jueves, 30 de junio de 2011

PAPÁ ME DAS VERGA?

Hola mi nombre es Uriel soy de México DF, tengo 17 años y quiero contarles lo que me sucedió hace una semana con mi padre.
Soy delgado, tez morena clara, mediana estatura y un rico culito rendodito y paradito. Mi padre es un hombre alto, delgado, velludo, de labios gruesos, tez blanca y cabello negro castaño, tiene 42 años le gusta correr y por eso esta en forma.
Todo empezó el viernes de hace quince dias cuando me encontraba solo en casa decidí ver un buen vídeo porno y masturbarme.
Me gusta desnudarme completamente cuando me masturbo. Suelo usar un vibrador e imaginar que me lo mete mi papá, ya que siempre me ha gustado y sueño con tenerlo desnudo frente a mi. Así estaba ese día en plena chaqueta cuando de repente entra mi padre al cuarto y me ve desnudo en mi cama metiéndome el vibrador: él se sorprendió y no me dijo nada, se fue y cerró la puerta. Yo me intimidé, no sabía que hacer.
En la noche de ese mismo día mi padre llegó a casa como a las 12. Todos ya estaban dormidos y él entró a mi cuarto me miró, yo me hice el dormido, de pronto él se metio a mi cama y empezó a acariciar mi cabello, yo no lo podia creer comencé a excitarme. De pronto recorre con sus manos toda mi espalda y baja hasta mi culito, me baja el boxer, ensaliva un dedo y me da un masaje yo en eso no resisti más y gemí mmmm. Él me dijo estas despierto hijo? yo le dije si papi y me dijo "se que quieres verga" vengo a dartelo.
Yo me voltee y quedé frente a él le di un beso en la boca largo y apasionado, mientras desabotoné su camisa y desabroché su pantalón él me dijo lame esta verga cabrón que se que tanto quieres, yo de inmediato comencé a mamar esos 18 cm. de verga, era un pito grueso, circuncidado y peludo mmm, él me decía así putito ah que ricoo la mamas.
Él me dijo quiero ver ese culito yo puse mi culo en su cara e hicimos un 69 y me dijo mmm que buen culo, peludito, y apretadito como me gustan. Me lamió el culo yo solo decía aaaa papi mmm que ricoo él decía lo tienes bien rico cabrón. La neta es que te traigo unas ganas desde hace tiempo.
Yo le dije papi quiero verga, quiero ser tu mujer, él me dijo si, de ahora en adelante serás mi nena, mi putita. Después me puso en cuatro y me lo metió empezó a meterlo despacito y decía ah que buen culo mientras yo le decía metelo massss. Él me decía siente la verga que te hizo cabrón yo le decía si papi quiero verga, él empezó a cogerme más rápido, me nalgeaba y decía te gusta perra yo le decía si damee él me decía quien es tu macho? yo le decía tu mi papi. Después me cogió más rápido y se vino dentro de mi dando un fuerte grito de placer.
Nos quedamos un rato acostado, mientras yo le acariciaba su verga peluda, acariciaba sus pelotas gordas y negras, cuando de repente se le volvió a parar y le digo parece que no te has quedado satisfecho papá, a lo que él responde si, me quede con ganas de una buena mamada para hacerte sentir toda mi leche en tu boca.
Comence a besarle el cuello y despació fui bajando por sus tetillas, su panza hasta llegar a su peludo mienbro que estaba bien duro, pase la lengua por la cabeza de la pija, mi padre suspiraba de placer, me tragaba entera la verga hasta sentir sus vellos púbico chocar contra mi nariz.
Luego de unos minutos de tener su pija en mi boca, baje y le chupe las pelotas, eran enormes y peludas también, mi padre me decía; así hijo que bien, como sabes lo que le gusta a tu padre, sus palabras me alentaban a que se la chupara con mas ganas, pase mas de 10 minutos chupandole las verga y bolas, hasta que me padre me dijo, preparate hijo que vas a tomar la leche, comence a chuparcelo mas rápido hasta que senti que su verga se inflaba mas y mas en mi boca cuando de repente siento ese líquido caliente recorrer mi garganta, me sorprendio la cantidad que descargo, trate de tragar lo mas que pude, ya que un poco se me escapaban por las comisuras de los labios. Tenía un sabor amargo, se la chupe hasta la última gota, con la lengua le limpie la cabeza de la pija y saboreaba mirandolo a su cara, mi padre al ver los restos que salian por la comisura de mis labios, se acerco y con un dedo me lo hacia chupar, toma hijo los restos de lefa de tu papá.
Me dio un beso y me dijo que se iba a dormir al cuarto de mamá para que no sospeche nada, yo me quedé dormido, al día siguiente mi padre entra al cuarto a despertarme para desayunar, y me dijo lo bien que la había pasado la noche anterior.
A partir de ese día tengo un hombre que me hace gozar, solo tengo que decir quiero verga papi me das?

lunes, 27 de junio de 2011

EL DOTADO DE MI CLASE

La historia que les contare me pasó cuando tenía los 17 años con un compañero del colegio.
Eran las tres de la tarde, apenas regresa de clases, Didier ya lo habían expulsado del colegio por reprobar varias materias y de repente llega a mi casa donde estaba rentando (yo estaba estudiando la preparatoria fuera de mi ciudad) y me dijo que estaba llegando de la capital para ir a ver un colegio a ver si lo podían admitir, pero que pasó a tomar unas cervezas y que si le daba alojamiento en lo que le pasaba la borrachera. Le dije que si, que pasara.
Él es alto, moreno claro, era uno de nosotros, de nuestro grupo de tardeadas en mi casa, pero nunca me lo imagine en mi cama. Realmente era guapo pero ni en mi mente paso nada ese momento ya que él tenía novia, y se veía muy varonil.
Se fue a recostar en mi cama, yo estaba terminando de hacer mis tareas y de repente me dio sueño. Me fui a recostar a lado de él pensando que ya estaba dormido porque venia algo borracho. De repente me hace una pregunta que me dejo con la boca abierta:
-¿es cierto que le haces de puto?
Me quede sorprendido por su pregunta ya que jamás le había confesado a nadie mis preferencias, en ese entonces yo era bi y andaba con una novia. No le conteste nada, me quede callado y volvió a hacer la pregunta:
-¿es cierto que le haces de puto? -y le contesté:
-¿qué? no te entiendo -se empezó a reír y me dijo:
-Es cierto -no le contesté.
De repente me dice
- chúpamelo. Donde esta -le contesté y me dijo; acá.
Para sorpresa mía la tenia grande, como de 20 cm, gruesa y peluda, me quedé sorprendido porque además de eso estaba totalmente erecto y me excitó demasiado. Sin más rodeos me lo metí en la boca poco a poco, era enorme para mí, nunca antes había mamado algo de ese tamaño. Él solo jadeaba y me decía que le encantaba como le mamaba, que ni su novia le había hecho algo así, y después me dice:
Si quieres que te lo meta tendrás que chupármelo al final. Y por no perderme la oportunidad de comer semejante trozo de carne le dije que si.
Le mamé y después de un rato me dice: Siéntate encima, Y que me le siento. ummm que rico, es la sensación mas rica que nunca había tenido me estaba haciendo el amor el chavo guapo de mi salón, él me decía:-mmmm que rico culo, porque tarde tanto, me hubieras dicho que te gustaba y vengo todas las veces para cogerte, y yo le decía:
-No te preocupes, ya sabes y aun tenemos mucho tiempo -y me seguía metiendo toda esa carne, de repente me dice; me vengo.
Y sentí algo caliente adentro de mí: era su semen llenándome todo el culo, que ricura. Después se lo saco de mi culo y sentí un gran vacío dentro de mi y aun erecto le di sus buenas mamadas y me dijo:
-Que bárbaro contigo ¿ehhh? -se vistió y me pregunta
- ¿me puedo salir por la puerta trasera?
-Si, pero no que querías dormir.
-Si pero se me quito el sueño y también quería saber la verdad, si era cierto que te gusta mamar verga y por lo que veo si es cierto. Y lo haces muy bien, concluyó.
Y se fue para salir por la puerta de atrás para que nadie se diera cuenta de que estábamos enredados.
Lo malo que después yo me vine a Cancún y jamás regrese a ese pueblo, lástima tan buen garrote que cargaba el wey. Algún día regresaré.

