sábado, 2 de julio de 2011

EL ALQUILER

Quedaban solo dos meses de clases solamente y ninguno de mis amigos ni yo queríamos dejar el piso compartido que teníamos, pero nos íbamos a tener que despedir de él, el contrato finalizaba en tres meses. Nos había salido bien de precio, estaba bien ubicado y habíamos vivido muchas risas y juergas allí.
Una de las últimas que tuve fue una noche después de un examen. Salimos a una zona de pubs que se llenaba mucho de gente y después de unas cuantas copas y hablando con unos y con otros nos perdimos, o al menos yo, les perdí de vista a las dos de la mañana. Estuve casi una hora dando vueltas buscándoles pero no había forma y al final decidí quedarme un poco más en un pub que no conocía y había buen ambiente, a ver si aparecían.
Me acerqué a la barra y no recuerdo muy bien lo que pedí pero sé que el chico de al lado me sugirió algo sobre la bebida y lo pedí como me dijo. Empezamos una conversación y solo recuerdo que era un chico bastante normal pero que tenía unos ojos tan verdes que no podía dejar de mirarle. Y más como iba yo de bebido, que no iba pasado, pero estaba en el punto en que me apetecía follar con todo lo que me gustara.
Yo no me sentía realmente definido. Había tenido relaciones con chicos alguna que otra vez, pero muy pocas y ni mis amigos ni nadie habían sabido nada nunca. Solo sé que corrí demasiado riesgo y de aquella vez solo me quedan flashes en la memoria.
Recuerdo susurros que no entendía de aquel chico, cada vez más cercanos a mi oreja y mi cuello hasta que me encontré besándome con él en uno de los rincones del local. Recuerdo la sensación de estar besando con lengua una de las mejores bocas que he tenido a mi alcance. Recuerdo estar muy excitado, tanto que me cayó el vaso mientras nos sobábamos y le mojé su zapato.
Lo siguiente que recuerdo es que se la estuve chupando en uno de los baños mientras él no dejaba de pasar sus manos por todo mi cuerpo e intentar llegar a mi agujero trasero para excitarlo. No sé cuanto tiempo estuvimos allí pero recuerdo perfectamente que no paré de mamársela hasta que se corrió en mi mejilla y en mi cuello. Recuerdo también que pringó, con su leche espesa y caliente, la cadena de plata que yo llevaba y que además la limpió a ella y a mi cuello a lametazos.
Lo siguiente fue que estábamos en el portal del edificio donde teníamos el piso compartido mis amigos y yo. Quiso entrar y yo estaba muy excitado y bebido pero prefería que no pasara aquello delante de mis amigos, así que me negué, pero terminamos abrazados en uno de los rincones dentro del portal. Me besaba de nuevo y empezaba a bajar, era muy tarde y no aparecía gente por allí así que me dejé llevar medio cerrando los ojos y al momento estaba abriendo mi pantalón y buscando mi polla dura con su boca por encima de los bóxer.
Fue en ese instante en el que vi una sombra entrando al portal. Me asusté y me bajó todo, "Para! Para!" dije gritando en voz baja. Me entendió al instante, se sacó la polla de la boca y se puso en pie apoyado a la pared, al mismo tiempo que yo me cerraba el pantalón. La sombra tomó forma, no dijo nada y subió al ascensor. Era la vecina del segundo izquierda y el casero de nuestro piso: Ramón. Esperaba y deseaba que no me hubiera reconocido, porque el rincón donde estábamos era bastante sombrío.
Subí a casa, mis amigos aún no habían llegado, así que me masturbé pensando en aquel chico. No tenía su teléfono, ni siquiera su nombre y deseaba que aquella noche se repitiera y que acabara dentro de mí. Me corrí sintiéndole en mi imaginación y me acosté. Nunca volví a verle.
Dormí más que nadie porque a la mañana siguiente me despertaron los ruidos de mis otros dos compañeros. Cuando me levanté con cara de sueño estaban animados, parecía que aún estuvieran de juerga, pero solo era que habían dormido poco.
–Ey tío ¿Dónde te metiste? –dijo uno de ellos.
–Yo que sé, no me acuerdo, que pedo –dije sonriendo.
