martes, 26 de julio de 2011

EL MEJOR SEXO

Esta es una historia real, y fue tan importante que marco un antes y un después en mi vida, tal vez haya sido porque fue con la persona que más he amado en mi vida.
Todo ocurrió el jueves por la mañana en el plano habitual de mis mañanas, es decir, me levante tarde, iba tarde al cole, el agua de la ducha salía helada, se me quemo el desayuno y se me paso el colectivo, o sea, todo me había salido mal, casi todo.
Hace ya un tiempo largo estaba, charlando con un amigo que vive en la capital del país, hacia muchísimo tiempo que no nos veíamos y habían pasado muchas cosas entre nosotros, cosas fuertes, que con el paso del tiempo habían quedado atrás y éramos casi como hermanos, nos contábamos absolutamente todo.
Al salir de una larga y agotadora rutina de colegio me fui directamente y sin escalas al ciber a charlar con mi amigo, me lleno de emoción el saber que estaba del otro lado pero más aun cuando me dijo que vendría a visitarme en las vacaciones de invierno.
En mi rostro se presento una sonrisa pocas veces vista, una alegría indescriptible abarrotaba mi cuerpo como apoderándose de mí, esperando ese gran momento en que nos encontramos frente a frente.
Su nombre es Berni y es de Buenos Aires, es el ser más maravilloso y encantador que he llegado a conocer, además de ser inteligente, gracioso, simpático y hermoso, tanto por dentro como por fuera.
Como para las vacaciones faltaban solo 12 días organice su estadía desde su llegada hasta la partida, pasando por una serie de recorridos y fiestas que me tome la molestia de añadir también.
Los días pasaron volando, la noche anterior a su llegada me llamo y me dio las ultimas instrucciones antes de que llegara a la ciudad. Esa fue una larga noche y no dormí bien pensando que en unas horas estaría junto al amor de mi vida.
Su avión llegaría al mediodía y de la emoción que tenia me levante a las 6, me bañe, desayune, me probé ropa del armario hasta encontrar la adecuada, y partí con destino al aeropuerto.
Espere un rato largo y no venia, hasta que sentí una mano en mi hombro, era él. Pero no lo reconocí al instante sino hasta que me dijo quien era, estaba totalmente cambiado. Bronceado, con el cuerpo mas trabajado, en si, estaba diferente de cómo lo recordaba.
Subimos a un taxi que nos llevo hasta el hotel en que se alojaría en la ciudad, amplio, luminoso, bien ubicado, pero bastante caro. Dejo sus valijas y emprendimos un recorrido por la ciudad, mientras tanto charlábamos y nos poníamos al día de los hechos más transcendentales vividos por ambos, me llenaba de felicidad tenerlo cerca mío nuevamente, no podía creer que fuera cierto lo que estaba pasando.
Desde las 3 de la tarde a las 10 de la noche no hicimos mas que hablar, hablar y seguir hablando. Le propuse salir a bailar a un nuevo boliche en las afueras de la ciudad, se cambio al instante y como a las 12 pase a buscarlo por el hotel.
El lugar se llamaba ‘’La cueva del Oso’’ y fue lo que menos vi, pero vi varios chicos muy monos y uno que otro burro dotado en el baño, jeje, la música era excelente, la fiesta muy animada, y lo mejor era que todos en el lugar eran gays!!!!
Bailamos toda la noche y también tomamos, al terminar la fiesta nos fuimos al hotel porque Berni ya estaba cansado y yo había obtenido mas teléfonos y proposiciones que en mis mejores noches de reventón.
Ni bien llegamos me invito a pasar y yo acepte, al cruzar la puerta me dijo: - Me divertí muchísimo esta noche, solo falta algo para completarla, al finalizar esa frase me dio un beso que me llego hasta el alma y un poco más allá. Entramos a la habitación entre besos y abrazos, caricias y gestos, manos y labios ocupados en el cuerpo del otro, básicamente estábamos mas caliente que un volcán y más excitados que un hombre con sobredosis de viagra.
Llegamos adentro con una única dirección: la cama. Podríamos decir que no nos sacamos la ropa, nos la arrancamos mutuamente, era una típica escena de canibalismo en la cual alguno de los dos se terminaría comiendo el trozo de carne ajeno.
