miércoles, 8 de diciembre de 2010

EL MÉDICO Y ENFERMERO MILITAR

Esto sucedió hace unos años, cuando tenia 19 años de edad, yo soy de México, del puerto de Veracruz; había salido del bachillerato (preparatoria) y como todos, debía seguir la universidad, así que uno debe buscar el colegio de acuerdo a lo que queramos ser por el resto de nuestras vidas.
Siempre me ha llamado la atención la milicia y los aviones, así que decidí que podría ser piloto aviador. De antemano debo aclarar que para ese momento, me gustaban mucho y solamente las mujeres, con las cuales ya había tenido experiencias sexuales.
Entonces, como les iba diciendo, con el afán de ser piloto aviador militar, fui a realizar los exámenes de admisión, el cual, el primer examen, se trata del examen médico, en cual pasas por todo tipo de exámenes, la vista, la presión arterial, estatura, dientes, etc. etc. etc.
Pues fue ahí, donde tuve esta experiencia, y la cual me hizo adoptar otros gustos sexuales, por que sucedió, que después de todos los exámenes médicos mencionados, nos hicieron pasar en grupos de cinco, a un consultorio; en dicho consultorio estaba un médico y un enfermero militares, al entrar el grupo de cinco, lo primero que escuchamos, fue una voz gruesa, ordenándonos, ¡una fila y firmes! a lo que inmediatamente respondimos siguiendo al orden; el médico estaba por detrás de nosotros, lo sentimos caminar despacio hasta ponerse en frente, cuando lo vi, me quedé como hechizado, nunca antes había visto a un hombre como lo vi a él en ese momento, me pregunté, -¿qué le estoy viendo? si es un hombre.
Pero es que aquel hombre, era muy guapo en primer lugar, el porte del militar, joven, alto, cuerpo atlético, y a eso le sumamos que su piel era blanca, con un cabello negro crespo que brillaba, su rostro con las facciones más perfectas que jamás había apreciado en un hombre, sus labios rojos y carnosos y sus ojos verdes, contrastaban con su cabello, simplemente, no le podía quitar la vista de encima, me sentí apenado, avergonzado por lo que estaba sintiendo, en ese momento reaccioné, cuando nos ordenó que nos quitáramos la ropa, ¿toda? preguntó un aspirante, y él respondió terminantemente, -sí, toda - enseguida hicimos lo que nos ordenó.
Yo no soy tan guapo, pero no soy feo, mi piel es blanca, mi cabello castaño, sin vellos en el cuerpo, estaba delgado en esos años sin ser un flacucho, pero heredé de la abuela, unas nalgas bien carnudas y levantadas, muy blancas.
Todos desnudos por fin, nos fue revisando uno por uno, la columna, los pies, el pene, los testículos, el ano, en fin, a cada uno nos revisó hasta las anginas, de la fila de cinco, yo era el cuarto en turno a revisión, cuando empezó, comencé a sentir mucho nervio, a medida que se acercaba, el nervio era mayor, pero no solo era nervio, era excitación, y estaba tratando de controlarla, pensaba en como ese médico militar se vería desnudo, pensaba que me gustaría verme como él, y eso me estaba excitando, finalmente llegó mi turno, estaba yo sudando, me miró a los ojos, con esos ojos verdes, y pude ver, que no solo eran unos ojos verdes y un cabello negro, eran también pestañas muy negras y muy rizadas.
Lo vi fijamente, me miró, y me preguntó - por que suda ¿nervioso? y le contesté solo con movimiento de cabeza que si, se sonrió, se sonrió conmigo, y comenzó a revisarme.
Cuando llegó a mi pene, estaba medio erecto, y él se dio cuenta, me miró nuevamente y se sonrió otra vez, y me lo tocó suavemente, me bajó el pellejo suave pero rápido, prácticamente masturbándome, tres veces solamente, tocó mis testículos, me dijo como a todos los demás les había dicho, que me diera vuelta para revisar mi ano, me indicó a mi también, que tocara con mis dedos la punta de mis pies, y entonces sentí su dedo suave en mi ano, nunca había sentido lo que en ese momento sentí.