–¿Qué me han dicho? ¿Qué ibas por ahí con un tío guapo? –dijo el otro –¿Y que hacíais algo más que hablar? –continuó.
En aquel momento el corazón me saltó y me desperté de repente, pero intenté no dar detalles de sorpresa. Los dos explotaron en risa contenida.
–¿Pero que dices? –me enfadé –quien te haya dicho eso iba más pedo que yo –resolví.
–Sí, sí, con lo pedo que ibas tú mírate el culo a ver si lo tienes rojo –dijo otra vez el mismo.
Los dos rieron a carcajadas. Me sentó mal y me dirigí a mí habitación.
–Oye espera, que era broma –dijo uno. Me quedé de pie quieto. –Hablando de otra cosa, te toca bajar a hablar con el casero, ya sabes –explicó.
–¿Cómo que ya sé? Anoche salisteis y no tenéis la pasta ¿verdad? –sus gestos eran afirmativos –Joder! Ya le debemos parte del mes pasado! Yo mi pasta sí que la tengo! Que baje otro! Paso de excusarme… –me enfadé de nuevo.
–No, no, no –dijeron los dos –nosotros ya bajamos los meses anteriores, nos lo repartimos porque el tío es muy pesado y ahora te toca a ti –terminó uno de ellos y sentí que no tenía excusa.
Poco antes de cenar cogí mi dinero y algo que aún recogí de ellos, que en total era poco más de la tercera parte del mes, y bajé a hablar con él. Creo que era la tercera vez que iba. Ramón estaba divorciado y ganaba bastante pasta con los alquileres, que tenía varios y pensé que no al fin y al cabo no le molestaría otro retraso. Llamé a la puerta y tardaron en abrirme, pero finalmente me abrió Elena, que era su criada.
Me dijo que ella se iba ya, que Ramón estaba en el baño y no tardaría, que me esperara en el salón y que le recordara que su cena estaba en la nevera. Así que pasé y me esperé el salón, la tele estaba encendida así que me entretuve diez minutos. Finalmente le oí silbar, apareció por la puerta del salón con el pelo mojado, iba descalzo y llevaba un albornoz entreabierto.
Me levanté de un salto y no pude evitarle observarle de arriba a abajo. Su pecho estaba tan bien formado que seguro que hacía algún tipo de ejercicio para mantenerlo a tono. Tenía bastante bello por todo el pecho pero corto, como de depilado, que bajaba hasta su pubis también con bello corto, una polla corta, quizá por el agua, pero gorda y unos huevos que colgaban tensos. El se dio cuenta de que le había mirado al completo. "¿Que haces aquí chico?" preguntó, y con toda naturalidad se cerró el albornoz. Le expliqué la situación, que le íbamos a deber casi un mes entre lo del anterior y este, y se puso más nervioso de lo que esperaba.
Se acercó rápidamente, me cogió los billetes y se puso a contarlos. Estaba cerca, muy cerca de mi pero no podía apartarme, detrás estaba el sofá. Ramón contaba los billetes lamiéndose el dedo y mirándome a los ojos cada dos o tres. De repente terminó "Siéntate" dijo, me empujó levemente y caí sentado al sofá. El se sentó encima de la mesilla de cristal, justo enfrente de mí, pero a esa altura casi podía verle la polla si abría las piernas un poco más. Intenté no mirar.
–¿Sabes que? –me dijo, y esperó unos segundos –Normalmente no soporto este tipo de cosas, porque cuando una persona debe dinero… –empezó uno de sus monólogos, eso es lo que aburría a mis amigos y a todos, se enrollaba en discursos. Y mientras hablaba movía sus brazos, sus rodillas, y su entrepierna quedaba cada vez más a mi alcance de visión. "No mires", me dije a mi mismo. –y tus amigos son un poco imbéciles, tu debes saberlo, y no tendríais este piso –continuó –pero la verdad es que tú me caes bien, me caíste bien desde el principio, pero aún así creo que voy a tomar la decisión de que os marchéis, el mes termina pasado mañana… –seguía con su monólogo.
–No por favor –intenté disuadirlo –en dos semanas o antes podemos darle lo que debemos –abrió más las piernas y vi de nuevo aquellos huevos tensos cubiertos por su polla gorda que parecía haber crecido un poco. –incluso el próximo mes podremos darle algo extra por los retrasos –seguramente mentira, pero tenía que convencerle.
