viernes, 16 de septiembre de 2011

EL GUARDIA

Era un día normal, me levanté con la misma rutina de siempre sin saber lo que ése día me aguardaba. Todo trascurría normal, el mismo trabajo, la misma plática, la misma gente; me dirigía hacia mi oficina cuando de repente se acerca una chica a mí, era la encargada de recursos humanos.
-Señor, tengo a la gente nueva para la entrevista.
Dentro de mí pensé, Por fin carne nueva. Pero casi nunca iba alguien que valiera la pena; pero me equivoqué. Llegué a la sala y mi sorpresa al instante fue un chico de aparentes 27 años; hermoso cuerpo y penetrantes ojos.
Mientras entrevistaba a otros candidatos para el puesto, mi atención y mirada era para una sola persona. Alfonso era su nombre, mi decepción al momento de la entrevista fue que al poner su mano sobre el escritorio vi un gran anillo dorado y grueso. No lo podía creer, era casado; y como sí se hubiera dado cuenta de todo, bajó rápidamente la mano.
Pasaron los días y fue contratado por mi caliente cabeza. No pensaba en otra cosa que no fuera en ése guardia; la sensación en mi cuerpo era indescriptible, sentía un cosquilleo en mi estomago. En mi mente sólo estaba la imagen de cómo sería estar sentado sobre él y exprimirle aquel paquete que prometía ser descomunal. En las tardes me encerraba en mi oficina y me masturbaba, recordaba mi pubertad al hacerlo; de cómo me masturbaba al ver al jardinero cortando el césped o al chofer que me llevaba al colegio. Caí en cuenta de que todas ésas personas que alguna vez me inspiraron una paja, serian mías.
Ya habían pasado tres meses y yo seguía cual colegial, instantáneamente se me ocurrió un plan que no podría fallar; solamente yo conozco los códigos de las alarmas en la empresa, así que pues al momento de cerrar solo están dos personas: un guardia y yo. Aproveché mi condición de jefe para modificar los horarios, los míos y los de él, de tal manera que él fuera la persona que cerraría conmigo. Llegó el tan esperado día, así la noche y con ella el momento de cerrar la tienda.
Al momento de preparar la alarma me equivoqué intencionalmente para que no pudiéramos salir. Le expliqué a Alfonso que ese error era grave y que teníamos dos opciones, la primera era pasar la noche en la tienda y esperar a que se botarán automáticamente los seguros, o que abriéramos y sonara la alarma y nos multara la empresa de seguridad. Así pues que yo estaba rogando a dios que eligiera la primera opción, y me dijo que si sin titubear. Mi corazón daba vuelcos por dentro, le dije siempre quise saber como era pasar la noche en un centro comercial; así pues dije vamos a dormir, pero antes vamos a apagar las cámaras del área de colchones y accedió, apagamos las cámaras y nos dirigimos las camas.
Sonó su celular y contestó.
-Bueno, si mi amor estoy en la tienda todavía. Me tengo que quedar toda la noche, si mi amor yo te marco en la mañana, adiós
-A eso se redujo la charla por teléfono.
-¿Es tu mujer?
-Si, esta de visita en casa de su mamá en Monterrey.
-Huy algo lejos comenté.
-Si.
Y se quedó callado, entonces aproveché.-¿Cómo le haces para aguantarte? Yo no podría pasar si quiera una noche sin coger, soltó una carcajada y sin más ni más se me aventó encima.
-Si verdad puto de mierda, por eso mismo desde aquel día no me quitabas la vista de encima. Crees que no me doy cuenta, te quedas viendo mi verga, pinche puto. Además, si fueras un poco más inteligente y en realidad hubieras revisado mi currículum en la entrevista, te hubieras dado cuenta que trabajé en la empresa de alarmas; la misma que cuida la tienda, por lo tanto sé que no cobran multa. Eh puto, eres una perra verdad.
No aguante más.-Si, y quiero ser tu perra, tu puto; no me interesa nada mas.
-Ah si, pues ahora vas a ver lo que es ser mi perra, me soltó una cachetada. Eso ya no me gustó, pero en cierto punto me excitó.
-Eso, es por puta.
