jueves, 1 de septiembre de 2011

GRACIAS POR CRUZARTE EN MI CAMINO

Me llamo Santos, tengo 25 años, soy estudiante de medicina en una universidad en Perú, soy guapo, pelo rizado, ojos profundos, cara de niño, ojos claros, piel tostada por el sol.
Mi historia comienza en una tormenta, lo recuerdo como si fuera ayer, cuando salía de la casa de un compañero de la universidad totalmente nervioso por cómo me había exaltado por las tantas preguntas de él, estaba tan furioso. Como se le ocurrió preguntarme qué pases había hecho en mi vida, como si eso fuera importante a la hora de hacer el amor, del más insoportable.
De joven siempre había sido muy conservador con mis cosas, algo rebelde pero siempre reprimiendo impulsos que atormentaban mi vida y me hacían sentir como un puto, de repente lo era, pero en mi condición no quería admitir lo que sentía, mis amigos desde niño me decían que era demasiado tontito y que le hacía honor a mi nombre, quien sabe la verdad, solo quiero ser alguien de provecho sin importarme lo que tengas que hacer para lograrlo. Nunca había pensado en amores, eso hacía que me confundiera, pero mi decisión por mi futuro no tenia límites quería ser alguien en la vida y no un mediocre.
Doblando la esquina me encontraba con una calle desierta y obscura, no tenía miedo a estar solo, pero más valía prevenir a lo que podría suceder, decidí ir corriendo hacia mi casa, sin detenerme cruce la pista de pronto escuche un gran choque de un auto, con miedo me quedé pasmado mirando a donde había sucedido aquel accidente. Gente salía de sus casas asustados, otros gritaban, se armo un barullo en aquel lugar. Mucha gente empezó a rodear poco a poco aquel auto rojo.
Todo había pasado tan rápido y yo apesadumbrado, pálido como un fantasma, no sabía qué hacer, pero de algo estaba seguro, no me iba a quedar mucho tiempo, solo hasta limpiar mi mente.-¡MUCHACHO!-dijo un hombre anciano mirándome fulminantemente.
Yo lo mire con tal susto dejando caer mis cosas al suelo, lo que llamo la atención al anciano.
-¿Tu viste lo que sucedió? -pregunto el anciano, acercándose hacia mí.
-No, eh, no estaba distraído -dije con tal nerviosismo.
-Bien -dijo el anciano mirándome sospechosamente.
Yo no sabía qué hacer estaba en un aprieto; si ese hombre decía que yo era responsable, o si aun peor; aquel hombre moría, no podía dejarlo ahí, tenía que hacer algo. De pronto sentí que alguien me tocaba la espalda y me jalaba hacia él, yo del impulso solté mi cuaderno; volteando la cabeza, me di cuenta que era Fran, aquel antipático.
-Te vine siguiendo, no quería te amargaras conmigo y mira con lo que me encuentro.
-si, si -murmure yo.
- No te hagas, lo vi todo, dijo maliciosamente.
-¿Qué? interrogué.
-El tipo ese estaba manejando cuando tú te cruzaste; casi te mata, dijo alejándome un poco del tumulto y prosiguió, ya sabes lo que tienes que hacer para que me quede callado.
Yo mire horrorizado la malicia de su rostro y fingí no entender, pero yo sabía de qué estaba hablando, no quería, eso era como mostrarme como un puto, y yo no quería.
-Vamos a mi casa, dijo él.
-Espera, mmm tengo que hacer algo. dije acercándome al hombre mal herido.
Aquel hombre era joven y muy apuesto, tenía el rostro muy ensangrentado, mire directo a su rostro y una sensación de miedo invadió mi cuerpo, de pronto mi subconsciente decidió dar un paso más y dejé solo a mi amigo. Al instante vino la ambulancia para llevarse al muchacho, empezaron a subirlo en la camilla, de pronto yo ya estaba dentro fingiendo ser pariente suyo; no podía permitir que Fran se saliera con la suya y menos dejar a aquel muchacho solo, yo era responsable de lo que había pasado.
-¿y tú qué haces acá? -pregunto un enfermero muy grosero.
-Soy su primo -respondí airándolo fijamente.
-Bueno, hubieras avisado a tus parientes -dijo amargamente.
-No tengo sus teléfonos, respondí al instante.
Sabía que con eso dejaría de molestar por un buen momento, de pronto mi mente voló hacia el rostro de aquel muchacho, era alto, blanco, cabello negro, ojos marrones eran muy bien parecido con aquella raya en medio de peinado. Me sentí tan tranquilo de saber que se pondría bien y que no tendría que cargar con una muerte por culpa de mis distracciones y conflictos internos.