viernes, 24 de junio de 2011

CONOCIENDO EL SEXO

Todo sucedió cuando estaba en la facultad, pasaba los días en la vagancia total, pero en segundo año por andar tanto de juerga tuve problemas con la escuela, logre pasar con la mínima calificación todas mis materias, pero no podía pasar dos materias las cuales me daba el mismo profesor.
Hice lo que hacen todos, me fui a su casa a hablar con él, me dijo que estaba reprobado, lo cual me botaba de la escuela, entonces le suplique que no me reprobara, que me pusiera otro examen, y que hacia o le conseguía lo que quisiera él.
Entonces frunció el seño, bien me dijo, se sentó frente de mi y me dijo sácate el pene, yo estaba asombrado, y la verdad estuve a punto de salir corriendo, pero quería pasar las materias, entonces saque mi pene totalmente flácido, lo tomo con sus manos, la verdad que al sentir que me masturbaba se me empezó a parar.
Entonces con su lengua me lamió la cabeza de mi pene, nunca lo había sentido, sentí bastante rico y después de un momento se la metió toda en la boca, era algo delicioso pero creo que me inhibía con él por ser hombre así que alce mi vista y me imagine que era una mujer la que me lo hacia, de momento rudamente me tomo por los testículos con una mano tenia mi pene y con otra mis testículos aprisionados, alzo mi pene y se metió mis bolas en la boca, de repente al sacarlas se llevo mi pene a la boca y no pude mas, eyacule tremendamente, él se tragó todo mi semen, era un experto mamador, me dejo totalmente seco y limpio.
Después de eso siguió acariciando mi pene, y de momento tuve otra erección, entonces el sin moverse del asiento se quito los pantalones y subió las piernas, tenia una verga impresionante la hizo hacia arriba y sin soltarme del pene me jalo hacia él, entonces llevo la cabeza de mi pene a la entrada de su ano, y lo empezó a frotar yo sentía riquísimo, de vez en cuando con una mano se escupía y se lo untaba en el ano, cada vez era mas rico.
Entonces me jalo hacia él y lo penetre, yo no sabia que hacer, pero él me jalo por las caderas y en un momento mi pene había desaparecido dentro de su ano, le entro todo.
Entonces me empujo para que se lo sacara, y salió todo para después jalarme de nuevo hasta el fondo, yo sentía bastante rico, entonces empecé a meterselo y a sacárselo, cuando lo hice sentía sabrosísimo, y así seguí por largo rato dándole por el ano, él de momento ya no me sujetaba por que yo por mi mismo hacia todos los movimientos, de repente estaba metiéndosela hasta el fondo y cuando ya estaba hasta adentro él solo suspiraba, se tomo su pene y empezó a masturbarsede momento el empezó a eyacular a chorros, que me embarraron todo mi abdomen, y seguido de esto yo eyaculé por segunda vez pero dentro de él, fue fantástico sentir eso, fue mas fuerte que la primera vez, y lo disfrute en grande.
Yo esperaba que con eso terminaría todo, pero no fue así, me dijo que me sentara, se fue al baño y saco una esponja y un recipiente con agua y empezó a lavarme mi pene y a limpiarme los restos de su semen en mi abdomen; pero al estarlo tallando se me paro de nuevo entonces el sonrió y me dijo parece que tu palo necesita mas.
Entonces se subió al sillón donde estaba se peso en cuatro patas enseñándome el culo totalmente y se abrió de nalgas, y me dijo es todo tuyo, entonces me acerque dirigí la punta de mi pene a su ano, y lo frote tantito, él cada vez que hacia esto suspiraba, entonces de un solo golpe se la metí hasta el fondo, él grito pero después me dijo que sentía bien rico, lo tome por la cintura y empecé a metersela y sacársela, pero lo hacia lo mas fuerte que podía hasta llegar al tope, mis testículos eran el límite, era lo único que no le metía, él me decía que sentía riquísimo y cada vez que lo decía le daba con mas fuerza.
Estaba adentro totalmente de sus intestinos y lo disfrutaba, la verdad yo le tome sabor a lo que estaba haciendo, de repente sentí que iba a estallar, entonces el sintió lo duro de mi pene y se empujo con todas sus fuerza hacia mi, y descargue todo mi semen dentro de él, eyaculé a chorros, y de su ano no escapo ni una sola gota de mi semen cuando se la saque.
Estaba cansadísimo, entonces me recosté en el sofá, él sonriente me dijo gracias, y tienes 8 de calificación, lo había logrado, pase el semestre y ya estaba del otro lado.
Llegue a mi casa, y me dirigí rápidamente al baño, orine por litros y me di cuenta que tenia todo el pene rozado, me bañe como nunca tratando de quitarme todo lo que me había sucedido con mi profesor, pero el recuerdo fue algo que me transformo totalmente; así que salí con varias chicas con las que tuve sexo, y que fue igual de placentero.
Pero no he podido borrar esa imagen de mi profesor de secundaria, y a veces cierro los ojos y recuerdo su enorme pene.

martes, 21 de junio de 2011

EL FRANCES

Me acerqué a Sitges, en la playa, a ver que encontraba. Era un fin de semana de verano, así que la ciudad estaba llena de extranjeros que venían a España a pasar sus vacaciones. Me di una vuelta por las calles más gay de la ciudad hasta que decidí entrar en uno de los locales. Sentado en la barra, cerca de dónde yo estaba, un joven guapísimo charlaba con el camarero. Debía llevar poco en el pueblo, ya que su piel lucía blanca cómo la leche. De pelo larguito y muy rubio, no se apreciaba nada de vello en brazos y piernas. Su carita, angelical, y su maravilloso culo acaparaban toda mi atención. Pronto se hizo evidente que no hacía más que mirarle extasiado, cuando el camarero me preguntó qué deseaba. Pedí un combinado de ron y comencé a beberlo tranquilamente.
El joven, se había quedado momentáneamente sólo, ya que su amigo el camarero atendía a la gente que iba llegando. Me armé de valor y acercándome a él le saludé. El respondió en francés, aunque chapurreaba algo de español, cómo vería luego. Aquella vez, mi arrojo había tenido premio. El guapo joven, Patrick, no rehuyó mi compañía. Hablamos y hablamos, cada vez más animadamente. Me contó que el camarero no era su novio, cómo yo temía, sino un amigo a quien ya conociese el pasado año. Hacía sólo dos días que había llegado al bonito pueblo costero que pasa por ser la capital gay del sur de Europa, al menos en verano. Estaba alojado en un apartahotel con su hermanastra mayor, mientras sus padres estaban también de vacaciones en algún lugar de Francia. Aunque suene extraño, congeniamos rápidamente saltando cómo pudimos la barrera del idioma. Charlábamos y reíamos cómo si nos conociésemos desde hacía tiempo.
En estas, al cabo de un buen rato y unos cuantos cubatas, me besó. Aunque me pilló desprevenido, me amoldé enseguida y mi lengua respondió a la suya en un segundo y apasionado beso. Definitivamente, aquello iba más que bien. Al fin me preguntó lo que yo había estado esperando desde hacía horas, me propuso quedarme a dormir en su casa. Aprovechando que no eran ni siquiera las doce, llamé a mis padres (sí, vivo con ellos aún a mis 27 años) para decirles que no iría a dormir. Después de la llamada, cogidos de la mano, nos despedimos de su amigo el camarero y nos fuimos a otro pub. éste era mucho más oscuro y empezaba a salir más gente. Nos sentamos en un sofá ante una mesita y comenzamos allí mismo a tomar contacto con nuestros cuerpos. Nos sobamos todos los rincones por encima de la ropa, advirtiendo que nuestras pollas estaban en estado de revista. Me animé a meter la mano por dentro de sus shorts de deporte y encontré su maravilla. Entre besuqueos y caricias, sentí un pedazo de carne, perfectamente cilíndrico y con el glande descubierto. Aquello ya estaba húmedo, pero mi manoseo parecía encantarle. Besé su dulce cuello mientras le comenzaba una lenta paja, él gemía y parloteaba en francés. Entendí pocas de las cosas que dijo, pero parecían todas buenas.
Viendo que aquello se nos escapaba de las manos, nunca mejor dicho, nos dirigimos a su apartamento. Allá estaba Suzette, su hermana, viendo la televisión. Nos saludó sin darle mucha importancia y siguió con lo suyo. Nosotros, nos fuimos a la única habitación que compartían los dos hermanos. Me dijo que ya habían acordado que si uno ligaba, el otro dormía en el sofá. Le pregunté que pasaba si ligaban los dos, a lo que respondió con una sonrisa mientras se encogía de hombros. Nos desnudamos rápidamente y, antes de que el asunto fuese a mayores, él recordó que debíamos ir a la ducha. Me costó horrores soltar sus hermosas carnes, su culo duro y respingón y sus tetillas, que ya tenía en la boca. Al fin, no sin esfuerzo, cruzamos el estrecho pasillo y nos metimos en el pequeño baño.
Bajo el chorro de agua nos besamos locamente, repartiendo caricias y toqueteos por nuestros cuerpos mojados. Al poco me fui bajando por su pecho, siguiendo por su linda tripita hasta llegar a sus ingles. El poco vello que mostraba el joven apenas molestaba para mis propósitos. Besaba todo alrededor de su sexo, ya empalmadísimo. Me demoré un buen rato en sus muslos, tersos y muy sensibles. Mientras tanto, no dejaba de mirar la maravillosa tranca que exhibía mi amante. No muy grande, muy rosada y con el glande de un color muy claro, apenas mayor que el tronco. Preciosa cómo él, sin apenas marcar la vena inferior que, en mi caso, era perfectamente visible. Sin más remoloneos, la llevé hacia mi boquita y besé su maravilloso glande. Animado por su reacción del todo positiva, tragué entera la caperuza, dedicándole los más cariñosos lametones que pude. él gemía cómo una puta, mientras uno de sus dedos buscaba su propio ano.
Pareció que su polla crecía dentro de mi boquita. Le acaricié sus bolas y noté cómo se metía y sacaba frenéticamente varios deditos en su túnel del amor. Pronto, me apartó delicadamente la cabeza, sacándome el falo de mi húmeda gruta. Me levantó hasta él y volvió a besarme furiosamente. Nuestras lenguas se buscaban hasta chocar y enroscarse la una en la otra. Sus suaves manos reconocían mi ardiente y enhiesto sexo metiéndose por todos lados. Se la habría metido allí mismo si no me hubiese casi obligado a ir a la habitación.
Una vez en ella, ansiosos por la pasión, nos saltamos todos los prolegómenos. El hermoso joven se tumbó de espaldas en la cama, dándome la cara. Levantó exageradamente sus piernas y el maravilloso esfínter apareció hambriento ante mi pene. No pude aguantarme más, y creo que él tampoco, así que me tumbé sobre el muchacho mientras orientaba mi polla hacia su agujero. Se la enchufé casi sin notar resistencia por parte de sus, sin duda, entrenados esfínteres. Tan sólo exhaló un sordo gritito que no hizo sino excitarme más. Comencé a darle duro, todo lo que nuestra posición me permitía. -¡Doucement, doucement mon amour!-, atinó a decir con voz entrecortada.
Me di cuenta de que realmente debía ir más despacio, no sólo por él, sino por mi también. Estábamos en la gloria y debíamos alargar ese momento tanto cómo pudiésemos. Pausé mi ritmo y volvimos a juntar nuestros labios, ahora delicadamente. Sus piernas se aferraron a mi espalda, nuestros cuerpos todavía húmedos mojaban la sábanas y, mientras yo acicalaba su hermoso pelo, él acariciaba mis nalgas. Se podría decir que era él quién marcaba el ritmo de aquel maravilloso polvo. Tanto mejor, así el gozo era compartido por los dos. Yo le mordía sus hombros al tiempo que él me susurraba dulces palabras al oído. Por supuesto, la mayoría no atinaba a entenderlas, pero en su boca sonaban más que preciosas. Su linda voz, cortada al ritmo de las emboladas, producía en mi ser un efecto placentero en extremo. Pasó lo que me pareció un largo rato, entre besos y enculadas cuando mi amante empezó a dar muestras evidentes de su corrida. Refregando su polla por mi tripa, se había estado masturbando desde hacía rato. Sentí en mi ombligo el fuego abrasador de su pegajoso esperma. Escupiendo leche durante un buen rato, el francés chillaba cómo loco. Me abrazaba tan fuerte que parecía querer estrangularme.
No pude aguantar más, ni quise, así que me vine en su culo cuando sus espasmos justo comenzaban a decaer. Me solté pausadamente, en una larga corrida que llenó su recto de semen. él, al notarlo, gimió cual gatita dejando que mi semilla le invadiera por completo al tiempo que volvía a morrearme. Quedamos exhaustos y pringosos, el uno sobre el otro. Nos tapamos un poco con una sábana y nos abandonamos a un necesario sueño después de la maravillosa noche.