Lo tire sobre la cama y me apodere de su cuerpo como si fuese sola y únicamente mío y de nadie mas, por 5 largas horas fue completamente mío. Comencé por besarlo en la boca y fui bajando hasta llegar a su rígido y estático miembro que despertó de una manera increíble, parecía un reloj de sol anunciando la hora de un esperado momento, el sexual.
Lo agarre y comencé por mamarlo de arriba abajo como si fuera mi manjar, la frutilla del postre, la frutilla estaba en la punta pero yo quería la crema blanca, sus gemidos no se hicieron esperar y me dieron la señal de que estaba logrando mi cometido, hacerlo disfrutar de una noche espectacular.
Parecíamos poseídos, mentes, sexo, patas encontradas en la misma habitación, yo montaba y montaba su pene como si fuera mi transporte para salir de la oscuridad, ya que estaba viendo las estrellas y por poco el universo completo.
La escena comenzaba a tomar calor y el aire se nos hacia escaso, se manifestaba por los gemidos y la forma de jadear de ambos y el clímax pocas veces alcanzado a tal nivel que nos fusionábamos en uno solo, en una persona con dos mentes y un mismo fin: el deseo sexual cada mas avanzado de ambos.
Berni empezaba a tomar confianza y de a poco empezaba a demostrar algunos rasgos de frenetismo sexual, la metía mas fuerte, más rápido, me abría las nalgas de palmo a palmo como una flor en primavera.
Lo mame, me mamo, nos mamamos durante largo rato, hasta que no termine de hacerme gárgaras con su leche y blanquearme los dientes no me detuve, fue tan rico, era como tener un río de yogurt en la boca. Estábamos tan calientes que cada vez lo hacíamos más rápido y con más fuerza, era prácticamente una masacre sexual, se gozaba como nunca, pero había que estar ahí. Eran las 5 horas más increíbles de mi vida.
Rápidamente la noche quedo atrás y el amanecer comenzaba a asomarse como un nuevo invitado. Mientras yo me duchaba mi amado seguía durmiendo placidamente luego de una larga faena que trajo como resultado una colosal y enorme mancha en la sabana y en nuestros cuerpos.
Al salir del baño lo desperté con un beso que libero a mi príncipe de su estado de bello durmiente. Se fue a duchar y luego de eso fuimos a un café a desayunar. Mientras tomábamos el café y comíamos charlábamos sobre lo que había pasado la noche anterior Entre risas, insinuaciones, comentarios y sonrisas recordábamos lo que hace 7 horas habíamos hecho con total desenfreno y lujuria demostrado en contadas ocasiones lo que sentíamos el uno por el otro.
Por la tarde fuimos a dar una vuelta por la ciudad completamente que lo que habíamos vivos fue una fiel prueba de amor y confianza ciega en el otro, el compartir esa cama fue mas que una simple relación intima para mi, fue una expresión de contención.
Cenamos en un bellísimo restaurante y fuimos al lago del parque a dar una romántica caminata, nada podía arruinarlo salvo un fenómeno climático, la lluvia.
Volvimos al hotel completamente empapados pero riendo muchísimo sobre los temas de los que hablamos, y al estar frente a la puerta que nos llevaría al interior de la habitación me dio un beso profundo que casi me desarma.
Esta vez estábamos mas apasionados que antes y mas ansiosos que nunca, me sentía en las nubes al poder volver a realizar mi anhelado deseo y me sentaba en su miembro por querer volar por las nubes del deseo, no es lo mismo. Volvimos a la rutina habitual, el abajo y yo arriba, era ya un clásico, clásico que no me molestaría repetirlo miles o millones de veces si fuera necesario pero esta vez hubo cambio de roles, él fue el pasivo y yo su dueño por unas horas.
Yo estaba totalmente sacado, estaba cogiéndomelo como nunca antes se lo había hecho a nadie, ambos comenzamos a disfrutar del momento, él sentía como mi verga golpeaba en el interior de su cuerpo en un frenesí de placer, yo me sentía devorado por su ano, que todo mi cuerpo se encaminaba a ese hoyo que me incitaba a ser demacrado. El deseo era mutuo, y el placer impostergable.