-¿Cómo se llama? -pregunto aquel enfermero impertinente.
Esa pregunta me cayo como agua fría, me había olvidado de ese pequeño grande detalle, como se llama pensaba yo, no tenía ni un carné ni nada, ahora seria descubierto y no tendría oportunidad ni de escapar. Mirando de lado a lado aquel vagón mi mente se poso en un ángel que estaba en una de las ventanas.
-Ángel, se llama ángel -dije sin más.
-¿Su apellido? -pregunto nuevamente.
Ahora sí, no habría nadie quien me salve, ni un apellido se cruzaba por mi mente, ni siquiera me acordaba del mío.
-A mira aquí esta su identificación -dijo el enfermero mientras se agachaba para recoger lo que estaba en el suelo.
Ahora sí, me jodi pensaba en mi mente, como se iba a llamar Ángel con tantos nombres en el mundo.
-Ángel Montero, ahí está, dijo nuevamente aquel idiota y volvió a decir -ya me estabas haciendo dudar.
Como me pude haber salvado, era algo sorprendente, no me lo creía, era algo tan raro, pero estaba salvado.
Llegamos al hospital de un momento a otro, yo baje rápidamente con mis cuadernos en mano, sin más ni menos seguí a los enfermeros que trasladaban al muchacho con quien había cruzado accidentalmente.
Dos días después yo seguía yendo a ver a aquel joven tan guapo aunque él ni enterado este de mi existencia, no despertaba, como podía ser había dormido dos días seguidos y no despertaba; y lo médicos habían dicho que no era nada grave y que en cualquier momento despertaría.
Cuando al fin despertó me di cuenta que yo era el único pariente que lo había ido a visitar.
Aunque yo ya tenía 19 como correría con todos los gastos; gracias a dios pude abusar un poco del antipático de Fran quien me prestó la mitad del dinero, claro yo tuve que poner la otra mitad.
Me había vuelto un mentiroso, un abusador, casi un puto por ayudar a aquel hombre que casi me atropella. La primera vez que me vio no me reconoció; los médicos dijeron que había perdido la memoria temporalmente, pero la recuperaría al pasar de los días, eso esperaba aunque dudaba que me reconociera, bueno después tendría que explicárselo.
Otro gran problema fue con mis papas, estaba muy sospechoso de lo que pasaba con ese joven; ahora sabia que se llamaba Ángel y tenía 22 años, bueno aunque se le veía más maduro y por ende más guapo. Nunca mi intención había sido pensar en él como un macho, siempre lo vi como alguien necesitado a quien ayudar, pero bueno hasta que sucedió lo que sucedió.
Ya había pasado más de dos semanas desde que él había llegado a mi casa, y me sentía tan cómodo con él ahí, mis padres ya no me interrogaban acerca de su existencia en mi casa, mis hermanos ya no molestaban por que se fuera; él había demostrado ser un hombre muy maduro para su edad, no se levantaba para nada de la cama ya que se encontraba con una pierna enyesada, solo lo hacía para ir al baño de mi misma recamara.
-¿Por qué eres tan amable conmigo? -me pregunto una vez.
-porque eres mi primo -respondí tan amablemente.
-¿y mis padres? -siguió interrogando.
-hmmmm, oye tengo que ir por mi hermana a la escuela, nos vemos luego -dije tan nervioso mientras me paraba para irme.
-No, no te vayas, no te vayas nunca de mi lado, dijo con una mirada tan tierna y prosiguió, me das tanta paz, aunque no recuerde nada.
Yo lo mire y agarre su rostro levantando la mejilla con tanta ternura. Tu también me das paz le respondí y Salí de la recamara.
Esa noche, mientras yo llegaba de la calle decidí subir corriendo las escaleras para encontrarme con Ángel, cuando subí lo encontré profundamente dormido y recordando lo que me había dicho, me senté a su costado a contemplar la belleza tan pura que transmitía. De pronto sentí una mano tan caliente que me frotaba la pierna, no podía resistir, pero me tenía que contener, yo no podía convertirme en un cualquiera y menos de un primo mío; de solo pensarlo me causo gracia .
Él no paro siguió con su juego pasando su mano por mi trasero, para luego ir a mis tetillas y mi pene mientras se hacia el dormido.
-Lastima que seas mi primo dijo abriendo los ojos al darse cuenta de que yo no me movía, si no que al contrario, lo miraba con deseo. Lastima, dije yo con una cara de deseo que nunca pensé tener ante un hombre o una mujer.