sábado, 18 de junio de 2011

JOSÉ, MI AMIGO

Hola, mi nombre es Alex, vivo en Argentina, y lo que voy a contarles es mi relacion con un amigo del barrio y una posterior orgía.
Hacía un tiempo que José, así se llama mi amigo, me gustaba, el tiene 24 años y yo 23; dentro de nuestro grupo de amigos el siempre se destacó por ser de cuerpo muy atlético, es de piel oscura, de labios carnosos, tiene bastante vello en el pecho, por cierto que posee unos pectorales espectacularmente formados, debido al deporte, todos sus músculos están bien formados, en especial, el músculo de su entrepierna.
Siempre que terminábamos de jugar un partido de fútbol, nos íbamos a duchar juntos, así que yo ya conocía bastante bien su cuerpo y en especial su verga. Era bastante grande en estado de reposo, oscura y bastante peluda. Esa tarde después de jugar un partido, nos fuimos charlando de chicas, cosa que a mí no me interesaba en lo más mínimo; él me hablaba de sus conquistas, y yo me dí cuenta que se había empezado a excitar, entonces yo empecé a comentarle mis salidas y posteriores sesiones de sexo con chicas, obviamente, todas mis historias eran falsas, las inventaba para que él se excitara más. En esto estaba cuando el empezó a decirme que ya se estaba calentando, y lo pude comprobar cuando le eché una ojeada a su verga, se le estaba poniendo durísima, ya se le empezaban a marcar las grandes venas del tronco, un tronco grueso y largo, que terminaba en una enorme cabeza, gorda y morada, muy lustrosa; completaba el cuadro la vista de unos tremendos y pesados testículos. Yo con mis comentarios lo había excitado tanto que él se empezó a masturbar. Yo de a poco empecé a desviar mis historias, hasta concluir con una en la cual le describía como dos muchachos se chupaban la verga y se cogían.
Entonces él me comentó que si a él un hombre le tocaba un poco la entrepierna y le proponía si él se dejaba mamar la verga él no lo pensaría dos veces. Entonces viendo el grado de excitación de José me acerqué y le dije: ¿Si yo te la toco también me la darías para que te la chupe?; a lo que el respondió que sí. Me acerqué a él y comencé a acariciarlo, él por su parte me puso las manos en el culo y comenzó a manosearlo con muchas ganas, quiero decir que yo hace rato que voy al gimnasio y poseo un buen cuerpo, con músculo bien definidos, soy de piel blanca y de estatura normal 1.69 cm., él mide 1.75 cm.; poseo una hermosa cola, modestia aparte, bien formada, bien paradita y musculosa, mi miembro mide en estado de excitación 21 cm. y no es ni muy grueso ni muy fino, normal. Luego de unos segundos de manosearnos, comenzó lo mejor. Ya sin vergüenza le acaricié la verga y José puso sus manos en mis hombros y me empujó suavemente hacia abajo para que se la chupara.
Cuando me arrodillé, me encontré frente a un tubo de carne de 25 cm. totalmente erecto, sin dudarlo lo apreté en la base y comencé a chupárselo. José, comenzó a gemir y a decirme que nunca se lo habían chupado de esa manera, yo se lo chupaba despacio apretándole la verga entre la lengua y el paladar, cuidando de no lastimarlo con mis dientes. Repasaba todo el extenso tronco con mi lengua, hasta lamer todo el hinchado glande. José, mientras tanto me acariciaba la cabeza, diciéndome que lo estaba volviendo loco y que lo único que quería era penetrarme el culo, que él me lo veía y que deseaba metérme toda esa enorme tranca por el culo y hacerme gozar. Por supuesto, que yo era otra de las cosas que tenía en mente. Luego de un buen rato de succionar ese enorme poste, me preparé para alojarlo en mis entrañas.
José se puso detrás mío y con mucha suavidad fué metiéndolo, previa lubricación de su herramienta y de mi culo.
Al principio costó meter ese enorme caño, debido al grosor, pero a medida que se dilataba mi esfínter unos centímetros más ingresaban en mí y se acrecentaba mi placer. Los últimos centímetros de verga los metió con un empujón final, con el cual sentí sus enormes bolas contra mis nalgas, automáticamente empezó a entrar y salir hasta cansarse, yo notaba lo duro que estaba su enorme miembro y me movía al compás, tratando de apretarlo en mis entrañas. Después de unos minutos de movernos locamente, José sacó su manguera y la puso rápidamente en mi boca, enseguida comenzó a acabarme en la boca llenándomela de su semen, cremoso, espezo, dulce, yo me lo tragué todo y luego comencé a limpiarle toda la verga, en eso estaba cuando nos dimos cuenta que en la puerta de las duchas estaban dos de los hombres que se encargan de limpiar el lugar. Los dos, nos estuvieron viendo hacía ya un buen rato y se habían bajado los pantalones y se estaban masturbando. Al principio tuvimos miedo, pero luego, yo, me acerqué a ellos y comenzé a chupárles la verga.
Uno de ellos Carlos de unos 38 años, era rubio y tenía una verga de unos 22 cm. y muy gruesa, su cuerpo era fibroso, con lindos pectorales y se notaba que cuidaba su cuerpo; mientras tanto el otro, se llamaba Tomás, era negro, y tenía un cuerpo espectacular, le gustaba el fisico culturismo, y iba al gimnasio desde hacía unos años, tenía 30 años, poseía una verga enorme, que incluso José no lo podía creer, 30 cm.!!!!!, no tan gruesa como la de Carlos, pero estaba acorde su grosor con el largo.
Yo alternaba las chupadas, primero Carlos y luego Tomás, luego de un rato de hacer ejercicios orales en aquellos mástiles, cual no sería mi sorpresa, José se arrodilló a mi lado y comenzó a chupar la verga de Tomás, a lo cual Tomás agradecido respondía con caricias y gemidos.
Luego de unos cuantos minutos me puse en cuatro patas y Carlos comenzó a penetrarme con fuerza, yo sentía como mi ano se dilataba al máximo, y 15 minutos después de un bombeo a fondo Carlos largó su cargamento de leche en mi culo, preparando mi agujero para que Tomás siguiera con el trabajo que él había empezado; Tomás entró suavemente, contrariamente a lo que yo esperaba, no era tan bruto como su compañero. Mientras Tomás me perforaba con sus 30 cm. José se había vuelto a excitar y me metía su verga por la boca, así que me sentía lleno de carne tanto por atrás como por delante. Tomás siguió un buen rato bombeandome el culo hasta que me dí cuenta que comenzaba a tener un orgasmo impresionante, y a las pocos segundos sentí sus intensas descargas en mi interior, y con él terminé por acabar yo soltando mi leche en el suelo de las duchas.
Pero esto no iba a terminar ahí, mientras yo me entretenía limpiándole la verga a Tomás, José se había acercado a Carlos para que le chupara sus 26 cm. bien erectos, a lo cual Carlos no se negó, pero luego intercambiaron lugares y fué José el que se tragaba el grueso sable de Carlos, viendo esto Tomás se acercó a los dos, dejándome descansar, pues estaba muerto después de tanto ejercicio; poniéndose detrás de José y arrodillándose, comenzó a lamerle el ano, esto no duró mucho pues en cuanto Tomás tuvo su enorme verga bien dura se incorporó y sin tardar le fue metiendo la manguera en el culo a José, que gimió de dolor al principio, pero a medida que Tomás le sondeaba más y más con su largo y grueso taladro el dolor se transformó en placer y al rato se movía con furia, enloqueciendo al negro que comenzó a culuearlo con fuerza, y al cabo de unos minutos se oyó un gruñido por parte de Tomás que comenzaba a eyacular en el culo de José y un gemido de parte de José que experimentaba por primera vez un orgasmo con un enorme miembro en el culo. Carlos mientras tanto le llenó la cara de leche a José y luego se sentó en el suelo de las duchas junto a ellos. Así terminó esa tarde mi encuentro con José, que descubría un nuevo mundo de sensaciones. Luego de esto nos seguimos viendo entre nosotros y teniendo sesiones de sexo entre nosotros y también con Carlos y con Tomás.