–¿Cómo dices? –se inclinó hacia delante y pensé que se había enfadado –y por favor no me hables de usted –terminó.
–Creo que puedo darte algo extra el próximo mes como compensación por los retrasos si dejas que nos quedemos –insistí como él quería.
–¿Y por qué no me compensas tú ahora? –preguntó mientras deslizaba sus manos por sus muslos abriendo casi al completo la entrepierna del albornoz y sin dejar de mirarme.
Parecía que el tío se estaba excitando con la conversación y que la polla le había crecido otro poco más, al principio me pareció vulgar pero lo cierto es que si yo salía de allí sin aquella polla iba a soñar con ella varias noches.
–Perdone, creo que se equivoca conmigo –dije finalmente y me levanté apartándome.
–No me hables de usted –insistió.
–Te equivocas de persona –dije algo más nervioso y dando otro paso atrás.
–¿De veras? –dijo mientras se abría todo el albornoz y se recostaba en el sofá donde había estado yo sentado.
Se cogió la polla con una mano y medio acostado con las piernas abiertas, empezó a masturbarse delante de mí. Al ver aquello se me puso casi dura a mí, pero di media vuelta para no mirar e ir en dirección a la puerta de salida. No dejaba de pensar en lo que había visto mientras daba los primeros pasos y le volví a escuchar.
–Estuve más de cinco minutos viéndoos en la entrada del portal, antes de abrir con la llave –y di media vuelta, le miré de nuevo entre asustado y excitado –y si no fuera porque vino la vieja del segundo me hubiera gustado ver hasta el final –respiré hondo, me rasqué inquieto y no me moví, no podía pensar –podréis quedaros todo el tiempo que queráis –añadió. Y mientras decía esto se levantó dejando caer el albornoz al suelo y acercándose a mí. Me acarició el cabello con una mano y me cogió la otra dirigiéndola a su polla que ya empezaba a tener un buen tamaño.
Estaba ya decidido, había necesitado aquel empujón, siempre lo necesitaba, no sé porque pero cualquiera era capaz de excitarme y hacer que deseara su polla, todos parecían muy expertos y yo parecía muy puta.
Andando hacia atrás, me llevó hasta el sofá de nuevo con mi mano agarrada a su polla y se dejó caer. Le seguí arrodillándome a su lado entre sus piernas y dejando que mi lengua hiciera de las suyas entre sus huevos mientras se la movía. "Sabía que era lo mejor" susurró mientras le lamía.
Me la metí en la boca y chupé lentamente mojando bien mis labios y aquello creció dentro de mi boca con rapidez. "Como me pones" susurró y cerró los ojos. Empecé a mamarla más rápidamente y aquella polla estaba ya tremendamente dura pero no se corría el tío. Me la saqué de la boca y aproveché la picardía del momento, "Bájanos el alquiler" pedí mientras le masturbaba ahora con la mano y lento. "Vale, pero no pares" dijo excitado.
Aunque no me miraba sonreí y me sentí el dueño. Deslicé un dedo pasando arriba y abajo por su agujero mientras me la metía de nuevo en la boca. Volví a mamársela rápido al tiempo que el dedo iba colándose cada vez más adentro. Ramón gimió cuando moví el dedo hacia afuera y adentro de nuevo para saber si podía entrarle más.
Me la saqué de la boca y le masturbé de nuevo. Ramón estaba tan excitado que flexionó las rodillas ofreciendo todo su sexo. Le penetré con mi dedo más rápidamente y sus manos volvieron a dirigir mi cabeza a su enorme polla dura. Me la tragué de nuevo, esta vez empujado por sus manos me follaba la boca. Dio un pequeño grito y me la saqué a tiempo de la boca. Se corrió sobre su propio pecho.
Nunca había visto soltar tantos chorros de leche caliente. Y tampoco nunca había hecho una mamada que durara tanto, pero no fue la última. En los dos meses que quedaban fui yo el que bajó a pagar el alquiler y siempre me quedaba la mitad del dinero. Me sentí como una puta, pero me gustó.

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