero también se dio cuenta de que los ojos de su amigo soldado se habían posado en mí.
Se acercó Teresa a los demás y dijo en voz alta que José no estaba para juergas de noche y que David se había ofrecido a llevarlo a su casa y cuidarlo. Yo no sabía de qué coño estaba hablando, pero se acercó también a mí a despedirse con un beso y me dijo al oído: «No está enfermo; está enamorado».
Tuve que tomar aire y encendí un cigarrillo ofreciéndole otro a José. Cuando le tendí la mano con la cajetilla, rozó mis dedos con una leve caricia.
Entramos en mi apartamento sin haber hablado casi nada en el coche. El olor a vómito que me rodeaba me había dejado paralizado.
- Pasa, José le dije; desnúdate y quítate ese olor, por favor. No me lo tomes a mal. Mientras, te buscaré algo de ropa de estar en casa; algo cómodo.
- Voy corriendo al baño, me dijo, siento ser tan egoísta y tan aprovechado, pero no te preocupes que no me siento mal. No creo que te moleste que te diga claramente que prefería descansar aquí contigo.
- ¡Venga! le dije, vete al baño y luego hablamos, soldadito.
Volvió a inclinar la cabeza y a sonreír. Le dejé la ropa limpia y otra toalla sobre el lavabo y, entre la cortina y la pared, pude verle restregarse el jabón por el pecho con la cabeza hacia atrás.
- Te prepararé un caldito, le grité; no porque te sientas mal, sino para que entres en calor.
- Lo acepto, tío, gritó también, pero tómate tú uno conmigo. Los dos necesitamos entrar en calor. Me fui a la cocina y calenté caldo congelado en el microondas y luego lo puse en unos tazones. Mientras preparaba aquello, sentí unos brazos que me tomaban por la cintura:
- ¡Joder! ¡Qué bien huele ese caldo! ¿Lo haces tú?
- Sí, José, de vez en cuando hago una olla grande y luego lo congelo en porciones, en vasos o botes. Te gustará. Está como recién hecho.
- Como tú, me dijo sonriendo, me gustas porque estás como recién hecho.
Bajé mi mirada al suelo y le entregué un tazón. Puso sus manos sobre las mías para cogerlo y comenzó a hablar sólo:
- Estás crudo, David. Te da miedo cualquier cosa; el qué dirán. Yo soy soldado, vale, pero no soy gilipollas. He visto tu mirada desde el principio y, lo siento, sé que me estoy aprovechando de ti, pero me gusta estar a tu lado.
- Estoy loco o soy tonto, le contesté; cuando te vi vestido de marino se me vino todo el techo abajo. Pero vestido de calle, de civil, se me viene todo el mundo abajo. No sé lo que piensas tú, pero a mí me has dejado alucinado.
- Fíjate, dijo, te dejo alucinado porque traigo uniforme y tú me dejas alucinado y no traes uniforme.
- ¿Eso es cierto? pregunté extrañado. ¡Tienes novia!
- Todos los soldados tienen una novia, dijo; a nadie le gusta que le tachen de maricón, pero pregúntale a Teresa. Ella sabe lo que me gusta y, en cuanto te vi…
- ¿Sabes, José? le dije casi en broma. Me gustaría verte vestido con tu uniforme antes de que te fueras. Lo sé, a eso le llaman fetichismo, pero también te he visto desnudo y no me importa ni tu uniforme ni tu cuerpo; aunque es precioso, por cierto. Tienes un gesto y una mirada que me dejan helado.
- Pues ya sabes, se volvió hacia el salón, tómate el caldo aquí conmigo.
Me senté a su lado y me miró casi enfadado.
- ¿Qué pasa? pregunté. No quiero molestarte. Me sentaré allí.
Me apretó por el brazo y comenzó a hablar:
- En el cuartel dan las órdenes esos hijos de puta. Aquí las doy yo. No te muevas de donde estás, pero yo estoy casi desnudo y tú estás vestido. No me gustan las diferencias. O tú te desnudas o yo me visto.
- ¿Te pondrías el uniforme un poco para que yo te viera? le dije; luego nos desnudaremos para estar más cómodos.