miércoles, 15 de junio de 2011

MI PADRE, MI MACHO

Mi nombre es Arnulfo. Yo he vivido en los Ángeles California toda mi vida, pues mis padres se vinieron a vivir acá poco después de casarse, por lo que mis hermanos y yo hemos tenido una vida de cultura doble. Yo soy el menor de una familia de cinco.
Yo tengo 28 años y vivo solo en un departamento. He tenido relaciones tanto con hombres como mujeres, pero tengo que aceptar que solo llego al pleno orgasmo cuando soy penetrado por una buena verga, por lo que últimamente me he concentrado solo en hombres.
Físicamente soy alto, mido 1.85, tengo el cuerpo de nadador, ustedes saben, ancha espalda, brazos y pechos robustos y cintura pequeña. Tengo pelo negro y piel morena. Trabajo como fontanero y mecánico.
Un día, el verano pasado, recibí una llamada de mi padre diciéndome que tenía un problema con una tubería en su casa y me pidió mi ayuda. Yo sin duda fui de inmediato. Al llegar a mi antigua casa mi papá ya me estaba esperando. Él es un hombre de 1.75, 53 años, con el pelo y el bigote blanco, lentes y con su típica camisa, corbata y pantalón color caqui. Yo llegué y me estacioné, él me observó desde la puerta, con su cara benevolente, de padre orgulloso. Me bajé del auto con mi uniforme del trabajo, pues de ahí venía. Bajé mi herramienta de la cajuela y entré a la casa.
-Hijo, que bueno que le encontré, usted ya nunca se aparece por acá, ya me tiene muy olvidado, me dijo mi padre hablándome de usted, una costumbre añeja, pues según él como ya somos adultos, nos merecemos ese trato.
–No es que te tenga olvidado papá, es que ha habido mucho trabajo últimamente, por lo mismo de las vacaciones la gente va a arreglar su carro, respondí. ¿Y mi mamá no está?
–No, usted cree. Se fue con su tía Mary a las Vegas, va a regresar como en una semana, ya ve como es su madre.
–Si ya se, ¿Y quien te va a hacer de comer?, le hablaste a Laura (mi hermana mayor). Pregunté mientras me refrescaba con un vaso de agua, aquel día hacía muchísimo sol.
-No, su hermana está muy ocupada, usted no se preocupe por su padre, que él se las sabe arreglar solo ok? Me dijo dándome unas palmaditas en la espalda. ¿Y cual es el problema? Pregunté cambiando de tema. El baño de aquí abajo, la tubería se tapó, aparte de que las llaves del lavamanos ya no cierran bien, gotea y gotea todo el día, me respondió él con su voz amigable. A pues ahorita lo solucionamos, dije yo.
Me terminé el vaso de agua y me dirigí al baño, que está al fondo del pasillo, justo antes de la puerta que lleva al jardín de atrás y a la piscina. Entré y después de un buen rato intentando con las maneras más sencillas, la tubería no cedía. Mi padre no dejaba de platicarme sus anécdotas de “Adivina a quien vi…” “Ya supiste que Don David…” Y demás. Mi padre era un señor muy conservador y tranquilo, siempre amable y jovial.
Yo lo oía atentamente, pues mi padre siempre ha sabido llevar una buena conversación. Fue entonces cuando pensé que casi ningún hombre tiene esa cualidad, por lo menos no con los que yo había salido. Aparte la voz y tono de mi padre eran muy varoniles, pero al mismo tiempo dulces, algo que siempre se me hacía sexy en los demás. De repente volví a la realidad, pues había comenzado a comparar a mi padre con los hombres de mi pasado y me había dado cuenta de que mi padre tenía muchas cualidades que me volvían loco. Pero en aquel momento incluso me reí interiormente, pues era imposible que entre mi padre y yo pasara algo.
Estuve por una hora intentando, pero no logré nada, entonces tuve que tomar medidas drásticas. Como pude saqué la tubería y salió un chorro de agua llena de mugre que me manchó la cara y el uniforme. Jajajajaja! Rió mi padre.
–¿Que pasó señor, creo que ya logró destaparlo no? Jajajajaja se burló.
Yo me había tragado mucha agua y esta olía tan fuerte que me provocó asco. Por fin mi padre dejó de reír y me aventó una toalla. Yo me paré sin poder abrir los ojos, mojado por todos lados. Entonces choqué con mi papá, dándole la espalda. Mis nalgas quedaron a la altura de su ombligo. Sus suaves manos me tomaron por la cintura y me detuvieron.
-¿A dónde va usted? ¡Suba a cambiarse, creo que todavía hay ropa vieja de usted, igual y encuentra algo! Es más, mejor báñese, porque apesta. Me dijo en tono de burla.
Yo subí y busqué algo que ponerme. Encontré unas playeras viejas que había olvidado, pero comprendí que sería inútil cambiarme sin haberme bañado, así que le hice caso a mi padre y me bañé. Mientras lo hacía, seguía pensando en mi padre, comparándolo con los demás hombres de su edad y con los que yo había salido. Si bien mi padre no era un modelo, no era poco atractivo. Tenía ese sexy dejo de madurez que tanto me gustaba, aparte de que era responsable, varonil sin ser machista, detallista y considerado.
Su cuerpo no era perfecto, pero por lo menos no tenía panza y sus robustos brazos aún se dejaban ver. Sus dientes eran blancos y sus labios rosaditos etc. Yo volví a la realidad, ya llevaba casi media hora bañándome y mi pene estaba erecto. Traté de que quitarlo de mi cabeza, pero no podía, aquel día había visto a mi padre de una manera muy diferente. Salí como pude del baño y mi padre estaba en la sala, viendo TV. Yo sentía que tenía que salir de ahí, así que le dije a mi papá que iría otro día a terminar de arreglar el baño, él me dijo que estaba bien y me fui.
Ese día tuve una cita con un chavo atractivo en todos los sentidos. Se llamaba Evan y él si era de familia estadounidense. Él era perfecto, guapo, tenía mi edad, era simpático y demás, sin embargo yo no podía dejar de pensar en mi padre. Yo aprovechando la situación y al hermoso hombre que tenía a mi disposición, le propuse a Evan que fuéramos a mi casa y como era de esperarse terminamos teniendo sexo. Yo pensé que Evan me ayudaría a sacarme de la cabeza a mi papá, pero la verdad es que no. Evan era hermoso y la verdad sabía muy bien como coger, pero yo solo podía pensar en mi padre.
Cerraba los ojos e imaginaba que él era el que lamía mis pezones, el que deslizaba sus manos por mi cintura, el que me besaba el cuello, el que metía sus dedos entre mi pelo y lo jalaba. Yo por lo general soy activo, pero esa noche me dejé llevar y permití que Evan me penetrara. Sus hermosas manos dilataron mi agujero y su miembro de 20 cm. por lo menos fue devorado por mi ano casi virgen.
Mientras Evan hacía gala de movimientos y posiciones, yo no dejaba de pensar si mi padre cogería igual, los gestos de su cara y el sudor de su cuerpo al estar excitado etc. Ese día tuve un orgasmo sin precedentes. Fue tan intenso, tan extremo, tan increíblemente masivo que mi cuerpo se retorció en los brazos de Evan y mi pene descargó leche violentamente mientras yo gritaba de la excitación. Esa noche dormí abrazado a Evan, sin embargo, sabía por qué mi orgasmo había sido tan intenso. Seguramente la maestría de Evan era un factor, pero el determinante había sido que no dejaba de pensar en mi padre.
Desperté como a las 8 de la mañana y vi el atlético cuerpo de Evan a mi lado. Sus hermosas facciones y su tersa piel rozaban lo femenino, pero su ancha espalda, pecho, brazos y abdomen esculpidos como si hubiera sido a mano lo hacían masculino. Me pregunté por qué teniendo a aquel hermoso hombre junto a mí, no podía dejar de pensar en papá. A los pocos minutos de que yo me levanté lo hizo él, nos bañamos juntos, pero no estaba de humor para nada sexual, así que nos limitamos a arreglarnos y quedamos de vernos después.
La semana transcurrió normal. Yo, por miedo a que no me pudiera contener si veía a mi padre, envié a un compañero a que arreglara el desperfecto del baño y desde entonces ya habían pasado dos días sin saber ni hablar con él. Sin embargo el viernes recibí una llamada a mi casa en mi celular. Respondí lo más tranquilo que pude. La cálida voz de mi papá llegó a mis oídos.
-¿Bueno?
–Señor, ¿Está muy ocupado? Dijo la voz de mi padre.
–No papá ¿Qué pasa?
–Pues mire, hablaba para invitarlo a la casa hoy en la noche. Fíjese que hoy hay partido de baseball y como su madre aún no regresa pues pensé en invitarlo a usted y a su hermano a cenar y ver el partido ¿Qué dice? ¿Ya tiene planes?
–No, dije titubeando. ¿A qué hora es el partido?
–Empieza a las 7, tráigase lo que quiera para cenar, su hermano va a traer todo lo necesario para preparar hot cakes, pero si usted quiere otra cosa pues no hay problema.
–Está perfecto, nos vemos hoy en la noche.
Colgué el teléfono. Tenía la respiración agitada y mis manos sudaban. Era increíble lo que sentí al oír a mi padre hablar; solo su voz bastó para que mi mente pensara en sus hermosos ojos, sus maduras, pero delicadas manos, sus labios; obviamente mi pene tuvo una erección y decidí darle a mi cuerpo lo que necesitaba. Fui al baño de mi trabajo y me jalé la verga en nombre de mi padre, en nombre de ese progenitor tan hermoso que la vida me había dado. Me corrí abundantemente y entonces lo supe. Me había enamorado de mi propio papá.
El día trascurrió más que normal. Llegué a mi casa a eso de las 4. Comí algo y me dispuse a arreglarme. Me bañé y rasuré, dejándome esa barbita de candado que a mis amantes tanto les fascina. Me puse una playera morada de manga corta que me quedaba un tanto untada, para acentuar mis bíceps y mis pectorales. Me puse unos jeans con tiro alto, para que mi trasero (que está muy bien) se notara más y unas sandalias. Me perfumé y lavé los dientes, en pocas palabras me arreglé lo mejor que pude, pues esta vez era a mi padre a quien quería impresionar.
