miércoles, 25 de mayo de 2011

ATRACCION POR LA CARNE

Recuerdo aquel día que salí a mi hora de almuerzo en el trabajo, me gustaba sentarme en esa terraza con pequeños paraguas y mesas de 4 personas. Es que me gustaba comer viendo alguno que otro chico pasar por la acera. Es como un requisito para la buena digestión.
Soy blanco de 26 años, de pelo negro, barba de candado, algo de gimnasio, alguno que otro tatuaje sepultado por la tela de mi ropa y mis piercings en los lóbulos de las orejas.
Había empezado a comer cuando me percaté que llegaba aquel muchacho como de 24 años, parecía latino, con unos jeans muy apretados, camisa blanca, pelo negro, candado igual que yo, peinado hacia atrás como humedecido y una sonrisa que me cautivo. El mesero le advierte que tiene que esperar mesa, pues el lugar estaba lleno. Cuando se disponía a cruzar a un pequeño espacio con butacas que usan por lo regular las personas para esperar su mesa, me paso muy de cerca. Al pasar no resistí.
-Juan hermano, sabiendo perfectamente que no lo conocía.
-¿Perdona?
-Oh, perdona. Es que pensé que eras Juan, una persona que hace muchos años no veo. Perdona, perdona.
-No hay problemas, descuida.
-Discúlpame, ¿y andabas solo?
-Sí
Yo también lo estoy, y odio tener que comer solo. No tienes que esperar mesa, puedes sentarte conmigo, el muchacho aceptó, sentándose en frente de mí.Una vez que se presentó, me dijo que se llamaba Manuel, era un publicista de México que había venido a este país a trabajar en las relaciones públicas de una multinacional. Manuel me encantó desde que lo vi, usaba una de esas argollitas plateadas que puedes jugar con tu lengua cuando besas en las partes calientes del cuello debajo de las orejas.
Manuel pidió su almuerzo, pero el mío me lo terminé en lo que conversamos de nuestros trabajos y demás, como de costumbre pedí un café luego de la comida, pero preferí esperar a que Manuel terminara. Ambos pedimos dos cortados, en lo que llegaban Manuel me dice:
-Voy a mi coche a buscar mis cigarrillos.
-No te preocupes, tengo aquí y así no tienes que ir. Bebimos nuestros cafés y nos fumamos un cigarrillo. Llegaba el tiempo de irnos pero ambos sabíamos que no queríamos terminar la conversación.
-¿A qué hora sales de tu trabajo?
-A las 5.
-Si quieres ve a mi casa a las 7 que nos tomamos unas cuantas cervezas y continuamos conversando. Intercambiamos móviles y nos regresamos a nuestros trabajos.
Recuerdo haber vuelto al trabajo con esa cosquilla que te da cuando sabes que alguien te gusta y que estas seguro de que tu le agradaste al menos. El problema era saber si era o no Gay. Llegaron las 7 de la noche cuando sonó el timbre, ya lo esperaba porque me había llamado dos veces ya que no encontraba cual era mi condominio. Lo invité a pasar y le dije que nos fuéramos al balcón, que hacia mucho calor y que ahí hacia mejor temperatura. No olvidaré que fue vestido de Jeans color Kaki con una camiseta azul que se le marcaba todo su increíble cuerpo.
Iniciamos nuestra conversación con una fría cerveza en la mano, él sacó un paquete de cigarrillos y me ofreció pagarme el del mediodía. Le dije que lo aceptaba por no pararme a la cocina que era donde había dejado los míos. Hablamos de la agradable vista que tenia mi apartamento al mar agitado por la brisa.
Empezaron los temas que me gustan que son los de sexo y relaciones anteriores. Después de varios temas y unas cuantas cervezas más me pregunto donde estaba el baño y lo llevé hasta la puerta del mismo. Cuando iba a pasar para entrar no me resistí, le tope su nalga con mi brazo que se notara que fue intencional pero que cualquier cosa pudiera decirle que fue sin querer. Pero vaya sorpresa a él como que le gusto el asunto y se quedo paralizado en la puerta del baño mirándome a los ojos, pasaron como 20 segundos y los dos nos quedamos así congelados hasta que sentí esa mano que toco mi entre piernas, sumado a un largo beso que incluyó el roce de su lengua con mi lengua y froto mis dientes con ella y me hacia como si succionara dejándole sin aliento en pocos segundos.
Fue instantánea mi erección, y la de él ni la comento, pues mi mano no se desprendió de ese pene hasta que decidí que había llegado el momento de quitar su pantalón. Empecé por bajar su zipper y al quitar el botón y bajar sus interiores quedo al aire aquel monumento perfecto, erecto por completo y rosado. Es que me apetecía más que un helado en tiempos de calor, sin pensarlo dos veces me puse rodillas y lo introduje en mi boca haciendo que Manuel gritara del placer. Lo tragué hasta mi garganta mientras me masturbaba con mi mano.
No aguante más, me puse de pie y lo arrodillé, lo puse a que continuara mi maratón de placer, le introduje mi pene en su boca y lo tragó por completo, no se como logro seguir porque reconozco que lo hice un poco brusco.
Llegó el momento más esperado, con su pene aun lubricado de mi saliva de la buena chupada que le había dado, me puse en cuatro y agarré su pene poniéndolo en la entrada de mi ano. Fue una especie de sentimiento encontrado, pues sabia que aquel miembro tan grande, de forma fácil no entraría, pero lo quería demasiado, poco a poco, como si se tratara de una prueba de paciencia lo fui introduciendo; yo estaba sin habla, él me masturbaba con su mano mientras hacia movimientos de cintura que terminaron con una penetración completa que me hizo llorar de placer.
Aquel caliente pene que entraba y salía ya con facilidad me llevo al cielo. Cambiamos de posiciones 2 veces y llegó el momento del cambio, me dijo que quería que me viniera adentro de él, así que lo puse de espaldas y poco a poco empecé mi labor de penetración; me atrevo a decir que fue más fácil que como él me lo metió a mí. Estaba en la gloria, empecé a menearme dentro de él hasta que llegó al clímax y terminó aquel cuento de hadas con una eyaculación increíble.
No pude terminar de verlo sin venirme por completo dentro de él. Luego saqué mi pene y lo pase varias veces desde su ano hasta su pene, alternándolo con par de cachetadas en sus nalgas.
Aquella noche fue ejemplar, lo hicimos dos veces mas, ya no en la puerta del baño, sino en mi habitación, seguimos viéndonos de vez en cuando; él quiere hacerse otro tatuaje, con mi nombre, yo le digo que no exagere que el mañana nos puede separar; por el momento disfrutamos el momento.

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