El jalo de mi polo arrastrándome hacia su cama y comiéndome a besos. Yo al principio puse resistencia, pero luego no pude controlarlo y sentí por primera vez como era hacer el amor. Se empezó a bajar el calzoncillo que llevaba puesto hasta mostrar su enorme verga, yo al verlo me ruborice de inmediato y él con una sonrisa tan linda me beso la mejilla.
-Quiero que me la chupes, dijo a mi oído y después prosiguió, no tengas miedo; el no come; tu si.
Era una explicación razonable, no sentiría mas temor por ello; no sé si era su explicación o el deseo que sentía que me hizo bajar lentamente hasta su pene, pero antes de eso fui directo a mi puerta y la serré con llave, regrese rápidamente, cogí su pija y empecé a chupárselo lentamente, luego fuimos rápido a la velocidad a la que el movía su mano en mi cabeza.
Chúpame, hay que rico papa decía. Así, tu si sabes cómo chuparla seguía diciendo.
De pronto me tomo del brazo y me paro frente a él.
Ahora me toca devolver los favores, me dijo con una sonrisa picara; yo me sentí incomodo, pero igual sonreí. Baje mi ropa y empezó a chuparme al pinga también con tanta pasión y tanto afecto, mientras pasaba su mano por mi trasero y metía poco a poco cada uno de sus dedos.
Yo gemía con tanto placer, no podía aguantar la sensación tan maravillosa que había en mi, de pronto un chorro de semen fue a caer en toda su cara, yo me asuste y fui tras un trapo para limpiarlo pero él ya se había puesto de pie y me besaba toda la espalda. Déjame así dijo en mi oído y prosiguió. Me gusta tu inocencia, eres tan tierno y siguió besándome toda la espalda, la oreja, el cuello.
De un momento a otro voltee y sus besos dieron en mi boca y yo la recibí, como si ese beso fuera la última gota de agua que beba en toda mi vida. Lo abrace empecé a lamer su cuello con tanta ternura después daba besos en su pecho. Quiero que seas mío me dijo casi en un susurro.
Sí, yo también dije y no pude dejar de abrazarlo. De un momento a otro lo seguí, mientras él cojeaba hacia la cama y se echaba en ella, con las piernas separadas, me indico que me sentara entre sus piernas.
Hice lo que me pidió y de un momento a otro empecé a sentir mucho dolor que pronto se fueron convirtiendo en placer, mientras él gemía. Sigue muchacho, lo haces rico, eres tan lindo siguió diciendo.
Me gusta cómo me hablas le decía yo, mientras empezaba a gemir, que rico pa, así que rico te mueves, me gustas mucho primito, desde que te vi dijo con dulzura y prosiguió.
Como fue que nunca te vi como ahora. Aunque yo sabía lo que pasaba no quería que se diera cuenta de que lo había engañado, así que seguí gimiendo, él me jalo de mi brazo y me abrazo mientras penetraba mi agujero con tanto amor, me abrazo y me lamió todo el cuello y yo lo bese nuevamente.
De pronto sentí un chorro de liquido dentro mi que salía chorreando cuando saco su verga del lugar.
Ahora quiero que me la metas dijo con una sonrisa hermosa y placentera a la que yo correspondí. De un momento a otro se volteo y dejo que yo inyectara mi músculo dentro de su ano, él no grito ya que se tapo con mi mano la boca, y se metía uno a uno los dedos dentro de su boca.
Dale, hasta el fondo que te amo primito decía en susurro, no sabes cuantas ganas te tenia. Yo también dije, a su oído mientras empezaba a lamer su espalda y todo su cuerpo.
Luego me vine dentro de él.
Él grito de placer mientras se corría en su posición. Yo estaba cansado y decidí echarme a su costado, mientras me abrazaba y me besaba la frente.
Yo cansado no podía dormir sin decirle lo que sentía por él y las mentiras que le había dicho.
Ángel, quiero decirte algo le dije tímidamente mientras me miraba.
-¿Qué pasa Santito? me decía.
-Te quiero, respondí.
-Yo también, dijo a mi oído en un susurro.
-Ángel, dije nuevamente.
-¿Qué santito? volvio a preguntarme.
-Te mentí -respondí aturdido y sollozando, no soy tu primo, tu accidente fue por mi culpa, yo me cruce en tu camino... Lo sé, dijo con una sonrisa y dándome un beso y siguió.
Santos.-¿Qué cosa? -dije yo más tranquilo y en paz.
GRACIAS POR CRUZARTE EN MI CAMINO.

1 comentario:

  1. aii pero q linda!!! me encanto es la mejor q eh leido.. att: denis ramos

    ResponderEliminar