Subí al auto y manejé hasta la casa de mi padre, haciendo solo una parada en una tienda de vinos para comprar el wishky favorito de mi papá. En la vinatería varios chicos y no tan chicos me flirtearon. Había un señor exquisito que se me insinuó y un joven que me habría cogido sin pensar, pero aquella noche era de mi papá. Llegué a mi casa como a eso de las 7:15. Bajé del auto y me acerqué a la puerta. Respiré hondo y timbré.
A los segundos mi hermano Rafael apareció y abrió.
-¡Que onda cabrón! ¡Hasta que te dejas ver! Me dijo brazándome. Mi hermano y yo somos muy distintos. Él siempre fue más robusto que yo, topando en la gordura. Su piel es más blanca que la mía y mide como 1.75. Él y yo no nos vemos muy a menudo, pues aunque vive en los Ángeles casi nunca está, pues su trabajo lo hace viajar mucho.
-¡Pues tú cabrón que casi nunca estás! Dije yo entrando a la casa. Al entrar vi a mi sobrino, un niño de solo 3 años llamado Andrew y también vi a Nick, el novio de mi hermana que tiene toda la facha del estadounidense promedio (alto, rubio, blanco y musculoso).
–¿Dónde está mi papá?, pregunté al ver que no estaba con los demás en la sala. Está arriba, ahorita baja. Ven siéntate, el partido ya comenzó. Me dijo Rafa. Yo hice lo que me pidió, escondiendo la botella de wishky. Pasaron como 5 minutos y fue entonces cuando escuché a papá bajando las escaleras. Me puse nervioso al instante, pero me puse más nervioso aún cuando lo vi. Se veía joven y moderno. Traía unos zapatos color camello con unos pantalones caquis y una camisa azul. Su cara amigable de siempre, pero lo que me sorprendió fue que se había pintado el bigote y el pelo. Ahora no eran blancos, sino castaños, como lo eran años atrás. Sin duda se veía apuesto.
Lo saludé con un abrazo fuerte y él hizo lo mismo, sentándose a mi lado. Ahí le pregunté por qué se había pintado el pelo y me respondió que quería verse más joven para cuando mi madre regresara de las Vegas.
Vimos el partido de las manera más común, gritando y emocionados con cada carrera. Yo al lado de mi padre veía su madura cara sonreír y gritar. En la sexta entrada mi padre propuso comenzar a hacer los hot cakes y obviamente me propuse ayudarle. En la cocina, solo a unos metros de distancia de la sala, mi padre y yo nos pusimos a platicar como siempre lo habíamos hecho, al mismo tiempo que los demás seguían emocionados viendo el partido. Mientras preparábamos todo, no podía dejar de admirar a mi padre de vez en vez, cuando él no me veía. Aquel día fue el primero que analicé a mi padre en detalle; observé sus brazos de nuevo, robustos, gruesos, coronados en unas manos delicadas, casi femeninas. Su trasero era pequeño, pero compacto y paradito, sus ojos eran tan amigables, su plática era tan fácil de llevar, tan envolvente; lo analicé como lo hago regularmente en los clubs o en los bares cuando algún chavo interesante se me acerca.
Cenamos placenteramente, tomamos algunas otras cervezas, vimos final del partido y como a eso de las 11 mi hermano Rafa se fue al ver que Andrew ya estaba dormido en uno de los sillones de la sala; Nick también se fue, quedándonos solos mi padre y yo.
Me sentía muy complacido de que todo saliera como yo quería, debo confesar que hasta ese momento yo solo quería quedarme solo con mi padre para platicar a nuestras anchas, para conocerlo mejor y hacerle preguntas más privadas, y al mismo tiempo que él me preguntara todo lo que quisiera. Ya solos, mi papá me dijo que le ayudara a recoger todo. Recogimos la mesa entre los dos, dejando todo reluciente, cuando terminamos, recordé la botella de wishky que había escondido y la saqué, diciéndole a mi papá que si quería brindar.
-¿Cómo? ¿Usted ya toma? Me dijo como si le sorprendiera, yo reí.
–Como si no lo supieras, le dije sirviéndole un trago. Tu hijo ya no es un niño. Jajajajaja.
Pues hasta donde yo se, usted podrá ser un adulto, pero para mí siempre va a ser un niño, pero ¡salud! Dijo mi padre, y juntando nuestros vasos tomamos el trago.
–¿Quieres otro? Pregunté.
-Si, ya viste lo que me encontré, respondió él dirigiéndose a la sala.
–¿Qué? Los álbumes de cuando ustedes eran niños, Jajajajaja.
Todavía los tienes, hace años que no los veía. Y como era de esperarse, comenzamos a ver todas las fotos, recordando momentos de nuestra niñez.
Me encantaba que mi papá me contara las anécdotas, me encantaba saber que con mi padre no tenía nada que explicar, él me conocía, sabía mi pasado, lo que me daba miedo y me gustaba, mis éxitos y mis derrotas, todo. La botella de wishky se acabó y ya eran las 12:30 para entonces. Ambos estábamos sentados en la sala, juntos, mi papá se paró al baño y al regresar se quejó de un dolor en la espalda y en el cuello, según él por el trabajo y la edad.
Le dije que si quería yo podía masajearlo, claro que lo hice para poder tocar a mi padre y verlo en menos ropa. Él accedió, supongo que por no conocer mis intenciones. Le dije que se sentara en una de las sillas del comedor y que se quitara la camisa. Hice lo mismo, quedando él con el torso desnudo y yo con mi playera interior negra, ajustada a mi cuerpo, y también me quité las sandalias. Acomodé una silla detrás de la silla de mi padre y, tomando su cuello como si fuera un trofeo lo comencé a masajear con un aceite que mi papá había traído. Decidí que si aquella noche no podría besar y hacer el amor con mi padre entonces al menos mis manos le darían tanto amor como pudieran.
Lo acaricié como lo hacía cuando besaba a alguien, primero su cuello y luego sus hombros, la presión era la adecuada y mi padre comenzó a sucumbir. Cerró los ojos y se relajó; yo seguía descargando mis ansias por medio de mis manos. Eché la cabeza de mi padre hacia atrás para ahora masajear su pecho; entonces vi su carita de ángel, con los ojos cerrados y sus labios rosaditos haciendo una expresión de paz increíble.
Mis aceitosas manos se deslizaban por su piel, dejándola brillosa. Fue entonces cuando lo vi y me quedé pasmado.
Debido a que yo soy más alto que él, vi sus pectorales, su abdomen y, claramente abultando su pantalón, una erección prominente. Esa fue la señal que necesitaba, fue como un detonador. Mi verga estaba también a mil. Me dejé llevar y tomando el que aún hoy es el mayor riesgo de mi vida, acerqué mis labios a los de mi padre y lo comencé a besar.
En un inicio, fui solo yo el que hacía todo, pero solo fue cuestión de segundos para que él respondiera. Fue un beso tan lleno de ternura y paz, para mi fue como beber agua fresca. Duró unos minutos, en los cuales mi verga creció a tal punto que me dolía, prisionera en mi pantalón.
Me separé de mi papá y lo vi a los ojos. Al principio él me vio inexpresivo, pero al instante se levantó de su silla y, sentándose sobre mí, me besó de nuevo. Esta vez el beso no fue tierno, fue sensual. Nuestras lenguas se cruzaron hasta lo más profundo. Mis manos acariciaban su espalda y lo atraían hacia mí. Él metía sus dedos en mi cabello. Duramos así unos minutos. Cuando el beso terminó, la cara de mi papá cambió. Se puso rojo, y se levantó de la silla.
-¿Qué pasó? Pregunté yo.
–¿Cómo que qué pasó? ¿Qué no sabe que eso está mal? Me dijo, tartamudeando.
Salió caminando rápido del comedor, con la intención de ir al segundo piso, pero para entonces yo ya no iba a dejarlo ir. Me le acerqué y pasé mi brazo por su torso desnudo. Lo presioné a mi cuerpo, asegurándome de que sintiera la erección que tenia. Le susurré: Por favor papá, quiero estar con usted.
Y al ver que no hacía nada, comencé a lamer su cuello, a besarlo, mientras con mis manos pellizcaba sus tetillas. Lentamente sentí como comenzó a rendirse y comenzaba a acariciar mis brazos, mientras suspiraba. Se volteó a los segundos y nos fundimos en un beso francés. Esta vez el sentimiento fue desesperado, era como si ambos quisiéramos llegar lo más profundo con nuestras lenguas, sus desesperadas manos entraron por debajo de mi camiseta y la levantaron, desnudando mi torso. Sin esperar ni un segundo, papá comenzó a lamer, besar y morder mi pecho, cubierto de un fino vello, justo como el suyo.
Yo estaba en la gloria, dirigiendo su cabeza con mi mano y sintiendo su voraz lengua humedeciendo todos mis pectorales. Me empujó contra la barra de la cocina y extendiendo mi cuerpo sobre ella, me vio. Nuestras miradas se encontraron. Ambos respirábamos entrecortadamente; me preguntó: ¿Estás seguro de esto? Me cuestionó, sin decirme de usted.
–Soy tuyo, respondí, usando las únicas palabras que podían expresar lo que sentía.
Esa noche quería que me poseyera, quería que me convenciera que ningún hombre en la tierra existía. Me lanzó una mirada cómplice y me tomó la mano, la cual yo apreté, luego él la besó. Como si se tomara su tiempo, me levantó, solo para acostarme en la mesa del comedor. Entonces traté de quitarme el pantalón, pero me detuvo.