No contestó ni yo me moví del sitio, pero cuando acabó su taza de caldo, se fue al dormitorio y me quedé esperando. No sabía qué hacer. En cierto modo, José me dominaba, me asustaba, pero me atraía. Así que esperé un buen rato y, de pronto, apareció por la puerta un soldado marino vestido de blanco y con su gorra, me saludó y se acercó a mí. Se quedó muy firme a unos dos metros mirando al frente y, de sorpresa, dio unos pasos militares hacia mí, se agachó y me besó los labios.
- Estoy cansado, David dijo entonces, pero daré unos paseos por aquí para que me mires cuanto quieras, pero por llevar este uniforme no dejo de ser un simple tío que se llama José.
Después de dar unas vueltas, se acercó a mí y me tendió la mano. Me levanté con él y nos fuimos agarrados de la cintura al dormitorio.
- ¡Mira, tío! me dijo, a mí, eso del fetichismo me la trae floja, pero sé que te gustaría mucho quitarme el uniforme tú mismo ¿Me equivoco?
- ¿Cómo sabes eso? exclamé; me encantas cuando llevas el uniforme, pero no sé de dónde has sacado que me gustaría quitártelo.
- Pues obedece órdenes, dijo lacónico. ¡Déjame en pelotas!
Estaba muy pegado a él; en pie. Tomé su gorra y la puse con todo cariño sobre la silla. Luego le aflojé el cinturón de la chaquetilla y la abrí muy despacio. Cuando se la quité, rodeándolo, la colgué con esmero en la silla. Él seguía en posición de firmes y sin parpadear. Le aflojé el cuello y le quité la corbata. Todas las prendas las fui dejando muy ordenadas sobre la silla. Seguí con la camisa. Cada botón que desabrochaba era un paso al interior de un mundo que desconocía, aunque lo que iba a encontrar dentro ya lo conocía. Tiré de la camisa hacia afuera y también la dejé en la silla. Su pecho estaba frente a mí totalmente desnudo, brillante y suave y con pequeños pezones oscuros y perfectamente redondos. Tomé la hebilla de su cinturón y comencé a aflojarla, pero miré su expresión. Seguía mirando al frente como si obedeciese mis órdenes; sin moverse. Quitar aquellos botones del pantalón no fue tan fácil, pero él no movió una mano para ayudarme. Al fin, pude comenzar a bajar un poco sus pantalones hasta que cayeron sobre los zapatos en perfecto estado de revista. Le pedí que se sentase para terminar de desnudarlo y, con paso militar, se sentó en la cama. Tiré de la punta de sus cordones y acaricié sus zapatos mientras tiraba de ellos. Quedaban los calcetines. Fue entonces cuando me tomó por los hombros, me levantó y me sentó sobre sus piernas. Seguía el silencio. Sus labios volvieron a rozar eróticamente los míos y tiró de mí dejándome caer sobre su cuerpo.
- Ahora ya estoy desnudo, dijo, pero tú no.
No quise que me desnudase y me quité la ropa desordenadamente y con rapidez hasta volver a estar sobre él.
- Ahora, David me dijo sonriendo, tú eres el que das las órdenes.
No hubo órdenes, sino mutuos deseos. Nos quitamos los calzoncillos y follamos hasta tres veces casi seguidas. Era un tío incansable, pero lo hubiese aguantado desde aquel momento todas las noches. Cuando echamos el tercer polvo, se levantó de la cama desnudo y se fue a su petate.
- Mañana, me dijo, ya no voy a poder estar contigo; y luego me tengo que ir a El Ferrol. Dame esta dirección, tu teléfono, lo que sea. Necesito hablar contigo todos los días. Si puedes, dame una foto tuya, quiero hacerme pajas hasta que mi polla se amolde a la tuya.
Se levantó muy despacio y se sentó junto a mí en la cama. Sobre la mesilla de noche dejó algo.
- Esto es para que no me olvides, dijo, porque yo no voy a poder olvidarte.
Debajo de la lamparilla y junto al despertador, había puesto un soldadito de plomo con su uniforme. ¡Cuídame!