lunes, 31 de enero de 2011

MI PRIMO DEL CAMPO

Me críe en la ciudad pero muy apegado a mi pueblo natal siempre visitaba las casas de mis tíos en el campo. Casi siempre a una casa en particular por la paciencia que tenía mi tía y su esposo y la cantidad de hijos entre los que había varones y mujeres mas o menos de mi edad y mas grande.
Yo tenía 18 años y siempre fui bastante bien parecido. Mi primo Moncho tenía 25, 1,80m. de altura, piel color mate y rasgos muy endurecidos por la vida campechana. Esas vacaciones se propuso enseñarme a cabalgar.
Llegué pasado el mediodía, después de comer, como es costumbre de campo, dormimos la siesta. Cuando bajó el sol me dijo "bueno Lito, prepárate que te voy a enseñar a andar a caballo y te va a quedar tu tierno culo de ciudad hecho un trapo".
Buscó el caballo más tranquilo, le puso los frenos, tiró sobre el lomo un cuero de oveja y de un salto estuvo montado. "Subí" me dijo "no le pongo montura porque en pelo vas a aprender mejor", me tiró la mano y me subió detrás de él.
Salimos al campo y con el trote del caballo yo me bamboleaba de un lado a otro y en varias oportunidades casi me caigo; por lo que me pidió que me arrimara más y lo abrazara por su cintura para no irme al suelo.
Ese contacto de mi pene y su culo y mi brazo que apretaba muy fuerte su musculoso abdomen me puso recontra caliente y él sintió la dureza de mi picho en su espalda a lo que me respondió
!HOOO primito que dura la tenés hijo de puta!
Entonces agarró mi mano que estaba en su ombligo, y bruscamente me la bajó hasta su bulto y me hizo apretarlo descargando un fuerte suspiro de placer. "Sentí como me la pusiste" agregó refregando muy fuerte mi mano sobre sus pantalones. Yo muy confundido le pedí volver porque ya se hacía noche.
Él me dio su aprobación aclarándome que esa noche dormiría con él porque en la casa no había más camas. Volvimos, cenamos. Solo existían en la casa 3 grandes dormitorios. La de los padres, la de las mujeres y la de los varones.
Los hermanos mayores salieron así que fuimos a dormir bien temprano, 21hs., ya que en el campo no había luz eléctrica y menos TV. Solo estaba en la pieza un hermanito más chico.
Nos quedamos en calzoncillos, nos acostamos y rápidamente la oscuridad y un silencio terrible invadió la casa, todos estaban dormidos. Moncho en voz muy baja me pidió que lo abrazara que tenía miedo.
Se puso de costado, crucé mi brazo y apoyé mi mano sobre sus músculos abdominales. Sentí enseguida que mi primo hundía y expandía su panza y mi mano descendía por esos movimientos hasta que toco una cabeza de pija bien húmeda y palpitante.
Me pidió que le pasara los dedos sobre ella y obedecí, mis dos dedos rápidamente estaban empapados de líquido y me animé con todo ese jugo a acariciarle el inmenso pedazo de carne que debía medir unos 18 cm.
A esa altura yo estaba a punto de acabar y el sentía sobre su culo como le mojaba la puertita con mi líquido preseminal. Me dijo "date vuelta", lo hice, me abrazó y muy suavemente levantó un poco mis piernas, quedé en posición de vaquita muerta con mis piernas apenas levantadas de costado, me metió la cabeza inmensa y me corrí para adelante del dolor.
Entonces me amenazó "ni se te ocurra gritar guacho, que se van a levantar papá y mamá". En ese mismo momento me abrazó, se prendió por mi verga y me la peló tan fuerte que me moví hacia atrás.
Moncho aprovechó esa situación y me enterró la mitad de su pija en el culo, con una mano me tapaba la boca y con la otra me retraía el cuero de mi pija para atrás hasta hacerme doler y así varias veces hasta que todo su miembro estuvo dentro mío.
Me hizo una paja que no voy a olvidar jamás mientras que entraba y salía su carne de mi culito virgen. Sentia como esa enorme pija perforaba mi tierno agujero a los 18 años y obligado a no gritar por miedo a que se despierten mis tíos.
Después de quince minutos yo no aguantaba más de como me sobaba la pija y acabé abundantemente en su mano. Cuando sintió mi leche, me apretó muy fuerte contra él y sentí un líquido que quemaba mis entrañas, durante al menos 2 minutos tuvo espasmos y me llenó de una leche espesa mi culo hasta entonces virginal.
Nos quedamos abrazados un buen rato mientras él se movia tiernamente con su verga dentro de mi culo, nos dimos un beso apasionado, nos vestimos y nos dormimos, cada uno para su lado; para no despertar sospechas.
Desde ese día Moncho y yo somos fuimos inseparables durante mi estadia en su casa, lo haciamos todos los días cuando en cualquier lugar donde nadie nos viera, en el campo abierto, en el lago, en la casa, etc.
Hoy espero con gran ansias volver de nuevo a la casa de mis tios y poder reecontrarme con Moncho y volver a pasar momentos maravillosos...

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