- Espera, luego nos encargamos de eso. Fue a la cocina y al ver con lo que volvía, supe entonces que aquella noche sería de lo mejor. Las mermeladas y jaleas, la crema batida, el chocolate líquido y todo con lo que habíamos cenado los hot cakes. Me reí y él sonrió. Tomando la crema batida me hizo una miradita pícara.
Tomó uno de mi pies y le puso crema, para después lamerla. Sentí su lengua caliente entrar entre mi dedos, besarlos, lamer la planta, y el tobillo. Hizo lo mismo con el otro pie. Yo, apoyado en mis codos para verlo mientras lo hacía, admito que estaba tan excitadísimo, pues la situación era tan sensual y la boca y labios de mi padre hacían un trabajo exquisito en esa zona de mi cuerpo, tan inexplorada hasta entonces.
Dejando mis pies, tomó la mermelada y con uno de sus dedos, embarró mi abdomen. Estaba fría, contrastaba con el clima y nuestros cuerpos. La lamió, de cada uno de mis cuadritos. Metió su lengua a mi ombligo y hasta mordió esa zona que queda arriba del pantalón. Sentí sus labios explorándome y besándome, estaba disfrutando cada uno de los segundos que transcurrían, a merced de su madura boca.
Se levantó e iba a tomar la miel cuando yo me incorporé y haciendo un nudo con mis piernas alrededor de su cadera lo aprisioné. Tomé el chocolate y metí un chorro a mi boca, para después besar a mi papá, quien se nutrió del mejor beso sabor a chocolate que debió de haber experimentado. Nuestras vergas quedaron unidas, aunque nuestros pantalones aún las aprisionaban, ambas duras y paradas como astas. Sin soltar a mi papá del nudo con el que lo aferraba me balancee hacia atrás y quedé de nuevo recostado.
Decidí que era mi turno, tomé la botella de miel y tomando a mi padre por los hombros los acosté a mi lado sobre la mesa. Ahora con el robusto cuerpo de mi progenitor a mi lado, puse miel en sus tetillas. Las lamí como si fueran paletas. Mi papi gemía y presionaba mi nuca contra su velludo pecho. Lamí la derecha y la chupé hasta que estaba durita. Puse también un poco de miel en el dedo de mi mano izquierda y lo llevé a su boca; él lo lamió con una maestría y una gula que me hizo imaginar lo que haría después con mi verga, que aún estaba debajo de mi pantalón de mezclilla. Seguí con su tetilla izquierda, no sin antes darle un rico beso y besar también la línea de vellos blancos que corría entre sus dos pectorales.
-Me gusta cuando me las muerden. Me dijo suspirando.
–Por supuesto papi, le dije y le mordí suavemente la tetilla izquierda, alternando con besos y chupadas.
Se la barnizaba con mi saliva y luego le soplaba, arrancando escalofríos de su cuerpo. Él mientras tanto me acariciaba la espalda hasta que llegó a mis nalgas. Las tomó con fuerza, una con cada mano. Las abría y las cerraba y de vez en cuando me daba una nalgada. Yo ya no podía más, al terminar con sus pezones sabía que vendría el plato fuerte: su verga.
Ansiaba con ver esa hermosa tranca, su textura, su tamaño, su color; quería conocer la verga que me había dado la vida y agradecérselo al por mayor, así que me volteé para que mi cara quedara frente a su paquete, en forma de 69. Bajé lentamente el cierre y abrí el pantalón caqui. Una trusa blanca estaba frente a mí. La palpitante verga de papá estaba bajo ella y me rogaba que la sacara, pero aún no era tiempo. Pasé mi nariz por todo su bulto y percibí el olor a líquido preseminal. Estaba calentito y duro. Con mi nariz y di un par de lengüetazos haciendo que él se excitara aún más. Manipulé su bulto, en el cual, se notaban dos enormes huevos, grandes como pelotas.
-¡Hazlo hijo, dale felicidad a tu papi! Gritó.
–Lo que diga usted. Le respondí yo y liberé su miembro. Era hermosa, justo la verga que me había imaginado en mis sueños más eróticos y que tantos años había buscado. Morena y venosa, recta, de una anchura razonable, sin circuncidar. Debería medir unos 19 cm y dos hermosos huevos debajo de ella, cubiertos por su prepucio peludo, me hicieron recordar a la mía, la similitud era enorme. Me detuve un momento a admirarla.
-Se parece a la tuya, ¿verdad bebé? Me dijo en un tono pícaro.
–El otro día que vino a arreglar el baño lo espié mientras se la jabonaba.
–Si papi, le dije.
–Es preciosa.
–Cómasela mijo. Hace mucho que su mamá no le da ni una rozadita a la verga de papá.
-Y sin responderle, lo hice, poniendo toda mi experiencia en ello. Ya había tenido muchas vergas en mi boca antes, pero esta era sagrada. Con cada mano, masajeaba un huevo, ayudándome del aceite de masajes que se encontraba cerca. Mi lengua, cuidadosamente se metió entre su prepucio y su glande, llenando de saliva cada pliegue, para después introducírmela, lentamente hasta que topó con mi garganta. El cuerpo de papá se tensó al instante, señal de que mi trabajo estaba saliendo bien. Continué mi mamada.
Papi comenzó a hacer un movimiento con su pelvis, como si me estuviera follando por la boca, cosa que yo sin duda permití; esa noche yo sería el juguete de papá, su sexoservidor, sus deseos eran órdenes.
Estaba yo dejando que papá me ahogara con su tranca cuando sentí algo increíble. Mi verga había sido liberada también y sin pedir permiso, papá la comenzó a besar, a chupar, a lamer, manosear. Admito que el ver la cara de papá, su linda tez, aquel rostro apacible que tantas veces me acompañó a la escuela desencajado del placer y tragarse mi verga hasta que la hacía desaparecer, me encendió.
Yo seguí con mi mamada, pero vi que papá se estaba comenzando a agitar demás; el orgasmo se acercaba. Sin embargo, mi mente tenía otro plan, no quería que esto terminara aún. Dejé mi felación y me incorporé bajando de la mesa. Papá me vio como desubicado.
-¿Qué pasó mi amor? Y se sentó en la mesa.
Yo le hice señas de que me siguiera. Él sin esperar corrió a alcanzarme, y yo me fui hasta el patio de atrás y salté a la piscina, dejando mi ropa tirada en el pasillo. Él hizo lo mismo. Ni el agua hizo que se nos bajara la calentura. Al salir, nos besamos, y nuestras manos exploraron todos nuestros pliegues.
-¡Ya quiero ser tuyo papi! Le imploré liberándome de sus labios, lentamente nos fuimos a la parte menos profunda de la alberca, una parte que apenas tiene 20 cm de profundidad. Ahí me hinqué y me aferré al borde de la alberca, dejándole mi culo al aire a mi papi. Él, metió su lengua, separando mis nalgas duras y redondas. Grité de placer al sentir su escurridiza saliva entrando a mi ano.
-Grita, me excita que griten mis amantes. Me dijo morbosamente.
–Dámela papi, fóllame, castígame, hazme tuyo, quiero ser tuyo ya!
Mi papá, después de hacerme gozar con su lengua, metió tres dedos en mi culo, que ya no aguantaba más. Estaba a punto de desmayarme, y de venirme, pero me contuve, sabía que lo mejor aún estaba por venir.
Papá me taladró el culo veloz e increíblemente. Sentí a mi papá hincarse y atraer mi culo hacia él, tomándome de la cintura para, sin pedir permiso ni avisar, comenzar a penetrarme. Fue tan intenso el sentimiento que ni gritar pude, quedé pasmado, solo me retorcí, pero papá no pensaba tenerme piedad, me tomó de nuevo y esta vez me hizo suyo de un solo empujón.
Mi culo se abrió tras la tremenda embestida y yo, volviendo en mí, grité desgarradoramente, pero el dolor había pasado, y ahora el placer tomó su lugar. Un entra y sale me indicó la verga de papá, y yo lo seguí mientras el agua de la alberca hacía pequeñas olas a nuestro ritmo.
-¿Quieres que te folle de una manera que nunca olvidarás? hijito mio.
–Hazlo.
Me tomó por los hombros hasta que ambos quedamos con los torsos unidos. Y entonces, como, en un acto de destreza genial, papá me taladró el culo veloz e increíblemente, su verga entraba y salía de mi tan rápido, y yo me sentí tan suyo, tan a su merced. Llevé mi cabeza hacia atrás, mientras mi papá me abrazaba para que yo no me cayera de las descomunales embestidas. Mi oído quedó a escasos centímetros de su boca. Entonces me susurró. Así, justo en esta forma, follé a tu mamá el día en que te concebimos a ti.
Esa fue la gota que derramó el vaso. Yo no pude más y le dije que me venía, él tomó mi pene y lo comenzó a masturbar.
-Me fascinan las nalgas como las tuyas así, apretaditas y redondas. Quiero que así las tengas siempre ¿ok? Sus palabras morbosas me hacían volar.
–¡Papi, ya no aguanto!
Mi verga explotaría en cualquier momento al compás de su mano firme y su verga entrando furiosamente en mi culo. Ok, pequeño zorrito, ya ha sido suficiente, luego me darás tu culo otra vez ¿Dónde quieres que me venga bebé? Me preguntó.
–¡En mi culo! ¡Bautízame el culo, es tuyo ahora! ¡No se lo voy a dar a nadie más que a ti de nuevo!
Y dicho esto nos besamos, yo me corrí en su mano y él, llenó mi culo de leche calentita. Nos vinimos abundantemente y yo me sentí el ser más feliz del mundo.
Esa noche mi papá y yo sellamos un compromiso secreto. Pasamos todo el fin de semana encerrados en la casa, desnudos y conquistándonos en todos los sentidos. Hicimos el amor más de 10 veces, en el baño, en la cocina, en la sala, en la escalera.
Desde ese día, José, que es como lo llamo ahora, es el único hombre de mi vida. Él me dice que yo lo hago sentir joven, amado y atractivo de nuevo.
Ahora vivimos juntos, pues mamá lo abandonó al poco tiempo de que esto sucedió, aunque nunca se dio cuenta de lo nuestro. Somos una pareja feliz, y yo, soy muy dichoso al dormir todos los días en los brazos de papá, sabiendo que su alma y su cuerpo son solo míos.