Terminó de revisarme y revisar al último, les pidió a todos que se vistieran, pero a mí me dijo, - usted quédese así, hay algo que debo revisar bien; le indicó a los demás que eso era todo, y que se podían ir.
Nos quedamos solo él, su enfermero que hacia las anotaciones que él le indicaba, y yo.
Me sentí inmensamente nervioso, se paró nuevamente frente a mi, y dijo, enfermero, anote.
Pero yo vi que el enfermero sonrió, y él dijo enseguida:
Muchacho de piel blanca, no mal parecido, muy caliente, pene blanco y carnoso, testículos grandes, y muy suaves al tacto, procedes a ser exploración oral; y dicho esto, se agachó y comenzó a chuparme mi pene, mientras lo hacía una mano acariciaba mis testículos y otra subía y bajaba mi pellejo, el enfermero veía la escena con una sonrisa, lo miraba a él y me miraba a mi, me la chupó hasta que estuvo bien dura, yo seguía nervioso y sudando, nunca había hecho o permitido que un hombre me hiciera algo así, pero me estaba gustando, me estaba excitando mucho, y era muy agradable; pero eso no iba a ser todo.
Cuando mi pene estuvo bien duro, se levantó y me dijo suavemente, ,te puedes dar vuelta, ya no lo dijo con esa voz enérgica y ordenando, enseguida me dijo, puedes tocar las puntas de tus pies con las manos- y yo sin replicar, lo hice, quería sentir nuevamente lo que hace unos minutos había sentido, pero fue mucho mejor, ahora no se fue su dedo, fue su lengua, húmeda, sentí riquísimo, y perdiendo la cordura le dije más, otra vez más, y me complació, lo hice mucho, me mojó tanto, que su saliva escurría hasta mis testículos.
De repente, sentí que se alejó, escuché como se abría su pantalón, sentí como me tomó por la cintura con ambas manos, sentí su pene duro en mi culo, sentí como jaló hacia él con sus manos y como empujó su pene en mi culo, fue riquísimo, no dije nada, solo gemí, y me dejé llevar por lo que estaba sintiendo, así, empezó a cogerme, metía y sacaba su pene, metiéndomelo cada vez hasta el fondo, podía sentir su vello púbico, y sus testículos golpeando en mi.
Era riquísimo lo que estaba sintiendo, pero no conforme con eso, vi al enfermero bajo de mi, buscando afanosamente mi pene, y me lo chupó, me lo chupó hasta hacerme correr, mis piernas temblaron, el militar que me cogía, era un semental que no paraba, inmediatamente que me vine, el enfermero se levantó, sacó su pene, que no era grande, pero estaba muy grueso, me lo puso en mis labios y me dijo con voz de mando, chúpamelo hasta que termine, o te cojo yo también, pero la verdad, el médico lo estaba haciendo tan rico, que no quise dejar de sentirlo, así que como pude, enderecé mi cabeza, y se lo chupé hasta que terminó, y al mismo tiempo que lo hizo el enfermero, terminó el médico, acabó dentro de mi, y me sentí lleno y complacido.
Cuando me la sacaron los dos, uno de la boca y el otro del culo, caí de rodillas, un poco avergonzado conmigo mismo por haber hecho lo que nunca había hecho, y un poco cansado de mi boca y de mi culo, por la cogida que me habían dado.
El médico acarició mi cabello, y m edijo, ya puedes vestirte, hazlo rápido o te damos otra- y se rieron los dos.
Así inicié a vestirme, el médico se acercó, y antes que subiera mis pantalones me sacó mi pene y me lo comenzó a chupar, pero muy suave, y me dijo que esa era de despedida.
Salí del consultorio, pensando, si podría regresar al día siguiente a que me hicieran nuevamente el examen médico militar.

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