Lleve sus piernas hasta mis hombros, abrí sus nalgas y comencé a darle toda mi sexualidad, la cara de placer de ambos era inexplicable, en esa noche pasamos por demasiadas posiciones buscando el verdadero éxtasis. Voluntariamente se puso como un perrito que quería sentir encima suyo a su dueño, dándole matraca loca hasta el final de la noche, que parecía nunca mas terminar, o por lo menos ninguno de los dos quería acabarse sin antes recordar lo vivo hasta el momento, le di todo lo que me pidió y hasta mas.
Me largue de cabeza a esa cabeza, le mamaba cada rasgo de su verga lechera, que emanaba sin cesar un sinfín de leche hirviendo. Al pajearlos sentí como si ordeñara a un toro de 28 cm., lo pajee con fuerza y sin piedad.
Me pajeo, me coló 3 dedos en el culo y me volcó toda su rabia, nuevamente, en mi culo, mi culo chorreaba 2 litros de rabia blanca, y semi - espesa, lo acosté mirando arriba y me le subí encima, mientras yo lo cabalgaba, él disfrutaba del paseo y gritaba como una vieja loca de sexo - mas, mas, cabalga mas, que la garcha no se me acaba - decía gimiendo y pidiendo mas de mi participación, que aparentemente funcionaba en su miembro.
No había mucho para explicar, le di todo de repente y aun más, pero lo que más nos gustaba era la sensación de ambas satisfacciones encontradas, tuvimos mas de 13 acabadas y eran pocas para todo lo que queríamos hacer, hacernos el amor era demasiado romántico y cogernos como perros era demasiado vulgar, digamos que lo que ambos buscábamos era satisfacer el deseo oculto en el corazón de ambos.
Me sacudía la cola de una forma tal que mi cuerpo pedía más y mas, y mi mente pedía clemencia y piedad, la podía sentir hasta la capa mas interior de mi ano, como si por poco y mas no me atravesaba de punta a punta. Sentía como sus huevos chocaban contra mis nalgas y como su pija no paraba de tomar dimensiones increíbles, su cabeza estaba roja como una cereza y sus huevos hirviendo como una pava ebuyendo agua caliente, y de ahí a la ducha.
Esperaba que me la pusiera con su pija juguetona, que escarbaba en mi cola como un perro en un jardín, me sacudía con fuerza y calentura dignas de un guerreo romano, tirabamos el jabon a propósito y competíamos a ver quien tenia mas gemidos.
A la mañana siguiente mientras él dormía mande traer el desayuno, era delicioso, para cambiar un poco la manera de empezar el día lo desperté de una manera particular. Como estaba desplomado sobre la cama completamente desnudo me le subí encima y comenzaba a frotarme a su cuerpo, su ‘’amigo’’ fue el primero en despertarse y ponerse rígido y luego él con una sonrisa en la cara, le gustaba y se le notaba.
Me pregunto que hora era, intento levantarse pero yo se lo impedía y lo obligaba a ser mi esclavo sexual durante otro momento mas, no eran ni las 10 de la mañana y ya estábamos cogiendo de nuevo. Le unte la mermelada en su abdomen y comencé a lamerlo, voluntariamente se puso un poco en la cabeza de su pija y la lamí tanto que continué , aun, cuando no había más dulce, me abrió las nalgas y me puso crema batida, me lo chupo hasta el fondo.
Se puso en cuatro y le entre como a la sidra en navidad, y su pan dulce estaba embadurnado de leche de toro en celo, su cola goteaba por donde la vieras, y su cara, me inspiraba a no detenerme hasta dejarle un río de leche en el ano.
Esa tarde tendría que volver a su ciudad, así que lo hicimos 5 veces antes de irse, a las 23 hrs. partiría su avión, así que lo hicimos lo suficiente para que me recordara a mi, a mi ciudad, al hotel, mi culo, mi boca, mi pija y nuestros deseos sexuales vueltos realidad.
Lo acompañe al aeropuerto y verlo alejarse de mi cuerpo recordaba con anhelo lo que viví junto a mi mejor amigo, que a su vez fue mi mejor amante y me dio EL MEJOR SEXO.

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