domingo, 12 de junio de 2011

EN EL GYM

El otro día estaba en el gimnasio haciendo un poco de ejercicio. No es que me guste demasiado el ejercicio físico pero los tíos que van a él están demasiado buenos como para perdérselos. Estaba, como casi siempre vestido con un peto de lycra, de esos ajustadísimos al cuerpo. La parte del culotte apenas si me llegaba hasta el final de las nalgas, vamos, que por la parte delantera incluso se me escapa algún que otro pelillo púbico. Por debajo por supuesto no llevaba ningún tipo de ropa interior de forma que mi polla y mis huevos rozaban a cada movimiento con la frescura del pantaloncillo. Lo que me encantaba también era sentarme en los bancos de abdominales cuando los acababa de usar alguno de mis compañeros. Sentir el calor que instantes antes habían dejado con su culo me ponía cachondísimo. Por todo ello y por los fantásticos cuerpos del resto de los gimnastas me pasaba casi todo el tiempo de ejercicio con el paquete abultadísimo. Pero siempre procuraba colocarme el rabo hacia arriba de forma que no pareciese aquello una tienda de campaña.
Entre todos mis compañeros había uno que me gustaba especialmente: era Marcus. No es que fuese el conocido modelo pero estaba igual de bueno o incluso más. Este también vestía con unas mallas algo más cortas incluso que las mías ya que se le escapaban unos dos centímetros de nalga, e incluso se rumoreaba por el gimnasio que era gay. Yo tenía mis dudas justo hasta ese día. La gente comenzaba a marcharse, quedaba poco tiempo para cerrar y, como era monitor del gimnasio, el único que permanecía en los aparatos era Marcus. De pie comenzó a hacer el típico ejercicio de agacharse y tocar la punta de los pies sin doblar las rodillas. Gracias a los espejos de la pared yo podía regodearme mirando su recio trasero que se contoneaba a cada movimiento del muchacho. Además al agacharse las mallas se le deslizaban metiéndose hasta la mitad de la raja del culo de forma que en cuanto se ponía de pie tenía que deslizar sus dedos por el pantalón para volverlo a colocar en su lugar. En uno de esos movimientos él me miró de repente y descubrió que le estaba espiando. Además mi polla cada vez se notaba más en el interior del peto. Yo enseguida retiré la vista y enseguida volví a posarla en sus nalgas cuando retomó el ejercicio. Pero entonces sucedió, él se puso de pie y no se recolocó el pantaloncillo sino que dijo:
- ¿Puedes venir y ponerme las mallas a punto?.
Yo le dije que si estaba de broma y él insistió en que no. Yo me acerqué, coloqué mis dedos cerca de su ano y estiré las mallas hacia fuera. El me miró y sonrió picaronamente. Es obvio decir que a estas alturas mi paquete ya estaba coronado por una mancha de líquido preseminal que había brotado irreductiblemente de mi capullo. El la vio y volvió a sonreír. Yo volví al banco de abdominales y él se dirigió a las pesas. Mis ojos no podían creer lo que vieron en ese momento. El, con todo el rostro del mundo cogió una pesa pequeña, le quitó el disco de uno de los lados y la colocó sobre uno de los bancos. Entonces comenzó a bajarse las mallas. Primero sólo hasta la altura del vientre y después siguió bajándoselas por la parte de atrás. Entonces llegó hasta el pene y las bajó rápidamente. Joder, tenía una polla tremenda y preciosamente empinada. No podía creerlo, se quitó las mallas y se quedó sólo con la camiseta. Estaba guapísimo desnudito de cintura para abajo. Mirándome continuamente se agachó y comenzó a lamer el palo de la pesa que había colocado en vertical. Yo ya me estaba imaginando lo que iba a hacer a continuación. Efectivamente, una vez empapado el acero, marcus se incorporó e hizo ademán de sentarse sobre la pesa. Recolocó el mango de la misma y poco a poco éste comenzó a desaparecer dentro del culo de mi compañero de ejercicios. Mientras, se introducía uno de sus dedos en la boca y simulaba una felación. Con la otra mano comenzó a sobarse la polla. Yo no me reprimí. En un arrebato de placer me despeloté completamente en medio de la sala de aparatos y mirándole comencé a restregar mi culo sobre el banco de ejercicios. El seguía subiendo y bajando mientras la pesa entraba y salía de su culo con una facilidad pasmosa. Yo masajeaba continuamente mi polla y mis huevos mientras aplastaba mi trasero sobre el cuero del banco sintiendo cómo los pequeños labios de mi ojete resbalaban por el tejido y lo impregnaban de mi sudor. Me abrí de piernas, chupé la palma de una de mis manos y la pase por el orificio de mi culo introduciendo levemente uno de los dedos. Marcus estaba súper cachondo y terminó por quitarse la camiseta. Su cuerpo era familiar para mí, ya había disfrutado de él en las duchas y después en el baño donde me había servido como motivo de inspiración para masturbarme.
La única diferencia es que en aquellas ocasiones su polla estaba fláccida y pendulona mientras que la mía estaba recia y llena de vigor sexual. Lo dicho, él estaba super cachondo y en pelotas mientras que yo seguía dándole que te pego a mi culo y a mi polla. Notaba su respiración agitada y cómo su pecho y sus muslos brillaban por el sudor. Era una de las situaciones más excitantes que he vivido.
De repente él se sacó la pesa del culo. Se volvió de espaldas a mi y abrió sus piernas. Qué gracia, tenía depilada toda la parte que rodeaba su esfínter, que por cierto estaba totalmente abierto y mostraba el que más tarde sería un hogar para mi polla. Fue entonces cuando se incorporó y comenzó a acercarse hacia mí.
A medida que iba acercándose hacia mí, yo podía ir comprobando su profundo y masculino aroma. Sus pectorales brillaban por el sudor que iba destilando ante su excitación y su pene continuaba recio y bamboleante a cada paso. Marcus era de los hombres más guapos que he visto en mi vida, y mira que he visto muchos. Entonces llegó hasta donde me encontraba yo, es decir, hasta el banco de abdominales que estaba recibiendo los continuos frotamientos de mi culo. Me pidió que me tumbara a lo largo del banco y yo cumplí sus órdenes. Acercó su polla hasta mí y comenzó a recorrer con ella todo mi cuerpo rozando su capullo contra mi piel. Primero empezó por la cabeza, friccionando su miembro contra mi cabello teñido de rubio. Después comenzó a descender por el rostro pasando por mi boca aunque sólo me dio tiempo a darle un pequeño lametón que me supo a gloria. Siguió bajando y al llegar al pecho desvió su pene hacia arriba y hacia abajo para hacer una pequeña visita a mis pezones, duros y erectos como rocas. Y su polla iba bajando y bajando. En el ombligo presionó ligeramente contra mi piel como en un intento de penetrarme por ahí. Más abajo se entretuvo con los pelillos del vientre, justo antes de llegar a mi polla. Fue cuando literalmente los dos penes se dieron un tremendo beso. Deslicé mi pellejo hacia abajo descubriendo el glande y él hizo lo mismo. Nuestros dos penes juntaron sus puntas en un choque lleno de sensaciones excitantes. Mis huevos estaban a punto de reventar llenos de semen deseoso de salir al exterior o mejor, ávido de ser engullido por un hombre. Pero al poco rato de estrujarnos mutuamente las vergas, su polla siguió su juego pegando ligeros golpecitos a mis huevos que hacían brincar a mi pene en graciosos saltos. Bajó por mis muslos casi sin darme tiempo a pedirle una visita a mis nalgas y llegó a los pies donde se encargó de introducir su pene entre cada uno de mis pequeños deditos.
Entonces Marcus me cogió una pierna y la bajó al suelo. Cogió mi otra pierna y la levanto con una mano mientras una de sus piernas pasaba por encima de la que yo tenía en el suelo. Con la otra mano me apartó lo que pudo la polla y los huevos y luego él se sujetó los suyos. Inició una pequeña aproximación hacia mí y empecé a notar el roce de su culo con el mío. En aquel momento comprendí de lo que se trataba: quería que nos besásemos con nuestros culos y lo consiguió. Logró que encajasen perfectamente su ojete con el mío y comenzamos a restregarlos. Fue una sensación increíble. Note como mis labios anales jugaban con los suyos mientras que nuestros genitales rozaban nuestras respectivas piernas. Con sus manos acercó su rostro al mío y comenzó a besarme frenéticamente. Fue un beso donde nuestras lenguas eran las protagonistas. Mientras, nuestros culos seguían dándose mutuo placer. Tras unos minutos en esa situación, él se retiró y caminó hacia donde momentos antes había estado sodomizándose con una pesa. La cogió y le quitó la otra pesa dejando sólo el mango. Volvió a donde estaba yo, con mi pene chorreando un espeso líquido amarillento. Marcus me dijo:
- Embadúrnate el culo de saliva.
A lo que le dije que me lo embadurnarse él. Dicho y echo, dejó el mango, se agachó y con su lengua goteando saliva lubricó perfectamente mi ojete. Yo estaba que no podía más de excitación, estaba super cachondo. Cogió de nuevo el hierro y comenzó a introducírmelo suavemente por el culo. A cada centímetro que introducía, yo me iba sintiendo más y más excitado. Entonces, cuando medio mango estaba dentro de mí, Marcus me pidió que le chupara el culo. Así lo hice y pasé mi lengua por los pliegues de su esfínter. A continuación se sentó frente a mí, abrió sus piernas y se introdujo lo que quedaba de mango fuera de mi culo. Por lo tanto se puede decir que compartíamos consolador y que estábamos empalmados por el culo. Nos abrazamos y nuestros penes se frotaban el uno contra el otro.
- Me corro, me corro!
Comencé a gritar. Y efectivamente, mi pene, sin más estimulación que el pene de Marcus, comenzó a escupir chorros de lefa que regaron mi vientre y mis testículos. Mi compañero y en ese momento amante sacó bruscamente el hierro de su culo y se agachó para lamer mi esperma. Lo captaba con la lengua y lo tragaba tras saborearlo. Cogió mi rabo con la mano y se lo introdujo en la boca. Con la otra mano cogió el mango de hierro, que continuaba dentro de mí, y comenzó a sacarlo y a meterlo simulando el movimiento de una penetración. Después tiró el metal al suelo, abandonó la felación que me estaba haciendo e inyectó su lengua en mi culo. Yo comencé a masturbarme de nuevo porque mi pene, tras la corrida, había empezado a ponerse fláccido y yo no quería dejarlo ahí, yo quería más.
En ese momento me di una de las grandes sorpresas de mi vida. Mirando al pasillo vi que la puerta del vestuario de hombres estaba entreabierta. A través de ella pude ver a Carlos, un muchacho un año menor que yo, desnudo con una toalla alrededor de su cintura. Pero debajo de la tela se adivinaba su mano moviéndose violentamente. Joder, se estaba haciendo una paja mientras nos miraba. No me quedó más remedio que llamarle e invitarle a disfrutar de nuestros culos. Aquello se convirtió en una auténtica orgía de pollas y leche, calentita, por supuesto.
Carlos se acercó hasta donde nos encontrábamos follando. La punta de su toalla estaba cada vez más fuera de su cintura. Metí una de mis manos debajo de su única prenda y agarré con fuerza su polla. La tenía dura y muy, muy caliente. Mi mano se llenó de las primeras muestras de lubricante del muchacho. Entonces con la otra mano tiré con fuerza y decisión de la toalla y dejé a carlos totalmente desnudo. Su cara mostraba el apuro del momento, un rostro brillante por las gotas de sudor que caían por su frente.
- Quiero que me folléis.
Susurró entre dientes. Marcus y yo nos miramos a la cara y sonreímos.
- Por supuesto, chaval, te vamos a dejar el culo a punto!
Dijo mi compañero de polvos. Le obligamos a ponerse a cuatro patas, el chico obedeció, se agachó y se apoyo sobre sus rodillas y manos. Marcus se puso tras Carlos y se agachó hasta llegar con su boca al ojete del muchacho. Como antes había hecho conmigo comenzó a chupar insistentemente el ano de Carlos. Después comenzó a penetrarle con el eco de los gemidos del joven, que dijo:
- Quiero chuparos la polla y tragarme vuestra leche!
Yo me puse inmediatamente de pie frente a Carlos y puse mi erecta polla a su disposición. Haciendo alarde de su equilibrio levantó una mano y cogió mi rabo para introducírselo en la boca. Con una habilidad impropia de su aparente novelería comenzó a mamarme el miembro. La escena era digna de las mejores películas porno. Tres hombres completamente desnudos en la sala de un gimnasio. Uno de ellos, el más jovencito está siendo penetrado por otro mientras a su vez le chupa la polla a un tercero. Por suerte ese tercero soy yo. Su lengua era super suave y llena de saliva que hacía más placentera la felación. Mi excitación estaba aumentando por momentos y entonces avisé:
- ¡Carlos, cabronazo! ¡que me corrooooo!..
Carlos se sacó mi polla de la boca justo en el momento en el que me corrí. Pero nuevamente habilidoso, el chaval recogió mi semen con la palma de su mano. Después acercó tal peculiar cazo de leche a su boca y la engulló de un lametón. Mientras tanto marcus seguía dándole por culo: zas, zas, embestida tras embestida.
No hace falta decir que a estas alturas la polla de Carlos había alcanzado ya una erección considerable. Yo estaba deseoso de probar su sabor así es que me agaché, agarré con fuerza su miembro y me lo introduje en la boca. Joder, tenía un sabor exquisito, regado delicadamente con su jugo preseminal, fruto de lo cachondo que estaba. Al acercar mi cara a su vientre me molestó el vello de los huevos que me hacía cosquillas en la barbilla. Ni corto ni perezoso miré a Marcus y dije:
- A este chaval hay que depilarlo.
Carlos me miró con restos de semen en su rostro y dijo:
- Sí, por favor, quitarme los pelos de los cojones, siempre he querido hacerlo pero no me he atrevido.
Me levanté y fui corriendo en pelota picada a los vestuarios. A cada zancada mi polla golpeaba mi vientre salpicándolo con los últimos restos de semen de mi anterior corrida. Fui hasta mi neceser y lo abrí. Estaba lleno de paridas: un suspensorio, unas bolas chinas... Y por supuesto la cuchilla y la espuma de afeitar. Cogí ambos instrumentos y volví a la sala de "ejercicios". Entonces pedí a Carlos que se tumbase boca arriba a lo largo del banco de abdominales en el que yo anteriormente había estado restregando mi culo. Le pedí que por favor no se moviese demasiado. Para sujetarlo, Marcus se sentó casi literalmente sobre el rostro de carlos, lo que obligó al joven a chupar el culo al experto culturista. Yo cogí su tiesa polla y la tendí sobre su vientre, de forma que apuntaba hacia el ombligo. Después agité el bote de espuma y puse una ligera cantidad de la misma en la palma de mi mano. A continuación con mucha suavidad la fui repartiendo por sus testículos y los lados de la verga. Recordé en ese momento que no tenía agua y me dirigí a los baños. Volví con un cubo de la limpieza lleno de agua y comencé mi labor. Con mucha delicadeza fui recorriendo con la cuchilla sus desarrollados huevos. Con frecuencia tenía que limpiar el instrumento ya que los rizados pelos impedían el corte. De vez en cuando levantaba la vista y comprobaba como Carlos seguía excitando el ojete y los huevos de Marcus con su lengua. A cada paso de la cuchilla sus huevos iban revelándome su auténtico color encarnado.
- Más abajo también, por favor, quiero tener el culo como Marcus.
Dicho y hecho, preparé más espuma y se la unté por el culo y la parte que se encuentra entre el ojete y los testículos. Lista la espuma, la cuchilla continuó con la depilación. Con las manos le separé como pude las nalgas y seguí. Entonces fue cuando carlos comenzó a masturbarse. Yo no me pude aguantar y mientras le afeitaba me incorporé y le empecé a mamar el rabo. No tardó mucho en
gritar:
- Que me corroooo!
Su corrida inundó mi boca en varias oleadas. Algunas de ellas me las tragué instantáneamente y otras las guardé en la boca. Dirigí mis labios a su ojete y unté su propio semen por su piel a modo de lubricante para el afeitado. Fui retirando los pelillos del ojete y seguí apurando los testículos salvando el vello de la parte superior del pene que comenzaba a los lados del mismo mediante dos diagonales. En pocas palabras, su vello se había convertido en un triángulo de pelo bajo el cual se encontraba el pene. Cogí con ambas manos agua del cubo y limpié todos los restos de espuma de sus genitales. Traje un espejo de los vestuarios y le enseñé el resultado a Carlos. Sus huevos eran grandes y brillantes y ya no tenían ni un resto de vello. Con una mano inclinó el espejo y con la otra dirigió los dedos a su culo. Pudo comprobar en el reflejo que su ojete estaba limpio sin ningún pelo alrededor y no dudo en acariciarlo y meterse algún dedo.
- Déjame comprobar el resultado.- le pedí.
- Adelante.
Comencé entonces a chuparle los huevos, una experiencia que me excitó bastante por lo suaves que estaban. Seguí por el ojete, sus arrugas se rendían ante las arremetidas de mi lengua que buscaba caprichosa los dulces aromas del ya no virginal trasero adolescente. Mi polla era un auténtico frenesí, las gotas de licor preseminal llenaban mis piernas. Cogí mi rabo con una mano y comenzé a masturbarme frenéticamente. Arriba y abajo, arriba y abajo, mi mano iba deslizando el prepucio por el glande cuyo rozamiento me proporcionaba relámpagos de placer. Carlos se levantó de su peculiar banco de depilación y volvió a chuparme la polla. Apartó mi mano bruscamente y con su lengua chupaba y chupaba mis centímetros de verga. Mis gemidos seguramente podrían oirse desde la calle. Mientras carlos me la chupaba Marcus se situó detrás de mi y sin penetrarme comenzó a frotar su pene entre mis nalgas que con los pelillos le proporcionaban un rozamiento exquisito. Los gritos de placer de Marcus comenzaron a igualar a los míos justo en el momento en el que noté como un chorretón de lefa me salpicaba la espalda y comenzaba a deslizarse hacia abajo. Marcus se retiró y noté como su semen se resbalaba por mi espalda y llegaba a mis nalgas colándose caliente por la raja del culo. Fue un día de gimnasio inolvidable.