Me aventó a la cama y se subió encima de mí. Se acercó y de un jalón rompió mi ropa; me llevaba la delantera. Me dio tremendo beso y sentí sus labios grandes y jugosos chocar con los míos, su lengua buscaba profanar mi boca. Comencé a arrancarle la camisa, los botones botaron a lo lejos, y como por arte de magia comenzó a llover; los relámpagos eran hermosos, un rayo cayó y oímos una explosión. No nos importó, puesto que en sí ni deberíamos de estar.
Hubo un corto en el suministro de energía eléctrica y estábamos totalmente a obscuras. Me monté en él, sentía como su verga quería romper su pantalón y penetrar mi culo con todo y ropa. Se movía como si ya estuviéramos cogiendo.
-Eres una puta verdad, ¿quieres que te coja? Y se desabrochó el pantalón.
Me bajé de él; le quité los zapatos, tenia unos pies enormes.
-Ojalá que todo lo tengas grande, le dije, mientras le lajaba sus pantalanes con todo y bóxer, quedé impactado.
Era la cosa mas grande que había visto, era como de película, descomunal. Ya no quería seguir, solo de pensar en el dolor me daba miedo; era más la calentura del momento, me hinqué a sus pies y bese sus dedos, las plantas de sus pies; él suspiraba nada más, seguí subiendo por las piernas hasta llegar a aquel paquete enorme, lo brinqué y subí a sus tetillas; las mordí lenta pero excitantemente hasta sentir como se excitaba; me bajó de la cama, me desabrochó el pantalón y me lo quitó.
-Ahora si vas a ser mí putita de oficina.
Le mamé la verga, no cabía en mi boca; la cabeza era enorme pero deliciosa, era tal como me lo había imaginado; tenia un cuerpo exquisito, enorme, unos marcados abdominales. Se la mamé como por 20 minutos, entonces empecé a sentir como aceleraba el ritmo.
-No, todavía no papá. Quiero que me la metas. Puso cara de sorprendido.
-Ya viste el tamaño.
-Sí, y para que no se creciera, le dije, he estado con más, no me dejó terminar la frase, cuando me golpeó con otra cachetada.
-Te dije que eres mí puta, no quiero oírte hablar de otros hombres. ¿Entendiste?
-Si
-Ahora mereces ser castigada, ven acuéstate en mis piernas.
Lo hice, era excitante y nuevo para mí. Me empezó a dar de nalgadas, sentía como su enorme mano chocaba sobre mis calientes y hambrientas nalgas.
-Eres niñita mala. Sentí como dejó de golpearme y empezó a abrir mis nalgas; sentí como su dedo entraba en mi ano, era rico. Dilató mi ano hasta que puedo meter 4 dedos, sentía que más ya no podría caber; sentía que ya estaba listo para albergar a aquella monstruosa verga peluda de 22 cm.
-Eres mi puta, así que vas a coger como tal. Me sentó encima de él y empecé a sentarme sobre su verga poco a poco; el dolor era inmenso, sentí como su cabeza entró y las lágrimas salieron de mis ojos. De un trancazo deje caer mi culo, dejando escapar un grito de dolor y excitación.
-Eres una puta bien hecha, me decía.
-Si papi, soy tu puta, tu ramera, lo cabalgué.
-Sí, así puta. Coge mi verga, cógela, acábala.
Era divino estar encima de él. Pasó un rato de tremenda cogida hasta que sentí el torrente de su leche dentro de mí; me besó y dijo.
-Eres lo máximo, me gustas. Me gustas de verdad, desde el primer día que te vi con tu culito paradito y redondito dando órdenes. Sabía que serías para mí putita; y te tengo una noticia, no soy casado, soy puto igual que tú. Me gusta la verga, eso hizo que me excitara en segundos.
Su verga ya estaba lista para más; me volteó, me recostó en la cama y alzó mis piernas a sus hombros, y sin sacar la verga de mi culito empezó a cogerme brutalmente. Sentía como su pija quería romper las paredes de mi interior, era única esa sensación; sus labios desaparecían en los míos, arremetía duro contra mi culo; en instantes mi verga se tensó y empezó a tirar leche.
Eso excitó más a Alfonso.
-Así puta, aprieta el culito. Gritaba como eufórico, mientras que yo seguía arrojando leche en todo mi pecho y estomago. Él se vino en seguida; esa noche cogimos 2 veces mas.
Al llegar la mañana me dijo.
-Sabes eres especial, coges como nadie; nunca había sentido tanto placer, casi todos huyen cuando ven mi enorme verga, y más cuando los empiezo a golpear.
Pero sabes, me dio un beso, no te volveré a golpear; a partir de hoy eres mi niño y te protegeré.

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