jueves, 9 de junio de 2011

SE QUE ERES GAY

Me llamo Rai tengo 28 años y esto ocurrió cuando tenía 19. Yo era un chaval tímido, medía 1.80 y pesaba unos 75 Kgs., desde hacía tiempo sabía que mi pasión eran los hombres, pero los hombres tipo "machomen", es decir, fuertotes, nada delgaduchos y con mucho vello.
Jose Antonio tenía en aquél entonces 20 años, medía sobre 1,86 y era fuerte, pero no con músculos fibrados, sino fuerte porque sí. Además, estaba muy bien desarrollado para su edad. Yo en la playa había tenido la ocasión de verle en bañador y la verdad es que me moría por su cuerpo enteramente recubierto de vello. Es moreno, siempre lleva la barba de dos o tres días, lo que lo hace muy atractivo. El único problema es que era él que llevaba más tiempo con la novia en nuestra pandilla, además era el típico chulito machista, en definitiva todo un hombre.
Una tarde habíamos quedado toda la pandilla pero nadie apareció excepto nosotros, por lo que decidimos irnos a mi casa a merendar y jugar un rato al videojuego.
Mientras merendabamos pusimos la tele, y a eso que salío una película con escenas de cama, pero nada porno, casi no se vió nada, el caso es que empezó a decirme que con su novia no conseguía nada, que era de la típica que pensaba que debía llegar virgen al matrimonio.
Empezó a comentarme sus fantasías y empecé a ver como un hermoso bulto iba apareciendo en su entrepierna. Yo intentaba disimular, pero iba creciendo sin cesar.
De pronto me dijo:
-Rai, somos amigos desde pequeños y me he dado cuenta de que te van los tíos, he notado como me miras, así que te propongo pasar una tarde de diversión, así yo me quito el calentón y tu haces realidad tus sueños.
Yo me quedé de piedra, le dije que no, que a mí me iban las tías, pero entonces él empezó a manosearse el paquete, y mi excitación iba aumentando.
Me dijo: Vamos, no te lo pienses más, agachate y libérala.
Entonces accedí y como un loco me arrodillé y liberé aquel trozo de carne que tanto había ansiado poseer. Cuando bajé la cremallera y el calzoncillo, salió disparada aquella hermosa pieza que debía medir unos 22 cms, coronada por una espeza capa de vellos.
Mamé y mamé, pero me dijo que no se quería correr tan pronto, así, que dejé descansar para que se le bajara un poco los ánimos, aproveché entonces para lamer cada centímetro de su cuerpo que tan estudiado tenía.
Empecé por la boca, su lengua se enlazó con la mía, y así estuvimos un buen rato, luego empecé a bajar, le arranqué la camisa y vi su pecho peludo, mamé sus tetillas, que con el roce de mi lengua se habían puesto tiesas, luego seguí el cordón de pelos que llevaba justamente hasta su ombligo, allí me quedé un buen rato, para después volver a subir y levantarle los brazos, ante mí había unas axilas pobladas del más negro pelo, las cuales lamí sin cesar.
Le quité los deportes, los calcetines, y empecé a mamar los dedos de los pies, tenía unos pies enormes (calzaba el 48), luego subí por sus piernas, grandes y peludas, hasta que de nuevo llegué a su polla, no sin antes deternerme en sus hermosos huevos, primero uno y después otro, lo único que no pude mamar fue su culo, me dijo que ahí estaba prohibido, aunque me harté de magrearlo mientras mamaba su polla.
Él empezó a follarme en la boca, era magnífico sentir el golpe de sus cojones en mi cara.
Me dijo que me desnudara que quería partirme en dos, empezó a meterme primero un dedo, luego dos, incluso me dilaté tanto que llegó a meterme tres de sus enormes dedos.
Entonces me abrió las piernas y sin ninguna compasión me dió una arremetida de forma que grité de dolor y pasión a la vez, mis sueños se estaban haciendo realidad.
Así estuvo un buen rato, hasta que me dijo que estaba un poco cansado que trabajara yo un poco. Así que se sentó, yo me senté sobre él y empecé a cabalgar, arriba, abajo, a la vez que nos fundíamos en un beso o mientras yo magreaba su lindo pecho velludo.
Cuando nos hartamos de esta posición, nos fuimos a la cocina, me tumbé bocarriba, puse mis piernas sobre sus hombros y empezó a bombear de una forma extrema, notaba como su ritmo se aceleraba, estaba claro, llegaba el momento, y dando un grito impresionante, se corrió dentro de mí, os aseguro que es una sensación única, notar como los chorros de leche salen y corren por tu culo.
Cuando terminó de correrse, me dijo que le limpiara la polla, así que eso hice, se la dejé reluciente, mientras saboreaba su rico jugo.
De pronto me dijo, eres un puto, te mereces una meada, así que empezó a mearse en mi cara, fue una experiencia que nunca se me había pasado por mi imaginación, pero he de decir que me volvió loco, sentir ese chorro a presión calentito.
Cuando terminó me dijo, aún no estoy satisfecho, así que de nuevo nos fuimos al salón, él se tumbó, me dijo recorre mi cuerpo y detente en mi polla, y ordeñala hasta que encuentres premio, así lo hice, y su segunda corrida fue aún mejor, para asegurarse de que no se escapaba nada me agarró la cabeza de modo que tuve que tragar.
Nos vestimos, y no hemos vuelto a hablar del tema. Hoy día tengo mi novia y soy muy feliz, aunque todavía me pajeo pensando en aquella tarde.